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El lado B de la fiesta popular: así trabaja la psicóloga que acompaña a los futbolistas de la ciudad

Detrás de ese ritual colectivo hay una parte que casi nunca se ve: la cabeza del deportista, que sostiene emociones, frustraciones, ansiedad y presión. Ese universo invisible lo trabaja Valentina Ternengo, psicóloga deportiva (M.P. 10.989), de 30 años, que hoy acompaña al plantel superior de Banda Norte y a juveniles de Uru Cure, en rugby y hockey.

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El lado B de la fiesta popular: así trabaja la psicóloga que acompaña a los futbolistas de la ciudad.

“Siempre me gustó cuando tuve mi formación en la Licenciatura. En ese momento no estaba tan desarrollada la psicología deportiva. Empezó a crecer mucho más en pandemia, cuando los padres comienzan a utilizar este recurso en sus hijos ante la detención de actividades”, dice Valentina Ternengo sobre sus inicios en la psicología deportiva.

La profesional de 30 años lleva casi una década trabajando dentro de los planteles que compiten en Liga Regional de Río Cuarto. Actualmente colabora con Asociación Atlética Banda Norte y está vinculada con los equipos de hockey y rugby de Urú Curé.

Su llegada al equipo “verde” surgió por una necesidad del cuerpo técnico comandado por Diego Seimandi. La profesional ya había tenido similar experiencia en Lautaro Roncedo de Alcira Gigena bajo la gestión de Emilio Zabala. Valentina lo aclara de entrada: su rol es independiente, no está dentro de la estructura institucional. La convocan para ordenar lo que pasa en los momentos donde más quema la pelota.

Roncedo sumó a la psicóloga deportiva Valentina Ternengo.
La psicóloga deportiva Valentina Ternengo en su paso por Roncedo, el actual puntero del Clausura.

En un nuevo capítulo de “Visión Lateral”, columna de País Generoso (programa emitido en Al Toque Radio), Ternengo habló sobre una rama de la psicología que, aunque es reciente, ha cobrado gran relevancia en los últimos años. Valentina explicó cómo se trabaja dentro de los cuerpos técnicos de distintas disciplinas y también de manera individual con deportistas. Además, destacó que cada vez más niños, niñas y adolescentes cuentan con acompañamiento psicológico en el desarrollo de sus carreras.

El juego mental

El trabajo no se limita a charlas motivacionales. La psicología deportiva aborda aspectos claves del rendimiento. “Se trabaja mucho en la autoconfianza, en errores, la frustración y el disfrute del deporte”, explica Ternengo. Aunque reconoce que en niveles competitivos el placer queda en un segundo plano: se juega por objetivos y eso pesa.

Factores externos (errores arbitrales, decisiones dirigenciales, aspectos reglamentarios) e internos (errores propios, del equipo, gestión de grupo) atraviesan la preparación mental y ahí aparece su rol. Desde ansiedad, duelos emocionales, hasta el acompañamiento en etapas de sobrecarga. “Es bastante amplio lo que ocupa”, resume.

Autoconfianza, frustración y errores. Puntos claves que trabaja Ternengo en los planteles.

Juventud con compromiso, clubes con deuda

La mayor demanda llega desde adolescentes que buscan crecer deportivamente. “Los chicos están muy comprometidos en los procesos deportivos, porque saben que les influye para bien”, sostiene. Aunque marca un déficit en el ámbito amateur. Los clubes suelen invertir antes en incorporaciones o kinesiología, mientras lo mental queda al final de la fila.

“Lo ideal sería trabajarlos desde antes de los 20 años, como método preventivo. Los jóvenes son esponjas en cuanto a conocimiento en su etapa adolescente”.

“Donde hay más conciencia es en las familias de los adolescentes, es donde más trabajo tengo. Los chicos están muy comprometidos en los procesos deportivos, porque saben que le influye para bien. En los clubes aún falta una definición presupuestaria, piensan que es más viable incorporar jugadores o mejorar desde la kinesiología y dejan para lo último a la psicología. Son diferentes miradas, pero no dejamos de ser fundamentales para el desarrollo del deportista. Generalmente nosotros comenzamos a abordar a estos deportistas, sobre todo futbolistas, desde los 20 años, cuando lo ideal sería trabajarlos desde antes, como método preventivo para que adquieran más conocimiento a edad más temprana. Sobre todo porque los jóvenes son esponjas en cuanto a conocimiento en su etapa adolescente”, agrega la profesional.

90 minutos a máxima tensión

La concentración es la primera víctima cuando el partido se altera. Para eso utilizan herramientas como anclajes, pequeños gestos que ayudan a regular emociones y sostener el foco en la competencia.

“90 minutos son muchos para mantener la concentración en una persona. Suele pasar en momentos de partidos, cuando convierten un gol surge la alegría, el abrazo, la risa; en poquito tiempo suelen empatarles, habla un poco de la relajación mental. En ese sentido tratamos de trabajar con diferentes herramientas mentales para poder regularnos, son anclajes mentales que se trabajan diariamente para bajar decibeles. No sólo lo hacemos desde las emociones agradables, cuando está el alivio; sino también en el otro extremo, donde aparece la frustración”, detalla.

El beneficio es claro. “Cuando uno tiene un manejo mental trabajado, gestiona mejor las emociones. Hay momentos que se llaman tiempos muertos de partido donde te permiten bajar, inhalar y volver al presente”.

Frustraciones compartidas, historias distintas

Un vestuario puede juntar sueños y realidades muy diferentes. El que juega por crecer y vivir del fútbol convive con el que ya tiene una vida laboral y compite por pasión. Ese abanico influye en la convivencia emocional. “Está el que recién inicia y busca una mejora económica y deportiva, otro más experimentado que tiene un trabajo particular y lo utiliza como pasatiempo y una entrada más desde lo económico. Hay diferentes anhelos en el fútbol amateur, pero lo que siempre dejamos en claro es que hay diferentes oportunidades de crecimiento en varios aspectos”.

En ese ida y vuelta grupal también aparece lo individual. “Si trabajo en un equipo de fútbol los jugadores también pueden hacerlo más personal si tienen algún aspecto de su vida que quieren comentarme. Normalmente lo hablamos en un lugar apartado de la cancha o suelen tener alguna consulta más particular en consultorio”. El lesionado suele ser prioridad: necesita un espacio más íntimo para destrabar miedo y angustia.

La lesión mental

“El miedo es la principal emoción que tiene el deportista lesionado: a no poder volver o a trabar de nuevo”, explica. “La lesión no es solamente física, es mental también. Depende mucho de la fortaleza y el acompañamiento que tiene el deportista en el proceso de la lesión y en el post. Suele pasar que el protagonista no siente del todo el acompañamiento de la institución o incluso a veces del mismo grupo de trabajo. Ahí nuestro rol es fundamental. Se trabaja mucho en la autoconfianza, con objetivos a corto plazo para subir esa batería de confianza que suele descargarse”.

La cabeza juega un partido aparte. Por eso el acompañamiento se focaliza en pequeños objetivos diarios que devuelvan seguridad y confianza.

La nota completa

Fuente: Lado B – Al Toque Radio
Fotos: Nicolás Pandolfi
Redacción Al Toque

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