Hockey
Todo por el oro
Mientras los deportistas argentinos dan todo por representar y dejar en lo más alto a su país, el Gobierno nacional recorta presupuesto en becas, infraestructura y competencias. La responsabilidad recae cada vez más en clubes, municipios y provincias, que intentan sostener lo que la Nación abandona.

Por Magalí Durquet
Antes de entrar a la cancha, todo parece estar alineado: el cuerpo entrenado, la cabeza concentrada, la ilusión encendida. Pero cuando llega el momento de competir, la realidad pesa más que la preparación. Así lo viven muchos deportistas argentinos que, aun representando su país en lo más alto, no encuentran del otro lado un Estado que los sostenga.
Minutos antes de un partido internacional, las manos tiemblan, la cabeza repasa cada jugada y el cuerpo carga con los kilómetros recorridos. No solo de las canchas, sino de los colectivos, trenes, aviones y metros que componen los recorridos diarios hasta cada entrenamiento. Porque en Argentina ser atleta de alto rendimiento no significa tener nada garantizado.
Y en medio de ese esfuerzo aparece una cruda realidad que no todos ven. Mientras cada deportista deja todo por su país, éste no retribuye de la misma manera. Las becas no aparecen, las canchas de los clubes no están en las mejores condiciones, las competencias y torneos se recortan. Argentina, que tiene y supo tener grandes referentes del deporte mundial, hoy se enfrenta a un sistema deportivo en retroceso.
El recorte al presupuesto nacional destinado al deporte habla por sí solo: según la consultora Táctica, el presupuesto 2025 contempla un 56% menos de inversión que en 2023. Pero esto no es nuevo: hace años que las políticas deportivas muestran un retroceso, desfinanciando programas, recortando becas y dejando a los atletas a merced del esfuerzo propio, o de algún municipio o provincia que pueda dar una mano. La situación afecta tanto mental como físicamente la preparación de los atletas, aumenta la brecha con las potencias y achica las chances de competir a nivel internacional.
Los más golpeados son los Juegos Nacionales Evita, que pasaron de 76 a 36 disciplinas y vieron caer la participación juvenil de 23.000 a solo 7.000 inscriptos. También desapareció el Programa Federal de Infraestructura Deportiva, que contaba con $44.000 millones para obras y se redujo un 87% la inversión en clubes, mientras que la destinada a instalaciones deportivas cayó un 77%.
En Argentina, el 56% de quienes hacen deporte lo hacen o lo hicieron en clubes de barrio. Este dato, único en el mundo, refleja un sistema donde el deporte comunitario cumple una función social clave. Sin embargo, los programas nacionales que lo sustentaban también sufrieron recortes históricos.
No son solo números
Willie Schickendantz, ex jugador de Los Leones, se inició en el hockey a los 17 años, “una edad poco común para destacarse”, admite. Su carrera lo llevó a jugar profesionalmente once años en Europa. “Estuve nueve años en España y allá era profesional, me pagaban. No todos los clubes lo hacen, pero en general a los extranjeros sí”, cuenta. A los 33 años, luego de varias convocatorias sin un debut oficial, tuvo su estreno con la Selección Argentina en un torneo oficial y en 2014, con 35 años, consiguió la medalla de bronce en el Mundial de La Haya, antes de retirarse.

En Europa el hockey masculino tiene más popularidad y peso económico que el femenino, al revés de lo que pasa en Argentina. “En general, los clubes en Argentina no son los que tienen plata, la tienen los socios que acercan sponsors y de esa manera apoyan a los clubes. El respaldo fuerte viene más del sector privado que del estatal”, dice. “Las becas ayudan, pero nunca alcanzan”, agrega. Su historia no es como la de la mayoría: mientras muchos jugadores argentinos van a Europa con títulos juveniles o experiencia en la Selección, él hizo el camino inverso: “Me fui sin nada y fui creciendo allá”.
Más allá del esfuerzo individual
El ENARD otorga becas a 1.185 atletas y entrenadores, pero 828 de ellas están por debajo del valor de la canasta básica. Además, según datos de Chequeado, en 2024 se otorgaron casi 200 becas menos que el año anterior (2023). Existen becas “por excelencia” de $659.567, “de proyección” de $501.271, de “alto rendimiento” de $287.504 y para “jóvenes talentos” de $131.913. La mayoría de estas becas no alcanzan para sostener a los deportistas.

Joaquín Toscani es uno de los pocos privilegiados que recibe una beca por pertenecer al Seleccionado de Hockey desde el 2021. Comenzó a jugar a los tres años gracias a su hermano y a su papá, que jugaban en el club Banco Provincia. A los 17 llegó al seleccionado sub-21 y, desde entonces no dejó de participar en los distintos procesos y etapas de la Selección. Hoy, aunque cuente con una beca, asegura que no le alcanza. “Además de estudiar, trabajo como entrenador para poder cubrir todos mis gastos”, admite.
Tiene un sponsor (BRABO) que le provee equipamiento, como palos, funda, canilleras; pero los demás costos corren por su cuenta. Sobre el ENARD y el CENARD señala: “Desde que formo parte del Seleccionado, siempre dan apoyo e impulso a que se mejore”.
En Argentina el presupuesto destinado al deporte representa apenas el 0,054% del total nacional, mientras que en la Unión Europea, por ejemplo, ese porcentaje ronda el 0,8%. La relación entre PBI e infraestructura con el éxito deportivo es directa. A mayor inversión, mayores resultados. Naciones como Países Bajos o Bélgica obtienen medallas olímpicas con menos población pero con mayor inversión económica: una medalla cada 528 mil y 663 mil habitantes, respectivamente.
Victoria Miranda, actual jugadora de las Leonas, cuenta que es dura la realidad como deportista argentina. “Como jugadoras de hockey amateur con muy poco hacemos mucho, competimos contra potencias mundiales y estamos a la altura”, dice. Ser parte de un deporte en equipo como es el hockey también te da reconocimiento. “El hockey te trae medallas, el nombre “Leonas” se conoce en cualquier parte del país. Eso ayuda a tener mayores posibilidades frente a otros deportes individuales en Argentina, pero no quiere decir que se deje de necesitar apoyo”, advierte.

A nivel provincial, hay excepciones. Córdoba, por ejemplo, sostiene desde hace años políticas activas de fomento al deporte. Con becas, infraestructura y programas que acompañan desde la base. En 2024, el presupuesto de la Agencia Córdoba Deportes creció un 195,5% respecto al año anterior, un esfuerzo que contrasta con el panorama nacional.
Aun así, el esfuerzo local no alcanza para revertir una política nacional ausente. Los deportistas argentinos compiten contra rivales de carne y hueso, pero también contra el abandono, la indiferencia y la falta de planificación. El deporte argentino no necesita milagros, necesita decisión política. Porque talento, como ya se demostró, sobra. Willie Schickendantz, Victoria Miranda y Joaquín Toscani son algunas de las voces reconocidas que piden lo mismo: apoyo, valoración y más ayuda económica.
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