Fútbol
“Desde el primer día me enamoré de este deporte”
El ex gimnasta Sacha Funes recorre su carrera deportiva y el camino que lo llevó a ser uno de los referentes de la disciplina en la región. Hoy dirige tres escuelas en Sampacho -de donde es oriundo-, Coronel Moldes y Adelia María. Desde sus escapes a dedo para entrenar hasta las experiencias con los mejores exponentes del país.
Durante la crisis económica que vivió nuestro país a comienzos de siglo, las esperanzas de jóvenes deportistas para escalar alto en sus disciplinas se hacían cada vez más empinadas. El momento de la sociedad y la economía argentinas eran delicados.
Un pequeño niño, con sueños de campeón, desafió todo lo establecido para perseguir sus sueños. Y vaya si lo logró. Sacha Funes, el ex gimnasta oriundo de la localidad de Sampacho, pasó por muchas experiencias hasta posicionarse como un referente para otros compañeros y colegas.
Actualmente, Funes comanda tres escuelas de gimnasia artística deportiva en la región, en Sampacho, Coronel Moldes y Adelia María. Con el parate debido a la pandemia, los casi 100 chicos que entrenan junto a él en cada una de las escuelas no pudieron desarrollar actividades, y el mismo Funes no puede realizar los traslados hacia cada localidad.
“Estuve trabajando en Central Argentino durante 21 años hasta el año pasado. Dejé porque me surgió una posibilidad de irme al exterior a seguir formándome en esta actividad. Me estaba yendo el 14 de marzo a Estados Unidos y con todo esto de la pandemia se frenó para otro momento. Después estuve trabajando en Rosario varios meses. Siempre abocado a la gimnasia en varios aspectos”, cuenta Funes respecto a su despliegue en este deporte.
Persevera y triunfarás
La gimnasia artística y la vida de Sacha Funes cruzaron sus caminos rápidamente: “Tuve la suerte de que en los dos colegios a los que fui daban gimnasia con grandes aparatos. En 1990, Fernando Álvarez -actual coordinador de la actividad en el ‘Central’- abrió la escuela en Sampacho”.
– ¿Cómo comenzó en la actividad?
– Empecé con tres años porque mi mamá quería que volara, eso le gustaba. Aparte, era muy hiperactivo y andaba todos los días arriba de los techos y los árboles, con algo tenían que frenar a ese chico inquieto. Empecé practicando en Sampacho y a los 11 años Fernando (Álvarez) me invita a entrenar en Central Argentino. Probé una clase, me gustó, conocí a Ricardo Angeloni, otro gran entrenador y persona que considero como un padre para mí.
– ¿Qué implicó ese salto del pueblo a la ciudad en cuanto al entrenamiento?
– Era bastante utópico viajar en esa época de Sampacho a Río Cuarto. Fue a principios de los 2000 y la situación económica estaba complicada. Yo había competido en un torneo provincial en el que quedé segundo, y la competencia me encantó: el grupo, ver otros varones haciendo gimnasia con objetivos deportivos. En Sampacho varios entrenaban pero solo para sacar ejercicios. Conocí a ese grupo y empecé a viajar una vez por semana, que era lo que me podía dar mi mamá. Yo sentía que era muy poco para mi entrenamiento.
– ¿Cómo lo afectó los problemas económicos?
– Mi mamá me dijo que no había plata para poder pagar los viajes a Río Cuarto, solo me podían pagar un solo día. Yo necesitaba entrenar más días y sentía que mis compañeros sacaban diferencia porque entrenaban más de. Me encerré en la pieza y largué el llanto que más recuerdo de mi vida, porque fue duro para un chico que realmente había visto a sus ídolos en un nacional, había competido a nivel provincial y quería más. Me dije que tenía que buscar una solución.
– ¿Cuáles fueron las formas de rebuscársela para entrenar?
– Me escapaba a dedo de Sampacho a Río Cuarto. Una vez mi hermano, que empezó a estudiar en la Universidad Nacional de Río Cuarto, me dijo de viajar a dedo. Yo tenía 11 años y vi una solución para los problemas económicos. Llegaba a las 14, armaba los aparatos, empezaba a entrenar a las 15 y a las 19 volvía a Sampacho. Duró hasta que se enteró mi mamá. Al principio medio que no le gustó pero al mismo tiempo sintió una gran admiración por un nene que realmente quería hacer lo que amaba. Desde el primer día que vi la gimnasia me enamoré de ese deporte, y ahí arrancó mi gran relación con el club de mis amores que es el Central Argentino.
– A partir de allí, ¿cómo siguió su carrera?
– Acá no teníamos tantos conocimientos técnicos de la gimnasia y era mucho más prueba y error. No nos llegaba tanta información y encontrar videos era difícil. Era venir acá, entrenar y ver qué ejercicios podíamos sacar. Con Eugenia Picoseco fuimos los “conejillos de indias” para que hoy podamos ver un club que realmente es modelo a nivel provincial. Ahí empezamos a ir a provinciales y nacionales. En el año 2003 pude lograr un campeonato nacional, y las competencias me daban un estusiamo mayor. Mi gran objetivo era entrar a la Selección Argentina, pero con las condiciones en las que entrenábamos era bastante difícil. Nosotros armábamos y desarmábamos los aparatos, nos buscábamos la forma de que sea acorde para entrenar. Durante mucho tiempo entrené en el Central y me iba los veranos a Rosario, donde realmente aprendí la parte técnica y cómo se debe entrenar para lograr los objetivos deportivos a una escala mayor.
– ¿Qué experiencias pudo adquirir en Rosario?
– Conocí a Juan Carlos Pinto, quien es entrenador de Nicolás Córdoba uno de los gimnastas que fue a los Juegos Olímpicos de Rio 2016. Lo conocí y pude explotar todas mis capacidades técnicas. Algo que me faltó en mi carrera deportiva hubiese sido irme antes a vivir a Rosario, donde había un grupo de gimnastas de élite y podía saber hasta donde explotar mis capacidades. Eso no quiere decir que ya retirado no esté orgulloso de todo lo que hice. Lo que hicimos junto a Eugenia (Picoseco) fue con alma, corazón y vida y una actitud tremenda para pertenecer al máximo nivel.
– Hoy, ya retirado, ¿qué piensa que puede aportar de sus conocimientos a los más jóvenes?
– Cuando entra un pibe al club, en donde quizás aspira a la alta competencia, lo primero que le digo es que lo que quiera hacer debe hacerlo de la forma en que uno puede. La actitud en una persona es lo que lo moviliza para alcanzar los objetivos. Eso te despierta todos los días contento para desarrollar el proceso y lograr lo que uno anhela. A los chicos cuando entran trato de brindarles mi experiencia y la de otros gimnastas, creo que eso es importantísimo para el chico que quiere dedicarse a la competencia. Tengo la suerte de haberme formado con mis entrenadores y ellos priorizaron el desarrollo motor desde un primer momento. Buscamos la mayor cantidad de posibilidades para que experimente con su cuerpo todas las cosas que puede realizar con él. Creo que en eso se basa el desarrollo de la gimnasia, después viene todo lo demás que conlleva lo que logra cada gimnasta para alcanzar la competencia.
Fotos: Gentileza Sacha Funes
Redacción Al Toque
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