Fútbol

Del Talent al TikTok

Publicado

el

Alejandro Wall

Periodista.

Lo que se vivió el jueves en el “Monumental” con la fiesta de los campeones del mundo tuvo algo más que el show, la música, los fuegos artificiales, y el partido de fondo con Panamá. Fue el vínculo afectivo entre un equipo y su pueblo, que celebra una alegría que por estas horas resulta interminable. Una pregunta da vueltas desde que Lionel Messi levantó la copa del mundo en Qatar y es la del por qué. Por qué se produjo esta explosión en el país, los cinco millones en la calle el 20 de diciembre, la desesperación por una entrada, los pibes y las pibas coloreando todo con las camisetas de Messi o, en ese segundo escalón del panteón de los héroes, las de “Dibu” Martínez.

Es difícil comparar la temperatura respecto a los campeones anteriores. El Mundial ’78 arrastró siempre el contexto de una dictadura sangrienta, la tortura y la desaparición detrás de las paredes que se habían levantado el 24 de marzo de 1976, el golpe cívico militar del que esta misma semana, un día después de la celebración, se cumplieron 47 años.

Y luego México 86, con Diego Maradona en las alturas. Para quienes atravesábamos la infancia ese fue nuestro Mundial. Tenía siete años. Retengo de ese tiempo las imágenes que nos daban en mi casa de Caseros un televisor Talent de 20 pulgadas y el frío del mosaico porque -y no era cábala sino algún gesto de la niñez- me gustaba ver los partidos tirado en el piso. No recuerdo nada de cómo viví el empate con Alemania pero sí que, una vez que terminó el partido y que Maradona levantó la copa, Osvaldo, mi viejo, agarró una bandera argentina, la puso sobre el techo de su Renault 12 y nos fuimos para el centro. Con bocinazos, con gente en la calle, con embotellamientos. Quedó para siempre Diego en el balcón de la Rosada. 

Maradona y la copa, juntos, en el balcón de la Casa Rosada (Foto: www.memo.com.ar)

Quedaron para siempre también las historias de nuestro héroe. Lo que siguió a México 86 fue una acumulación de frustraciones. Mientras le contábamos a las generaciones que nos precedían, que no lo habían visto, lo que había sido vivir en el paraíso maradoniano, esas generaciones buscaban la puerta de entrada a ese paraíso. Italia 90 fue la épica de la derrota, el héroe igual, pero México todavía quedaba a ahí nomás. Estados Unidos 94 fue el doping, la efedrina, y el final de la ilusión de ver a Maradona otra vez campeón del mundo. 

Cada cuatro años se reconstruía una esperanza. Hasta que apareció Messi y entonces Messi cargó con la responsabilidad de conducirnos a ese paraíso. Pasaron 36 años, una (otra) final perdida con Alemania en el medio, y la sensación de que esta vez era la última oportunidad. Gente que fue padre, madre, adultos nacidos en la era post México. Y el duelo por Diego. Hay algo muy impactante en lo que pasa después de su muerte. Porque los futboleros, los que sentimos que con él se nos iba una parte de nuestras vidas, no sabíamos qué hacer con ese dolor. Su velorio, incluso en lo caótico, significó la primera salida colectiva a la calle en tiempos de pandemia. 

Messi y la copa en el imponente Maracaná (Foto: www.rionegro.com.ar)

La segunda salida fue la Copa América de 2021 jugada en estadios llenos de silencio, lo que todavía nos recordaba eso que Messi llamaba “este virus de mierda”. Pero la unión callejera más extraordinaria ocurrió con el Mundial y, sobre todo, con el 20 de diciembre. Un especie de exorcismo colectivo, también caótico, autogestivo, sin que nada dirigiera a la masa más que el micro que llevaba a los campeones del mundo. 

Si nosotros, los pibes de la década del ’80 habíamos tenido a Maradona, los pibes de estos años, tenían a su Messi. Para disfrutarlo, para colgar su poster, para sentir que ya no tendrían que vivir de relatos del pasado. Ya no necesitaban de YouTube, ahora lo veían bien fresco en HD, en 4K, o en recortes de videos viralizados por TikTok. Y tienen a sus héroes de carne y hueso ahí nomás. Pueden tener sus camisetas actuales, las de Messi, las de “Dibu”. Esas más de tres y media de frustraciones pueden resultar una explicación a la desmesura. También lo explica el fútbol de la selección de Lionel Scaloni. Los hinchas se identifican con los equipos por su fútbol, por lo que hacen en la cancha. ¿Tiene sentido la pregunta acerca de qué hubiera pasado si “Dibu” no tapaba el disparo de Kolo Muani? Quizá pueda ser el capítulo inicial de una serie distópica. Pero a esa altura -y sé que lo digo sin que la historia me pueda desmentir- el vínculo con la selección parecía intocable. Podía ser una frustración -otra más- pero no la ruptura de un amor. De algún modo es una enseñanza para lo que viene, algo de lo que dijo Messi en el Monumental, es muy difícil ganar un Mundial. Quizá ya lo sepamos y por eso no queremos dejar de festejar. 

Este artículo fue posible a la autogestión de periodistas. Hoy necesitamos de vos. Te invitamos a que seas parte de la comunidad de Al Toque Deportes asociándote con un mínimo aporte mensual

Publicidad
Publicidad

Tendencias

Propietario: Cooperativa de Trabajo Al Toque Ltda. Director: Diego Alejandro Borghi. Sebastián Vera 940, Río Cuarto, Córdoba.
Fecha. Edición N° Edicion . Registro de la Propiedad Intelectual en trámite.