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“El tiro es parte de mi vida”: la pasión y el legado de Javier Beviacqua
El tirador riocuartense, múltiple medallista nacional e internacional, viene de ganar 13 premios en un torneo Argentina–Chile disputado en San Rafael, Mendoza. En una mañana lluviosa, mostró con orgullo cada rincón del Tiro Federal Río Cuarto, habló del legado familiar que lo une a la disciplina y de la dedicación que hay detrás de cada disparo.
El agua caía mansa sobre los techos de chapa y el aire húmedo se mezclaba con el olor a pólvora. En el corazón del Tiro Federal Río Cuarto, Javier Beviacqua ajustaba el guante de su mano derecha y acomodaba el blanco a la distancia justa. Una respiración profunda, el dedo firme sobre el gatillo, y el disparo seco que rompió el silencio. En el centro, el impacto perfecto.
Acostumbrado a la precisión, Beviacqua no se guarda nada cuando habla del tiro. Es un entusiasta en todo sentido: gesticula, explica, muestra, detalla. Cada pistola tiene su historia, cada caja de municiones un propósito. “Esta es la de aire 4.5 milímetros, la olímpica; esta otra es la libre, se usa a 50 metros y con una sola mano”, dice mientras abre una valija metálica que parece un tesoro de competición.

Su alegría no es solo por el presente brillante —acaba de sumar 13 medallas en el torneo internacional Argentina–Chile, donde además fue reconocido como el tirador con más disciplinas ganadas—, sino por lo que representa cada logro: una vida entera dedicada a un deporte que, en sus palabras, “vive más del amor que del apoyo”.
Un deporte que se hereda
La historia de Javier está escrita en las paredes del club. Su padre, Adelqui Beviacqua, fue un referente del tiro en Río Cuarto. “Mi papá a los 18 años se acercó a la institución, empezó a tirar y tuvo logros a fusil 300 metros. Tiró 50 campeonatos nacionales”, recuerda con orgullo. La anécdota familiar se convierte en leyenda: “Conoció a mi mamá en el Tiro. Ella no sabía nada de armas, pero él la llevó, empezaron a competir juntos, ganaron campeonatos… y uno lo ganó embarazada de mí”.
No es casual que la pasión se mantenga viva en la familia. Los Beviacqua crecieron entre blancos, trofeos y tardes de entrenamiento. Compartieron innumerables jornadas con Tomás Modesti, considerado el mejor tirador en la historia de la ciudad, representante argentino en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004. Esa generación marcó un antes y un después en la institución.

“Vengo disfrutando de un alto nivel, pero sobre todo de continuar algo que él amó”, dice Javier, con una mezcla de respeto y emoción. El Tiro Federal no es solo su lugar de práctica: es su casa, su historia y su legado.
Precisión entrenada
Beviacqua entrena casi todos los días. “De lunes a jueves practico, viernes descanso, y sábado y domingo una hora y media si puedo. Si estoy próximo a una competencia, depende la cantidad de disciplinas que tire, le dedico más tiempo. En casa hago ejercicios con la pistola en seco, y en el garaje entreno aire comprimido 4.5mm”.
La rutina combina técnica y paciencia. No hay margen para la distracción: cada movimiento, cada postura, cada respiración se trabaja con la misma atención que un atleta olímpico. “Estoy diez horas parado en mi trabajo y se me complica, o hago una cosa o la otra. La mayoría de mis compañeros que tiran trabajan mucho lo físico”, cuenta.

El resultado se ve en la precisión, pero también en la templanza. En San Rafael, sus disparos hablaron por sí solos: “Tuve muy buenos resultados, soñados realmente. Fue un desafío hermoso”.
La pasión, más allá del apoyo
En un deporte donde el esfuerzo individual lo es todo, Beviacqua no es ajeno a las dificultades. “El presente es entrenar acá. Los costos nacionales o internacionales los paga el propio tirador. Uno es seleccionado, lo invitan, pero los gastos no los cubre la Federación. No nos dan una mano”, lamenta, aunque sin rastro de queja. Habla con la serenidad de quien hace lo que ama, incluso sin esperar nada a cambio.
Mientras la lluvia cesa y el sol se asoma entre las nubes, el tirador guarda sus armas con la misma delicadeza con la que dispara. En el salón principal del Tiro Federal, los trofeos reflejan la luz que entra por los ventanales. Algunos llevan su nombre, otros el de su padre.

“El tiro es parte de mi vida. Nací acá, espero seguir viniendo hasta mis últimos días. Le tengo mucho cariño, lo llevo muy adentro”, dice, cerrando una historia que no apunta al blanco: apunta a la permanencia. “Mi objetivo es seguir estando a alto nivel de competencia, que me tengan en cuenta en el Seleccionado, y seguir teniendo éxito a nivel nacional e internacional que vengo cosechando varios logros últimamente”.
Porque en cada disparo de Javier Beviacqua resuena mucho más que la pólvora. Resuena la herencia de una familia por un deporte silencioso y la convicción de que, aunque pocos miren, la precisión también puede ser una forma de pasión.
Fotos: Al Toque
Redacción Al Toque
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