De La Academia a la Copa Libertadores

Delfina Corti

Periodista, escritora y jugadora de futsal.

Una niña de 12 años levanta la mano. Betty García, pionera del fútbol y futsal argentino, espera su pregunta. Aquella tarde de otoño, cientos de jugadoras de las inferiores del futsal argentino se acercaron al predio Lionel Andrés Messi para vivir la experiencia “Un día con la Selección”. 

–Betty, ¿cómo era el futsal cuando jugabas?– le pregunta la niña. 

–Era la época dorada– responde. 

Durante los 80, “el fútbol con más protagonismo en la Capital Federal y el Gran Buenos Aires fue, por algunos años, el de cancha chica de papi o futsal. El torneo más importante en esa época fue el de Unión de Ezpeleta”, detalla el libro Pioneras argentinas, de Mónica Santino, Tamara Haber y Julieta Ossés. 

En aquel torneo, Betty García fue parte del primer equipo de Racing apodado La Academia. “Betty te hacía un caño  y  se  reía. Me daba una bronca… La única manera de que no me pase fue bajarla. ´Comió el piso’, como le dicen. A mí me sacaron tarjeta amarilla, pero no llegó al área”, recuerda María de los Ángeles “Marita” Rodríguez, una de las rivales. 

Cuarenta años después del equipo La Academia, Racing llegó al estadio de futsal de San Lorenzo, ubicado en Boedo, para que Las Santitas -como se conoce al equipo femenino- salieran campeonas una vez más del torneo de primera división. Eso esperaban los amantes del futsal, y los hinchas cuervos que se acercaron al estadio Arquitecto Roberto Pando. Eso creían todos, menos las jugadoras de Racing y su entrenador, Daniel Paletta. 

Aquel día, luego de ganarles 3 a 2 en el último partido de la serie, Racing gritó campeón por segunda vez en su historia. “Quiero felicitarlas por cómo jugaron”, les dijo Paletta a sus jugadoras, ya con voz afónica. El relato de la televisión, anunciaba lo que todo Racing escondía detrás de sus lágrimas: “Este equipo jugará en 2024 su primera Copa Libertadores”. 

Este lunes 22 de julio, Racing debutará en el torneo internacional de clubes más importante de nuestro continente. A las ya campeonas, se le suman cuatro refuerzos con sangre celeste y blanca, con pasado académico: Agostina Chiesa, Anita Ontiveros, Sol Domínguez y Priscila Albuquerque. Lucía Gómez González es la quinta incorporación y será la primera jugadora española en disputar este torneo. 

–Racing debuta este lunes en la Copa Libertadores. No te lo pierdas– dice el mensaje de texto que recibe Betty García. 

–¡Qué bueno! ¿Dónde juegan?

–En Bolivia.

–¡Qué bien! Mandales a las jugadoras mucho cariño de mi parte. 

Betty García, además, es hincha de Racing. En el sur del Gran Buenos Aires, durante la década del 60, papá Secundino fue testigo de cómo su hija mayor no continuó con la tradición futbolística de la familia. Betty decidió cambiar el rojo de Independiente por los colores de Racing: el celeste y blanco –confesaría tiempo después– le recordaba a la bandera argentina y a la Selección. 

El día que Racing se consagró Campeón del Mundo en 1967, Betty lo festejó en soledad en la fábrica de guantes industriales de Bernal en la que trabajaba. Tenía 26 años. Su grito ahogado de gol –cuando el Chango Cárdenas pateó desde veintiséis metros para que el arquero escocés John Fallon se estirara inútilmente–, retumbó en las paredes de la fábrica. Salvo Betty, nadie supo aquel día cómo ese grito resonó. 

Y lo que tampoco supo Betty ese día es que casi sesenta años después el equipo femenino de Racing disputaría su primera Copa Libertadores. Sobre todo después de que La Academia se disolviera a fines de los 80, tras el Campeonato de Unión de Ezpeleta. 

“Tuvieron un golpe muy duro con la muerte de una de sus integrantes, Virginia. Durante su enfermedad estaban pendientes de ayudarla y no sostuvieron los entrenamientos. Luego de su fallecimiento, no pudieron sobrellevar volver a juntarse para jugar. Cuando se disolvió La Academia, algunas jugadoras se retiraron y otras se fueron a jugar a otros equipos”, cuenta el libro Pioneras Argentinas. 

–Betty, ¿de qué jugabas?– le pregunta otra niña, en el predio de Ezeiza. 

–En aquel momento, jugábamos de todo– responde con orgullo. Con la camiseta de Racing en el pecho, agrega lo mismo que repitieron durante años sus compañeras de La Academia–. Teníamos un equipo que rajaba la tierra.