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Arkan y su moneda de sangre. Fútbol y muerte en los balcanes

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Zeljko Raznatovic (izquierda), conocido como Arkan. Una figura cercana a la política y al fútbol que provocó crímenes contra la humanidad y constituyó Los Tigres de Arkan, un grupo paramilitar que masacró en la Guerra de los Balcanes.
Leonardo Gasseuy

Leonardo Gasseuy

La guerra de los Balcanes fue uno de los mayores conflictos bélicos de la historia de la humanidad. Los enfrentamientos se desarrollaron en el este de Europa entre 1992 y 1995 y se calcula que murieron 130.000 personas. El deporte no permaneció ajeno y esta trilogía que nos entrega Leonardo Gasseuy para Media Distancia nos permite conocer historias que se produjeron en esta región que estuvo atravesada por un enfrentamiento étnico y religioso.


El fútbol, sacro en su expresión cultural, da todo y es víctima de casi todo. No conoce de extremos. Existe cierta similitud entre el fútbol y el fuego: calienta y revive, calcina y mata. A medida que el fútbol se convierte en Industria, genera en su vida, mil vidas, y sus colores, en mil colores, concentra todas las expresiones de gozo y llanto. La guerra de los Balcanes entre tantas cosas, utilizo al fútbol como motor de limpieza étnica y demostró que la sangre y la violencia, también pueden ser monedas que traccionan el negocio.

Željko Ražnatović, nació en Yugoslavia en 1952. Fue un criminal de guerra. Hijo de un militar serbio y una activista comunista, escapó de su casa a los 16 años, “..me voy de aquí”, dijo. en occidente, la gente vive la vida”, abandonó el comunismo del mariscal Tito por el delito del libre mercado. Se instaló en Italia. Lo bautizaron como el comandante Arkan, trágicamente, así lo conocería el mundo.

Armó una red delictiva dinámica y cruel. Secuestros, extorsiones, robos a bancos y asesinatos. Fue arrestado en Bélgica, los Países Bajos, Suecia, Alemania, Austria, Suiza e Italia. Su fama llegó a su tierra.

Željko Ražnatović, bautizado como el comandante Arkan.

En Belgrado, Stane Dolanc, era el siniestro señor sombra. Miembro del Comité Central del Partido Comunista, Ministro del Interior y jefe de la policía secreta de Yugoslavia, un tipo despiadado, dijo en su momento ..soy como el aire, estoy en todos lados, nadie me ve pero todos me necesitan. Ante la fama de Arkan, propició un encuentro, cuando lo tuvo enfrente, su sorpresa fue mayúscula, esperaba sentarse ante un gangster y se encontró con un ser seductor radiante, con un carisma envolvente.

Yugoslavia tenía presiones internacionales. La idea de Dolan era convencerlo que se entregue. El canadiense William Higgit –Presidente de Interpol- pidió ayuda al régimen de Tito – Arkan era uno de los 10 delincuentes más buscados del mundo. Cuando Stane Dolan comprobó que su nivel era el de un jefe de estado, le ofreció ser jefe de los espías internacionales del gobierno. Le convalidaron sus actividades delictivas. Tenía 24 años, hablaba con fluidez inglés, francés, italiano, alemán, sueco, albanés y búlgaro. Sería un acople clave, uno de los artífices de las más siniestras horas en los Balcanes.

Arkan (foto) era uno de los 10 delincuentes más buscados en el mundo. Pese a ello, Dolanc, político comunista esloveno, le ofreció le ofreció ser jefe de los espías internacionales del gobierno yugoslavo.

Los Delijes (valientes) son los Ultras del Estrella Roja de Belgrado, es considerada la hinchada más racista y ultraconservadora de toda Serbia e incluso de Europa, formada por miembros del grupo religioso ortodoxo Obraz y el Movimiento Nacional Serbio. Fue la plataforma política de Arkan. El satélite de Miloban Milosevic para edificar poder. Las gradas del estadio Mitic comenzaban a parir terrorismo de estado.

Nacieron los Tigres de Arkan, con violencia y un alto poder comercial, llegaron a ser la organización delictiva más grande del mundo. Criminales con movilización militar, cuadros políticos y financieros de avanzada. Sus metas: refundar el submundo del delito y formar mano de obra para la guerra. Reclutó a más de 10 mil paramilitares. Una unidad de élite que apoyaba los flancos del Ejercito Popular Yugoslavo.

Ese cuerpo militar fue famoso por su crueldad. En su primera ofensiva de 1992 asesinaron a 2000 musulmanes en Sasina. Fueron los responsables de la desaparición de 5200 bosnios en Prijedor. Implementaron el sistema de fosas comunes y naturalmente, fue el escuadrón más activo en Srebrenica.

Arkan, ya dueño de una fortuna incuantificable, entendió mucho antes que otros, que mafia, no es solo droga, también es la obra pública, cargos claves y contrabando de petróleo. Fue Congresista por el Partido Nacionalista y se incorporó al Jet Set. Se adueñó de los Casinos del país. Era momento de cobrarle a Milosevic el servicio de sus mercenarios, solidificando su red de negocios ilegales. Consideró como muchos, que el fútbol es el ámbito ideal para el lavado de dinero, intentó quedarse con el Club Estrella Roja. No pudo.

Nada detendría su idea de ser propietario de un club de fútbol .En 1996 compró el FC Obilic, que se adaptaría a sus métodos. Como todo en su vida, fue meteórico y oscuro. En un año, en base a amenazas y fraude le ganó la liga a Estrella Roja y a Partizan. Las aberraciones a las que sometieron a rivales, árbitros y periodistas, eran de orden binario: soborno o violencia.

Zeljko Raznatovic (izquierda), conocido como Arkan. Una figura cercana a la política y al fútbol que provocó crímenes contra la humanidad y constituyó Los Tigres de Arkan, un grupo paramilitar que masacró en la Guerra de los Balcanes. Tras enriquecerse en la guerra se aventuró en el mundo del fútbol con el FC Obilic mientras lo buscaba la Interpol.

Clasificaron a la Champions. Cuando Interpol le impidió viajar a Alemania – sería eliminado por el Bayern Munich- comenzaría su declive. Dejó en la presidencia del club a su mujer Svetlana – Famosa cantante folk- y se recluiría en sus negocios. Cargó con miles de muertes. Diluyó su escuadrón de asesinos con la misma impunidad que lo había formado.

El Obilic de Arkan se llegó a enfrentar al FC Bayern Munich en la Champions 1998/99.

En abril de 1999 lo asesinaron en un hotel de Belgrado donde administraba su casino. Su expansión mafiosa le aparejó enemigos poderosos. Le habían soltado la mano. Murió libre. El Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia nunca pudo o quiso cercarlo. Su escuadrón lo despidió con ritos militares, y a su sepultura acudieron fanáticos de Lazio ( coherentes, siempre en el lugar incorrecto) con pancartas Onore alla Tigre, en un rincón lloraba su amigo Sinisa Mijhailovich.

Arkan demostró en la década del noventa que existe otra categoría (más y van) de los que compran clubes como supermercados de barrios. La de los criminales. Hoy, los usureros internacionales, rusos corruptos, jeques opulentos, magnates chinos, americanos o cualquier gánster que se plazca, lograron articular los mecanismos administrativos del fútbol para convertirlos en neoparaísos fiscales. Sean estados o particulares, llegan, maquillan y en la mayoría de los casos arrasan y se van.

Hoy, 25 años después, el Obilic juega en la 7ma división y se resiste al derrumbe. Descascarado, un mural de Arkan domina el barrio. El color del abandono es el color de la muerte. El club agoniza, lo cubre un manto de tragedia y olvido. Sufre el mismo correlato de soledad que vivió los Balcanes en los 90, cuando el fútbol fue un triste instrumento para lavar sangre. El estadio del Obilic está siempre vacío, lacerado por el silencio de la muerte, tapizado por cómplices impunidades. Más que nunca vale lo que dijo Benedetti, que un estadio vacío es solo el esqueleto del pueblo.

Gráfico: Al Toque

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