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Cónyuges, unidos y soñadores

Ángela Matta y Nicolás Flores son pareja desde hace 21 años, se criaron en las cercanías del Club Sportivo Municipal, juegan en la entidad de barrio Santa Rosa y ahora también experimentan como entrenadores en inferiores. Sentido de pertenencia a flor de piel para dos luchares de la vida.

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Cónyuges, unidos y soñadores.

La temporada 2023 de Liga Regional de Río Cuarto inició el pasado fin de semana en sus disciplinas masculinas. El torneo infantojuvenil dio el puntapié inicial el 11 de marzo, mientras que los planteles superiores desarrollaron la primera jornada el domingo 12.

Con la escenificación de los primeros partidos comenzaron a rodar ilusiones, objetivos y sueños por cumplir y/o cumplidos. Están aquellos que hacen sus primeros pasos como futbolistas, otros que buscan asentarse en su categoría, como así también las grandes aspiraciones que rondan entre ascensos y campeonatos.

En Sportivo Municipal hay dos luchadores de la vida que están viviendo – y cumpliendo – un sueño en las formativas. Se trata de Ángela Matta y Nicolás Flores, quienes son pareja desde hace 21 años, jugadores del club y desde este año trabajan a la par como profes en las inferiores.

Matta es hija de Laura Ortega, una de las pioneras del fútbol femenino y quien le inculcó la pasión por la disciplina desde que era niña. Ángela empezó a jugar en los torneos barriales en el mismo equipo que su madre y hermanas y luego – cuando se formalizó la actividad – fue parte del puntapié inicial en cancha de Sportivo Municipal. También pasó por Estudiantes y Rosario FC hasta volver al “comunal”.

Ahora le llegó la oportunidad de ser técnica en el club de barrio Santa Rosa con un grupo de nenas que son parte del proyecto formativo.

“Desde el año pasado estaba cerca de las nenas porque ya había un grupo que participaba en encuentros recreativos y el profe que tenían se le complicaba ir los sábados. Entonces quien las acompañaba era yo. Este año, por cosas de la vida, el profe no puede continuar y me propusieron entrenarlas este año, porque juego al fútbol y tengo un poco de experiencia”, comenta Matta.

Ángela Matta y Nicolás Flores, pareja desde hace 21 años, son jugadores y entrenadores en Municipal.

La defensora realizó una pausa en su actividad como futbolista debido a la gran demanda de niñas que tiene a cargo. Aunque tiene pensado sumarse pronto al plantel que dirige Darío Bordon en la Primera de la “M”.

“Venimos muy bien, hay un grupo grande nenas y tenemos pensado hacer las Sub 8, Sub 10 y Sub 12. Hay alrededor de 35 nenas, cuando el año pasado sólo teníamos un equipo de 9. Nos sorprendió la convocatoria, cada día se suman más chicas y eso nos pone contentos”, dice Ángela.


«Nos sorprendió la convocatoria, cada día se suman más chicas»

Dice ángela sobre su plantel en el formativo femenino.

El compañero de vida de Matta es Nicolás Flores, joven de 35 años que tiene una historia conmovedora, dolorosa, atrapante y que se tiene que tomar como ejemplo de vida. Nico nació en las cercanías del barrio Santa Rosa, en un asentamiento que en la actualidad fue reubicado para otras edificaciones. Según relata comenzó a introducirse en el fútbol por intermedio de una tía, que lo llevó a Renato Cesarini para rescatarlo de la calle.

Hijo de un ex boxeador, que era adicto al alcohol, lo golpeaba y obligaba a cartonear junto a sus hermanos, tuvo una infancia difícil. Entrando a la adolescencia migró hacia el sur del país para vivir con su madre, llegó a jugar en la CAI de Comodoro Rivadavia y hasta compartió equipo con Sergio “Chiquito” Romero – hoy arquero de Boca –.

Las circunstancias de la vida lo llevaron a Nicolás a volver a Río Cuarto. Una de ellas se llama Ángela Matta, la razón por la cual se vino solo, con 14 años, desde Caleta Olivia y nunca más se volvió a ir. En Río Cuarto inició “una nueva vida”, aprendió de albañilería y la familia de sus suegros lo adoptó como un hijo más.

Flores nunca dejó de lado su pasión por el fútbol, acá comenzó de nuevo a entrenarse en Renato Cesarini en barrio Cola de Pato, luego pasó por Estudiantes y tuvo un par de ciclos en Sportivo Municipal y Rosario Fútbol Club. Cabe agregar que conformó dupla técnica en el fútbol femenino de Municipal y dirigió a Ángela.

Como su compañera de vida, Nicolás también comenzó a experimentar como entrenador en las formativas de la “M”. Lo hace en cancha chica con las categorías menores.

“Elegimos Municipal porque es nuestro club, crecimos en el barrio Santa Teodora, que ahora fue reubicado, y nos sentimos identificados. Jugamos ahí y nuestros hijos también pasaron por las formativas de Municipal”, comenta Nicolás.

Y detalla: “Esta iniciativa fue del club, nosotros venimos desde hace rato siendo parte del fútbol y lo vimos con buenos ojos. En mi caso tengo la escuelita y la Categoría 2016. Buscaba esta experiencia, tenía la idea de empezar con los más chicos para formarme yo y para que ellos aprendan de valores en los primeros años que hacen fútbol. Estamos contentos por lo que se está armando. El objetivo es aprender junto a los chicos, sacar experiencia como profes y enseñar los principales valores de la vida. Vamos a intentar que los chicos aprendan a ser personas, antes que buenos jugadores. Me gustaría que me recuerden como un profe que pregona el respeto por sobre todas las cosas”.

Nicolás y Ángela unifican agenda, hacen todo juntos diariamente. Los jóvenes de 36 (Ángela) y 35 años (Nicolás) completan el equipo con sus hijos Jeremías Argüello (19), Ezequiel Flores (18) y Mía Flores (10). La más pequeña los acompañó a la redacción de Al Toque Deportes y miraba atenta a sus padres.    

Sobre el vínculo familiar, el papá dice: “Fuimos papás jóvenes, tenemos hijos de 18 años y los vemos como adultos. Tenemos la suerte de que nos acompañamos, nos vemos jugar en la cancha, yo voy a Estudiantes y ellos vienen a verme a Municipal. En ese sentido nos aconsejamos, hablamos y nos damos confianza”.

 “Con Ángela siempre estamos conectados, pendiente el uno del otro, tratamos de mantener ese vínculo en cancha, nos comunicamos y pensamos muy parecido. Más allá de todo lo que hemos pasado nos congeniamos mucho, no sólo en el fútbol sino también en la vida. Con Angi sufrimos mucho de chicos y tratamos de ayudar al prójimo, miramos siempre al costado e intentamos ser buenas personas”.

Mía mira atentamente a sus padres mientras relatan su experiencia como profes.

A la hora de detallar características de cada uno, Nicolás comenta: “Soy de más armas tomar, más temperamental. Ella es la que trata siempre de calmar las aguas y hace esa pausa para pensar. Somos muy similares, pero quizá en ese accionar somos diferentes”.

El mediocampista sí está en actividad y luego de sus tareas de profe se une al plantel superior de Municipal, ese que el año pasado quedó a las puertas de un ascenso y que en esta temporada inició la Primera B con un empate frente a Defensores de Alberdi en el marco de la Zona Centro.

En ese contexto enfatiza: “El año pasado hicimos mucho mérito para llegar donde llegamos, con un poco más de pilas podríamos haber cumplido el objetivo. Ahora renovamos energías y buscamos pegar el salto con una camiseta histórica. Municipal es protagonista siempre, eso me gusta y nos entusiasma como equipo”.

Ángela y Nicolás – y sus tres hijos – son parte de una de las tantas historias que tiene nuestra Liga Regional y más precisamente el infantojuvenil, ese ambiente que tantas veces sufre de presiones e incidentes pero que al fin y al cabo no pierde la esencia de la diversión y la formación. Dos luchadores de la vida están cumpliendo un sueño, lo hacen en el club de sus amores y acompañándose el uno al otro.

Fotos: Al Toque / prensa Municipal
Redacción Al Toque

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