Fútbol
¡Dejen jugar a Nico!

Ayelén Pujol
Periodista.
Nicolás Alvarez es futbolista y es varón trans. Tiene 25 años y en 2023, cuando decidió cambiar su DNI por uno masculino y atravesar una operación, se quedó sin la posibilidad de jugar en el fútbol femenino de Primera división de AFA, donde participa(ba) desde que tiene 14 años. Hoy se entrena con Vélez, su club, pero no puede competir en el campeonato.
Su historia -un poco, hoy, su padecimiento- diseñan una pregunta que tiene forma de puñal. Apunta al corazón de la estructura binaria del deporte: en el alto rendimiento, ¿dónde jugarán quienes no se autoperciben como varones y mujeres?
“Mientras tanto, ¿qué es lo que hago yo con mi carrera? ¿Qué es lo que hago yo con este deseo de seguir dedicándome profesionalmente a ser jugador de fútbol?”, se preguntó Nico en un posteo en su cuenta de Instagram.
El impedimento es un requisito administrativo y está en eso que Nicolás decidió modificar en su DNI. Una cuestión burocrática que no tiene relación con los niveles de testosterona que muchas veces empujan discusiones. Tampoco con otro tipo de exámenes. Es una letra en el documento que ni siquiera reconoce su trayectoria. Nico debutó en River hace 10 años, jugó en Defensores de Belgrano, Comunicaciones, San Luis y Vélez. Eligió el fútbol como modo de vida desde que tiene 5 años. La entidad que regula el fútbol por ahora no le permite continuar con su desarrollo.
En el mundo del deporte -en el mundo, en rigor- la participación de identidades trans no parece ser libre: en cada disciplina hay reglas, trámites, vericuetos.

La comunicadora Ludmila Fernández López, especializada en género y deporte, considera que lo que ocurre con Nico es “bastante absurdo”. Y marca que las cuestiones de las identidades trans masculinas quedan en un plano por detrás de las trans femeninas. “Se habla mucho de las personas trans femeninas, a veces desde el odio, desde discursos estigmatizantes, desde el no saber. Ellos son los grandes olvidados. La cuestión trans en el deporte está asociada a lo largo de la historia moderna desde los primeros juegos olímpicos a un pánico moral: que una corporalidad masculina se inmiscuya en un espacio femenino”.
En este sentido, se pregunta: “¿Qué puede generar? Partiendo de una presunción de que las corporalidades masculinas son siempre superiores a las femeninas, si hay una masculinidad infiltrada dentro de un grupo femenino va a ganar. Y esa victoria va a ser fraudulenta. Esto generó es que se regule la participación de mujeres trans. Una mujer trans que es leída como si viniera de tener una corporalidad masculina”.

Mientras tanto, Nico se entrena. En estos días participó de una charla con estudiantes de Periodismo Deportivo en Deportea. Allí, entre preguntas por su situación actual, un alumno levantó su mano y se presentó como un chico trans. El momento fue conmovedor. Nico le agradeció por contarlo y marcó lo difícil que fue para él no haber conocido a otros varones trans en quienes poder referenciarse. No poder conocer a alguien visible hizo que su camino hacia sentirse libre, como se siente ahora, fuese más largo. “Ahora estoy contento con quien soy”, dijo. Y agregó: “No verte representado quizá dificulta el proceso”. Cuando llegó a su casa, contento, le contó a su novia lo que había ocurrido en Deportea.
“Lo que me pasa no es un caso aislado. Forma parte de una lógica sistemática que expulsa, silencia y margina nuestras existencias dentro del deporte”, escribió en un posteo en sus redes. En esa charla en Deportea les dejó una pregunta a los y las estudiantes: “¿A cuántas identidades trans conocen? ¿Hay muchas en sus círculos?”.
Ludmila Fernández López marca que en la conversación pública está el tema de las mujeres trans. Y se pregunta: “¿A quién le preocuparía si somos tan biologicistas y binarios que en un equipo de varones entre un varón trans? Con esa lógica no tendría ventajas sobre nadie”.
¿Pero cómo hace Nico para jugar en la rama masculina a esta altura del partido? Su idiosincrasia, sus grupos de pertenencia, su ambiente, su propia trayectoria está en el fútbol femenino. “Decirle no es cortarle la carrera”, dice Fernández López.
Para Nico los días pasan y por más que cuente con el apoyo de su club, la rutina de entrenarse sin competir y esperar se hace difícil. En el cuerpo y en la mente. Cuenta con el apoyo legal de la Fundación Huésped y de la Federación Argentina LGBT+, que presentaron un pedido a la AFA para ver qué tipo de información tienen y cómo están actuando. Hasta ahora no hubo respuestas.

En tiempos donde los discursos de odio y los mensajes homofóbicos y transfóbicos son moneda corriente incluso desplegados desde el gobierno nacional, Nico marca la importancia de la Ley de Identidad de género para él. Fue la que le permitió afirmar su identidad mediante la letra en el DNI. “Eso -dice Fernández López- entra en tensión con las regulaciones en el ámbito deportivo. A los varones trans les afectan las cuestiones administrativas”.
Nico cuenta que hay otras identidades trans en el fútbol femenino pero que todavía no hicieron su cambio de DNI. Y a quienes les cuesta contar sus propias historias. ¿Será porque también está en juego el derecho libre a jugar?. “Mientras el fútbol masculino no nos abra las puertas a los varones trans -dice Nico Alvarez- impedirnos el acceso al fútbol femenino es condenarnos a un exilio deportivo”.
Gráfico: Al Toque
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