El emblemático escritor y periodista uruguayo cumpliría 80 años este 3 de septiembre. Autor de grandes obras literarias, donde expresaba sus pensamientos con un profundo arraigo por los temas y problemáticas de Latinoamérica, también escribió de fútbol: su otra pasión.
Eduardo Galeano cumpliría este 3 de septiembre 80 años. El gran
escritor y periodista nació en 1940 en Uruguay. Fue obrero manual, empleado
bancario, vendedor a comisión y dibujante.
A los 14 años ya empezó a demostrar sus dotes con el arte al
publicar su primera caricatura política en el semanario El Sol, del Partido
Socialista uruguayo. A los 20 años se convirtió en jefe de redacción de Marcha,
donde coincidió laboral e ideológicamente con Mario Vargas Llosa y Mario
Benedetti, entre otros.
En 1971 escribió la que se convertiría en una de sus obras emblemáticas: Las venas abiertas de América Latina, por la que recibió el Premio Casa de las Américas de Cuba.
Tras el Golpe Militar del 27 de junio de 1973 de Juan María
Bordaberry fue encarcelado y luego obligado a salir del país. Se exilió en
Argentina, donde se hizo cargo de la revista Crisis.
Su estadía en el país duró hasta 1976, el Golpe Militar lo obligó nuevamente a exiliarse. Esta vez partió hacia España.
Para esa época ya era un intelectual respetado con un estilo
único y con una fuerte poética de protesta en contra del sistema actual. En sus
más de 40 obras pueden leerse textos breves, aunque imprescindibles, historias dedicadas
a los más vulnerables que fueron y son olvidados por el avance del progreso y
la globalización.
Fue galardonado, además del Casa de las Américas, que ganó dos veces, con el Premio del Ministerio de Cultura del Uruguay en 1982, 1984 y 1986; con el American Book Award, en 1989; el Premio Stig Dagerman en2010 y el Premio Alba de las letras, en 2013.
Junto al cantautor Joan Manuel Serrat en una premiación en España.
Galeano también escribió sobre fútbol. Su otra gran pasión, además de la pluma. El escritor uruguayo trató siempre de buscar las palabras justas que describan la esencia de esa pasión. El Fútbol a Sol y a Sombra, publicado en 1995, es un compendio de textos cortos, capítulos independientes donde se pueden encontrar análisis aislados de jugadores, equipos o hechos concretos a seriales.
También tuvo referencias hacia los dos futbolistas más grandes de la historia argentina. De Diego Armando Maradona reconoció: “Ningún futbolista consagrado había denunciado sin pelos en la lengua a los amos del negocio del fútbol…”. Además, en su libro El fútbol a sol y sombra, bastante extenso y emotivo, lo exalta y defiende, haciendo ver que ser un ídolo no es nada fácil.
Ante Lionel Messi también se rindió. Llegó a decir que era el único jugador que lo hacía “soñar y amar”, que era “alguien capaz de tener una pelota dentro del pie”.
Esta afirmación hizo que Messi, al enterarse de ella, le hiciera llegar una camiseta. Explicaba Galeano, que a Liones lo podían perseguir hasta 22 rivales en la cancha y ninguno logra sacarle la pelota.
El gran escritor murió el 13 de abril de 2015, pero cada 3
de septiembre (fecha de su nacimiento) se lo recuerda en redes con el hashtag
#Galeano para invitar a compartir sus textos y lecturas.
A continuación, el cuento “El Arquero” – Del libro Fútbol a sol y sombra, Siglo Veintiuno Editores
También lo llaman portero, guardameta, golero, cancerbero o
guardavallas, pero bien podría ser llamado mártir, paganini, penitente o payaso
de las bofetadas. Dicen que donde él pisa, nunca más crece el césped.
Es un solo. Está condenado a mirar el partido de lejos. Sin
moverse de la meta aguarda a solas, entre los tres palos, su fusilamiento.
Antes vestía de negro, como el árbitro. Ahora el árbitro ya no está disfrazado
de cuervo y el arquero consuela su soledad con fantasías de colores.
El no hace goles. Está allí para impedir que se hagan. El
gol, fiesta del fútbol: el goleador hace alegrías y el guardameta, el
aguafiestas, las deshace.
Lleva a la espalda el número uno. ¿Primero en cobrar?
Primero en pagar. El portero siempre tiene la culpa. Y si no la tiene, paga lo
mismo. Cuando un jugador cualquiera comete un penal, el castigado es él: allí
lo dejan, abandonado ante su verdugo, en la inmensidad de la valla vacía. Y
cuando el equipo tiene una mala tarde, es él quien paga el pato, bajo una
lluvia de pelotazos, expiando los pecados ajenos.
Los demás jugadores pueden equivocarse feo una vez o muchas
veces, pero se redimen mediante una finta espectacular, un pase magistral, un
disparo certero: él no. La multitud no perdona al arquero. ¿Salió en falso?
¿Hizo el sapo? ¿Se le resbaló la pelota? ¿Fueron de seda los dedos de acero?
Con una sola pifia, el guardameta arruina un partido o pierde un campeonato, y
entonces el público olvida súbitamente todas sus hazañas y lo condena a la
desgracia eterna. Hasta el fin de sus días lo perseguirá la maldición.
Voz: Emiliano Ocanto –
Comunicador Social
Producción Universidad Nacional de Río Cuarto