Columnistas
Pekín: la ciudad sin nieve, pero con mucho poder, que recibirá a los JJOO de Invierno
Por Marcelino Gasseuy
Mientras los ojos del mundo se posan en Japón por la disputa de los Juegos Olímpicos de Tokio, en los escritorios del Comité Olímpico Internacional (COI) ya se pusieron en marcha los Juegos Olímpicos de Invierno Pekín 2022. Cuando en 2015 fue anunciada como sede, dos cosas llamaron la atención: se transformaba en la primera ciudad en la historia en albergar el evento deportivo por partida doble (hizo los de verano en 2008) y será un certamen que contará con nieve 100 % artificial. Una vez más China se abre al mundo y el deporte se transforma en una vidriera geopolítica.
Pekín tiene una limitación enorme para ser sede de este evento: a duras penas ha nevado en los últimos 65 años. Una de las últimas veces que cayó nieve sobre las calles de la principal ciudad china fue en 2011, pero fue producida de manera artificial para aliviar una fuerte sequía que aquejaba al país. El agua es un recurso escaso en esta región y en un principio no fue visto de buena manera utilizar nieve artificial (requiere de mucha utilización de agua) cuando la ciudad tiene una complicada situación de sequía. «Hay abundantes recursos hidráulicos cerca de los centros para esquiar y se reciclará la nieve de deshielo. La fabricación de nieve durante los Juegos no tendrá un impacto negativo en el ecosistema local«, se podía leer en la documentación de la presentación de Pekín como sede.
A pesar de esta dificultad, a Pekín le otorgaron en 2015 los juegos después de que varias ciudades europeas se retiraran aduciendo que la realización implica costos onerosos. China derrotó al único otro candidato restante, Alma Ata, la ciudad principal de Kazajistán. Tiene todo listo para recibir a los principales atletas del planeta y el gobierno chino puso en marcha un plan para traer la pasión por los deportes de invierno a más de 300 millones de personas.
El gigante asiático construyó más de 740 resorts y casi 600 pistas de hielo alrededor de todo el país para introducir los deportes de nieve. Algo que promete también aumentar tanto el turismo dentro del país como garantizar un buen nivel competitivo por lo que respecta a los deportes de invierno con la intención de convertir a China en un país pionero en esta tipología de deportes.
La vicepresidenta y secretaria general del Comité Organizador de los Juegos, Han Zirong, sostiene que Pekín 2022 creará un «legado sostenible» para la capital china y que la cita servirá para fomentar el turismo en las localidades de Yanqing y Zhangjiakou, las otras sedes olímpicas. Según Zirong, China quiere que los Juegos Olímpicos y Paralímpicos ayuden a mejorar la situación de las personas con discapacidad en el país mediante la construcción de sedes y medios de transporte accesibles.
A seis meses de la inauguración Pekín avanza con las obras. Actualmente, 53 de los 57 proyectos del evento ya han sido construidos, mientras que los cuatro restantes deben completarse en los próximos meses. Los directivos del COI anhelan poder contar con espectadores, algo que no pudieron lograr en Tokio 2020. Juan Antonio Samaranch Jr. – hijo del ex presidente que condujo la entidad entre 1980 y 2001 – es vicepresidente primero del Comité Olímpico Internacional y uno de los grandes impulsores para que China reciba por primera vez los Juegos Olímpicos de Invierno. Él mismo fue quien manifestó: «Nos gustaría tener allí a la comunidad internacional. Nos gustaría que todo el mundo pudiera disfrutar de la hospitalidad y todo lo que ofrece China«.
Pekín 2022 son los Juegos Olímpicos de Xi Jinping. Elegido en 2013 como presidente de la República Popular China es el hombre fuerte que conduce los destinos de la segunda economía más grande del mundo, la cual compite codo a codo con Estados Unidos por influencia global. El Congreso Nacional del Partido Comunista elige cada cinco años a su máximo representante y su cargo estaba limitado a dos mandatos. Eso fue hasta 2018 porque Xi Jinping impulsó una reforma constitucional que elimina esa traba y que permite presentarse indefinidamente a la reelección.
Xi Jimping sabe muy bien la importancia política y económica que tienen los Juegos Olímpicos ya que fue el encargado de los del 2008. Actualmente es el Secretario General del Partido y además tiene el rango más alto del Comité Permanente del Politburó, el órgano que mayor influencia real tiene en China y por el que pasan absolutamente todas las decisiones de trascendencia para el país. En sus manos también están los Juegos Olímpicos de Invierno Pekín 2022. «Creemos que, con el fuerte apoyo de las partes pertinentes, China sin duda alguna podrá concluir todos los preparativos según lo programado, y estará completamente preparada para garantizar una celebración exitosa”, sostiene el presidente chino.
China posee más peso que nunca, incluso en organismos internacionales como el Comité Olímpico y los grandes patrocinadores corporativos de los juegos. Thomas Bach, presidente del COI, sostuvo que el organismo apoya el concepto de China de celebrar unos Juegos Olímpicos de Invierno verdes, compartidos, abiertos y limpios, a la vez que manifestó “que bajo el fuerte liderazgo del presidente Xi Jinping, China ha obtenido logros sobresalientes en la lucha contra la pandemia de COVID-19, y que ha tomado la iniciativa en la recuperación económica, con lo cual China se ha convertido en un importante motor para la recuperación económica mundial”.
Hace tiempo que China dejó ser una nación emergente para transformarse en una de las potencias mundiales. El capitalismo lo sabe muy bien. Escribió el periodista Ezequiel Fernández Moores: «Cuando se desarrollaron en 2008, los Juegos lograron con Pekín lo que no pudieron guerras ni revoluciones. Las topadoras olímpicas desalojaron en diez años a medio millón de ciudadanos, muchos de ellos obligados por matones a dejar sus viviendas. Y demolieron sectores enteros y escenarios míticos de la capital imperial, para sustituirlos por gigantescas galerías comerciales y un total de 800 hoteles de lujo«. El negocio todo lo puede.
Pero no todo es calma en el camino hacia Pekín 2022. China está en el foco de las críticas. Las incesantes protestas que se suceden en Hong Kong no es la única polémica que ha acaparado titulares. Cada vez más medios se hacen eco de la complicada situación que viven los uigures (etnia musulmana) en la provincia china de Sinkiang. Esta minoría étnica sufre una evidente discriminación por parte del gobierno chino, quien incluso ha instaurado campos de “reeducación” donde se estima hay más de un millón de personas detenidas.
Acusados de terrorismo y de revolucionarios, los uigures son detenidos por llevar barba o vestirse con prendas tradicionales de su cultura. Para ser puestos en libertad, los presos deben aprender el mandarín, abandonar sus creencias islámicas y adorar la figura de Xi Jinping como líder supremo. Es por esto que más de 180 grupos de activistas de todo el mundo firmaron un documento pidiendo la postergación de los Juegos Olímpicos. Con el lema #NoPekín2022 le piden al COI la suspensión porque manifiestan que “se celebrarán en medio de una de las peores enérgicas represiones del mundo contra la libertad, la democracia y los derechos humanos en el Tíbet y Hong Kong”.
En medio de este contexto, Xi Jinping se convirtió esta semana en el primer presidente chino en realizar una visita oficial al Tíbet desde 1990. China es acusada de suprimir las libertades religiosas y culturales en esta región remota, habitada por una mayoría budista. Pekín niega estas acusaciones y afirma que el Tíbet se ha desarrollado considerablemente bajo su gobierno.
Este movimiento es impulsado y respaldado por Estados Unidos. Llama la atención que país que viene hostigando desde hace décadas al pueblo musulmán acuse a China de “continuar perpetrando crímenes contra la humanidad y un genocidio” contra los uigures. A Washington poco le importa el destino de la etnia musulmana, lo que quiere impedir es que China siga aumentando sus tentáculos en la economía mundial. Los Juegos Olímpicos son la ventana que China usa para llegar al mundo. Por eso Estados Unidos apuesta por la campaña del boicot.
A pesar de las protestas nada detendrá a China. Ya tiene el acompañamiento del COI y sus principales sponsors. Cuando Pekín organizó los Juegos Olímpicos de Verano en 2008, muchos argumentaron (o al menos tenían la esperanza) de que la atención internacional mejoraría los derechos humanos en China. No fue así. Tampoco sucederá esto cuando finalicen los Juegos de Invierno.
Tampoco cambiará el mundo. Menos aún el negocio que rodea al olimpismo. Los miembros del Congreso de los Estados Unidos sostienen que “el COI va camino de sentar un oscuro precedente al otorgarle nuevamente los Juegos Olímpicos a China”. Es importante remarcarles que el Comité Olímpico Internacional hace mucho tiempo dejó de lado los valores que imperan por un deporte puro y neutral. Y también es bueno recordarles que fue el norteamericano Avery Brundage el que cambió la historia del deporte mundial al permitir que Adolf Hitler realice los Juegos Olímpicos de Berlín 1936.
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