Fútbol
Desde La Boca: los hinchas que “bosterizan el lugar donde se encuentran”
Gustavo Grazioli
Periodista.
El hincha de Boca en sus canciones de cancha, en las charlas con amigos, siempre se jactó de ser “la mitad más uno” y también “el pueblo y el carnaval”. De su impronta futbolera describen una forma de juego en la que indican que lo hacen “a lo Boca” y que la fuerza de su hinchada, desde la tribuna, es un jugador más: el N°12. Martín Kohan, escritor y docente universitario, y Ricardo Cohen, presidente de Camilo LAB Productora Multiplataforma, ambos reconocidos hinchas Xeneixes, se propusieron escribir sobre esto y algunas cosas más que sobrevuelan en la simbología del equipo de La Ribera.
“Ahí donde Boca juegue, aun si es en otra cancha, en otra ciudad, en otro país, en otro continente, se llena siempre de hinchas; invaden, arrecian, lo ocupan todo. Y bosterizan con su sola presencia el lugar donde se encuentran. Así como cada hincha de Boca, en su vida personal, en cuestiones de rutina eventualmente ajenas al fútbol está dispuesto siempre a bosterizar lo que sea…”, dicen Kohan y Cohen en uno de los pasajes de su libro Desde La Boca. Cuando lo extraordinario se vuelve normal.
El fanatismo por el Xeneixe parece inherente a los hábitos de vida y las locuras no se ponderan como algo sobresaliente. Como dicen los autores, es algo que acompaña a su cotidianeidad. “Como fenómeno social, Boca se constituye en una alteración de escalas, se define en la demasía (el más uno de la mitad más uno, el uno más de la número doce). Lo que planteamos en el libro es que el fuera de medida es su medida. Y que eso que puede ser excesivo en los hinchas fanáticos de otros equipos, que por supuesto los hay, en Boca es el hincha medio, todo eso extraordinario para Boca es lo normal”, explica Kohan a Al Toque Deportes.
Desde experiencias personales e historias ajenas trazan un sinfín de motivos en el que exponen eso de “bosterizar el lugar donde se encuentran” y en el estado que sea. Por ejemplo, una profesora de facultad que prefiere no tomarle examen a un estudiante que fue a rendir con la camiseta de River. En el bar de la esquina, donde se reunían los profesores de la cátedra a conversar, uno pregunta sorprendido por ese hecho. “¿No está una mesa de examen en la universidad más allá de esta clase de asuntos? Le responde la profesora, sin mirarlo: No. Claro que no. Y como se produce un silencio algo extenso, agrega impasible: No está más allá”.
O ese pasaje salido de un cuento de Fontanarrosa, en el que un hincha de Boca que, al volver de Japón, luego de presenciar la final entre su equipo y el Real Madrid, cae derrotado, sin fuerzas – stress severo, pico de todo, surmenage, dice el médico que lo atiende – y le dan 10 días de reposo, donde no debe hacer nada. Pero los amigos lo llaman igual y así como está – fundido y casi sin abrir los ojos – lo llevan a la cancha, a ver Boca vs San Lorenzo. Ganan con gol agónico de Martín Palermo a los 85 minutos, lo grita con cuerpo y alma y se recupera. Ya no más agotamiento.
“De repente, en ese instante, en ese preciso instante, gracias a Riquelme, gracias a Palermo, gracias a Boca y a quienes lo hicieron de Boca, se rehace, se recupera, se recompone, se cura: se siente perfectamente bien. Ni rastros del malestar, ni secuelas del anonadamiento. El gol de Boca lo revivió. Así de fácil”, cuentan en el libro.
Otro tema que encierra este libro es la geografía del barrio que alberga el estadio del Xeneixe, donde parece imposible pensar en que pudiese estar en otro lado, dado que uno se complementa con el otro. “El barrio y la cancha se definen mutuamente, se impregnan mutuamente. Por lo que la historia del barrio, sus condiciones sociales y culturales, se transfieren a la idiosincrasia del club, al estilo de juego del equipo, a la manera de ser de los hinchas. En cualquier día de partido, uno pasa Parque Lezama o pasa Patricios, entra por Suárez o por Irala, y ya está en la cancha de Boca, antes incluso de haber entrado propiamente a la cancha. Boca es La Boca y viceversa. La Bombonera, más que haberse levantado desde el suelo, parece haberse bajado desde el cielo empotrándola en el barrio”, explica el autor de Dos veces junio, Ciencias morales y Confesión, entre otros.
¿Te consideras antiriver solo por una cuestión de rivalidad entre los equipos o también interviene lo simbólico que irradia cada institución?
Son imaginarios de identidad, por supuesto. Pero los imaginarios tienen consecuencias reales en prácticas concretas. Dejemos el anti, digamos que hay diferencias sustanciales. Verificar esas diferencias a los hinchas de Boca nos da una gran satisfacción. Y cuando ellos se quieren parecer a nosotros (por ejemplo: llenar la cancha, si acaso fuera cierto, como una novedad a declamar), esa satisfacción aumenta.
¿Qué cosas has dejado de lado por ir a la cancha a ver a Boca?
Varias, varias a lo largo de los años. Por mencionar apenas una: alguna vez propuse agregar bibliografía en la preparación de una reunión de cátedra, argumentando que era indispensable sumar esas lecturas, para que la reunión se postergara y no faltar a un Boca-Español. Fue en los ’90, ya prescribió. Un saludo a mis compañeros.
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