Walter Armoya fue uno de los lanzadores de disco y bala más destacados de la región, además de haber tenido una pequeña incursión como boxeador. Hoy es el entrenador de “Nacho” Carballo, el n° 1 de lanzamiento de bala del país. Recorremos la historia de un deportista todoterreno.
En 1987, un joven de 16 años se paseaba por las entrañas
del Centro 11 en busca de sus compañeros para jugar al básquet. 1,90 metros
de altura lo hacían un esencial para los picaditos en las canchas de cemento. De
a poco, Walter Armoya empezó a meterse en el mundo del deporte.
Al costado de la cancha de básquet, estaba la pista de atletismo. Los alumnos del profesorado de Educación Física tenían sus clases allí. Armoya comenzó a meterse en la pista. Primero, corriendo. Después, el lanzamiento fue la clave. Entrenado por JuanDoroteo Miranda, arrancó a practicar lanzamiento de disco y bala: “Mi físico me llevó hacia ese lado, pero después me destaqué solo en lanzamiento de disco”, repasa hoy el ex atleta.
– ¿A
dónde lo llevó en su carrera el lanzamiento de disco?
– En 1993 comencé a entrenar en el CENARD. Al año
siguiente me fui a vivir a Buenos Aires y estuve hasta 1995, me vieron con
buenas condiciones. Viajé para competir a Uruguay, llegué a estar 12° en el
ranking a nivel sudamericano. Por esas cosas del destino, siempre llegué tarde
para las marcas. Tenía la chance de meter la clasificación a los Juegos
Panamericanos que en 1995 se hicieron en Argentina. Recuerdo que al lado de la
cancha de atletismo teníamos la de hockey. Se escapó una bocha y la lancé, eso
me desgarró la espalda y me quedé afuera de los Juegos. A nivel sudamericano
no llegué a competir, pero sí la marca que había establecido valió esa posición
en el ranking.
Armoya junto a su entrenador de atletismo, el gran Juan Doroteo Miranda.
Luego de varios años entrenando como lanzador, en 1996
Armoya decidió tomar los guantes y pasarse al boxeo. En aquel entonces, en una
nota brindada al diario Puntal, Armoya sostuvo: “Es un acto de rebeldía, me
cansé de que no me dieran importancia en el atletismo y la falta de recursos”.
Su condición física le permitía adaptarse rápidamente a un nuevo deporte.
– ¿Después de esa lesión decidió dejar el lanzamiento y
pasar al boxeo?
– En realidad, a mi siempre me gustó el boxeo, todavía me
gusta. Me parece todo un arte. Allá en Buenos Aires pude hablar con el
entrenador que preparaba a la selección amateur, que era un cubano. Siempre me
decía que en mi categoría no había muchos boxeadores. Había hecho karate y judo
antes, y siempre tuve la idea de hacer boxeo. En el 1995 recuerdo que estuve
en Buenos Aires y al año siguiente se dejan de pagar todas las becas. También,
por esas cosas que uno tiene de joven, de creer que podés llevarte el mundo por
delante, pensas que podés cambiar una disciplina por otra sin que te cueste nada.
De todas maneras, lo hice, no me costó mucho adaptarme. Con Ángel Olivieri
que fue mi mentor, y mi buen entrenamiento físico, aprendí bastante rápido.
“Su parte atlética le da una base bárbara, puede aguantar varios rounds sin cansarse”
Ángel olivieri, entrenador de boxeo de armoya.- puntal 1996.
– ¿En qué lugar de tu carrera pone la etapa como boxeador?
– No sé si contarlo como parte de mi vida deportiva, hice
una sola pelea y estuve solo 6 meses entrenando. Cuando dije que no quería
entrenar más, volví a probar lanzar disco y al mes fui a competir a Santa Fe y gané.
Pasar por boxeo no me fue dificultoso. Dejar el boxeo y volver al atletismo,
tampoco.
Armoya junto a sus compañeros en sus épocas como lanzador de disco.
Aprender enseñando
Desde la llegada de Juan Ignacio Carballo a Río
Cuarto, Armoya se convirtió en su entrenador. La experiencia de tantos años con
el lanzamiento de disco (y algunos con el de bala) le permitieron tener los
conocimientos suficientes para encumbrar a “Nacho” como el n° 1 de la
especialidad en el país.
– ¿Siempre supo que quería seguir ligado al deporte?
– Creo que cuando me fui de Buenos Aires no busqué más cosas
sabiendo que lo que aprendía lo iba a volcar después, no pensando en mis
cualidades deportivas. Yo iba a aprender. Lo lejos que estábamos del
conocimiento era mucho. Ahora con Nacho podemos ver el video del mejor atleta
del mundo, e inclusive en vivo por las redes sociales. En aquel momento, ver un
video para observar lo técnico era una vez por mes, con suerte. O filmarte era
posible solo si tenías un amigo con cámara para poder verte a vos mismo.
– ¿Cómo fue el trabajo durante estos años junto a Carballo?
– Con Nacho en el 2018 habíamos llegado a un punto en el que sentíamos que lanzábamos bala pero como si fuese disco, con una técnica rotacional muy similar. La bala, sin embargo, tiene algunas características diferentes por ser un elemento más liviano. A partir de ese año, principalmente, hice una apertura de lo que nos faltaba. A partir de ahí hasta hoy creo que Nacho evolucionó mucho. Especialmente a partir del torneo de Concepción del Uruguay en marzo de 2018, Nacho mejoró todas sus marcas y fue compensando lo que le faltaba. Nos juntamos con otros entrenadores que nos abrieron un poco la idea de qué es lo que hay que buscar.
Con la experiencia encima, Armoya entrena a sol y sombra a “Nacho” Carballo, el n° 1 de lanzamiento de bala del país.
– ¿Hacia dónde apunta junto a Carballo?
– El día que Nacho se vaya de Río Cuarto va a ser para
irse a Estados Unidos o algún lugar con mejores condiciones de las que cuenta
acá. El lugar que tiene Nacho hoy en día, más allá de tenerme como
entrenador, debería hacer que solo se dedique a entrenar y nada más. Él
tiene una bala de uso personal que la tiene por un amigo, no pudimos acceder a
la compra de elementos, y tampoco se consiguen en el país. Las últimas
zapatillas que tiene se las regaló Germán Lauro. No debiera de estarle
pasando a un número uno, alguien que sueña ser olímpico.
– En la nota a Puntal en 1996, decía que se cansaba del poco apoyo que le brindaban a los atletas, ¿qué cambió con el tiempo?
– Hoy en día yo lo veo a Nacho y cuenta con algunos recursos y apoyos. En el verano estuvo a punto de irse a Brasil, antes de que nos mandaran a la cuarentena. Fue a un Sudamericano de pista cubierta en Bolivia, ayudado un poco por la Agencia Córdoba Deportes. En mi época, ese tipo de apoyo no venía y no podía hacerlo, no tenía la posibilidad desde mi bolsillo para hacerlo, ni los recursos necesarios. Por suerte Nacho cuenta con algunas cosas, pero si decimos que le faltan los elementos, la indumentaria, obviamente que no hay chances de competir plenamente en el alto rendimiento.