Fútbol
Un arquero haciendo escuela
Ariel Scher
Periodista.
Pilar amarra el micrófono con la fuerza que demandan las acciones importantes, hace bailar su voz con la mejor de las dulzuras que alberga este mundo y pregunta:
–¿Cuál fue el mayor desafío que tuviste a lo largo de tu carrera y cómo lograste superarlo?
Gabriel Arias amarra otro micrófono con una fuerza idéntica, acaso la fuerza con la que tapó incontables pelotazos en los arcos de todas partes, en particular en los de Racing, a esta altura su Racing, el club al que defiende desde 2019 y en el que encontró algo más que aplausos y títulos. También, una identidad. Por eso está ahí, micrófono amarrado él, micrófono amarrado Pilar, oyendo ese interrogante en el colegio de Racing, un sitio de esperanzas al cual lo invitaron a hablar.
Y, entonces, Arias responde:
–El estudio.
O sea: no dice que nada fue tan bravo como venirse de su Neuquén de origen muy de pibe para tratar de ejercer el sueño del fútbol, no detalla tampoco aquella actuación memorable que le permitió a su equipo ganarle un clasicazo a Independiente de visitante en el verano de 2019, no esparce un adjetivo sobre salir campeón con la Academia en ese querible 2019, no enumera sus voladas de palo a palo frente a delanteros certeros a través de los años. Es un gran arquero Arias, pero está convencido de que construyó algo más complejo que ofrendarles alegrías a las multitudes en celeste y blanco que hace rato lo sienten propio.
Lo enfatiza ahí, delante de Pilar, de frente a una colección de jóvenes que parpadea perpleja por esa contestación:
-Ese fue el desafío más importante que pude lograr.
Arias visita a las chicas y a los chicos de Racing apenas unas semanas después de egresar del Secundario. Acarició esa meta a los 36 años, veinte después de haberse salido del sistema escolar. «¡Ya tengo el diploma en mis manos!», celebró, en cuanto eso ocurrió, en un posteo en su cuenta de Instagram. En esas líneas, había más: «Estoy muy contento de haber logrado cumplir con la deuda que contraje conmigo cuando era un adolescente que no alcanzaba a imaginar todo lo que el fútbol le iba a dar. Me llena de orgullo poder mirar a Gena y a Thiago a los ojos y decirles que nunca es tarde para volver a estudiar y que su papá está decidido a ir por más».
Si las conmociones de la cancha constituyen algo central para este tiempo, se ve que otros actos vinculados con el fútbol también estremecen. Prueba: la notable actuación de Arias en el 0 a 0 que Racing rescató frente a Huracán el 3 de agosto generó, a través de una semana, unos 4.300 me gusta en la populosa cuenta de Instagram del arquero, pero aquel texto de anuncio sobre su graduación promovió, en quince días, más de 30.000 corazoncitos. No se trata de un testimonio definitivo, pero acaso indique que las expresiones en las que se pone en juego más que un partido también pueden resonar como un golazo. Lo que muchísimas personas avalaron en Arias tuvo y tiene que ver con el esfuerzo, con el compromiso, con salir de las zonas de comodidad, hasta con el ejemplo.
Omar Corradini es director del colegio de Racing, un establecimiento que abrió su nivel medio en 2009 (hay nivel inicial desde 1961 y primaria a partir de 2003). Profesor de Educación Física, todavía el cuerpo le guarda los impactos de recibir a un visitante así: «Fue una experiencia superenriquecedora. Nuestra idea era que un referente como Arias nos contara todos los sacrificios que hizo para terminar el Secundario. A nosotros, a veces, nos cuesta, por diferentes motivos, que los chicos terminen en tiempo y forma eso que él sí pudo terminar ahora. Entonces, hicimos hincapié en concluir el ciclo en tiempo y forma, en que piensen todo lo que Racing les da, en que la escuela está pensada para ellos. Para quienes juegan al fútbol, tenemos concesiones sobre inasistencias, viajes, respaldo psicológico por si no los citan para los partidos. El mensaje de Gabriel fue muy claro, muy criterioso y muy empático. Me encargué de relevarlo: les llegó».
Difícil que un mensaje así no llegue. Porque Arias se sincera: «Si yo le quería pedir a mis hijos que estudiaran, tenía que hacer esto«. Porque Arias sorprende: «Me tocó rendir exámenes en días de partido. Eran las tres o las cuatro de la tarde, estaba en eso, y a la noche me tocaba jugar. Eran las ganas que tenía de lograrlo». Porque Arias ratifica, en cada gesto, eso que quedó anotado en su relato en las redes: «Hace poco leí una frase de B.B. King: ‘Lo maravilloso de aprender algo es que nadie puede arrebatárnoslo‘. A mí ya nadie me va a poder sacar todo lo que la escuela me dio».
Otro aprendizaje del encuentro. Lo que la gente de Racing le enmarca, en la introducción de la charla, a esos pibes y a esas pibas que asisten asombrados a las confidencias de Arias: «Esto que hacemos es una escena de club. En una época donde nos quieren convencer de que sólo importa la plata y salvarse cada uno y embocarla en una apuesta, somos muchos y muchas reunidos para contar una historia, para reflexionar sobre por qué vale la pena estudiar y para escucharnos entre todos. Y eso puede pasar porque Racing es una asociación civil sin fines de lucro en la que importan más cosas que el dinero».
Debe ser por eso que, cuando Arias transporta su vivencia al mundo digital, una hincha le replica con síntesis perfecta: «Orgullosa de tus logros académicos (en los dos sentidos)».
En este mundo de incertidumbres y de temores, esa es una verdad. Más: una hermosa verdad. Esta verdad: el arquero de Racing que volvió a la escuela ahora también hace escuela.
Gráfico: Al Toque
Fotos: Prensa Racing Club de Avellaneda
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