Fútbol
El sueño desbordante de “Pochito”
La historia de Thiago Salvatierra contada por sus formadores, desde sus orígenes en Sportivo Municipal, la prueba superada en River Plate y la convocatoria a la Selección Sub15 de Argentina.
20 de septiembre de 2017. Estadio “Los Teros”. Club Juventud Unida.
20 de septiembre de 2023. Predio “Lionel Andrés Messi”. AFA.
Seis años de diferencia. Desde Las Delicias y el Santa Rosa hasta Núñez y Ezeiza. De la “M”, pasando por la “banda” hasta la “albiceleste” y sus tres estrellas. ¿Qué sentirá en este preciso instante?
El origen de la historia de Thiago Salvatierra puede esbozar una respuesta. “Pochito” –como lo apodan- nació el 5 de mayo de 2008 y desde el lunes forma parte de la Selección Sub 15 de Argentina que dirige Pablo Aimar y se prepara para el Campeonato Sudamericano (se desarrollará a partir del 17 de noviembre en Bolivia).
La convocatoria llegó el pasado sábado y contempla cuatro días de entrenamientos en el predio de la Asociación del Fútbol Argentino. El martes vistió la camiseta número 19 y fue suplente en el empate 1-1 ante Uruguay en el primer amistoso. El jueves se desarrollará el segundo ensayo que cierra la semana de trabajos.
El sueño de ser jugador de fútbol nació en la cancha chica de Sportivo Municipal y por estos días crece en los campos de River Plate. La citación a la preselección nacional coincide con una fecha especial en la vida de Thiago. Un capítulo que merece ser contado. Un 20 de septiembre de 2017 el joven riocuartense superó la prueba desarrollada en el estadio “Los Teros” y se sumó al “millonario”.
Actualmente juega de volante por derecha en la octava división. Lo apodan “Orejitas”. Vive en la pensión riverplatense y estudia en el instituto del club. En 2019 hizo el gol de la victoria ante Boca en el Superclásico, conoció y tiene fotos con las estrellas del plantel superior y ya fue alcanzapelotas en el estadio Más Monumental.
Un presente hecho realidad, que se escapa de los mejores deseos del flaquito que acompañado por sus padres (Romina y Carlos) iba del barrio Las Delicias al Santa Rosa para saltar a la cancha, correr, gambetear y desbordar como Di María. Siempre persiguiendo el sueño de ser jugador.
Los primeros pasos
“No faltaba nunca a los entrenamientos y no paraba de correr detrás de la pelota. Siempre jugaba por afuera, gambeteaba y desbordaba. Desde chico marcó diferencias. Nosotros le decíamos que era Di María”. La descripción pertenece a Gabriel Penesi, que conoce a “Pochito” desde sus primeros pasos en la división promocional de Sportivo Municipal.
El “Chueco” define a Thiago como “muy callado, respetuoso, escuchaba y entendía todo. Sus padres lo acompañaron siempre y están muy presentes”. La altura del flaquito que llegaba desde el barrio Las Delicias resaltaba sobre sus compañeros de equipo y “esa diferencia física fue clave –remarca Penesi- porque corría todo el tiempo, parecía que tenía cuatro pulmones y sabía qué hacer con la pelota en los pies”.
Los atributos físicos y las aptitudes futbolísticas destacaron a Thiago en todas las canchas de la Liga Regional. “Era un lindo grupo y un muy buen equipo. Un año se nos escapó el torneo tras perder en semifinales contra Lutgardis Riveros en Gigena. Era una linda camada de jugadores. Siempre ‘Pochito’ llevaba la cuenta de los goles y los controlaba con sus compañeros”, recuerda Penesi entre risas.
Desborde a pura gambeta y velocidad por derecha, centro y gol. Jugada clásica del flaquito que rápidamente llamaba la atención de los presentes. La impulsiva pregunta ¿Cómo se llama el 7? tenía respuesta: “Pochito” fue sinónimo de potrero y Salvatierra la marca registrada de cada grito de gol.
“Tanto él como su familia siempre estuvieron identificados con Municipal. Hasta el día de hoy los padres de Thiago están presentes y se dan una vuelta por el club”, pondera Gabriel Penesi. La imagen de “Pochito” no solo deslumbraba los sábados, sino que los domingos era alcanzapelotas en los partidos de primera división.
Los ojos bien abiertos, atento al juego, predispuesto y sentidito en la silla de chapa ubicada detrás del arco. En el entretiempo entraba a la cancha junto a sus compañeros para jugar un rato hasta la salida de los jugadores. Al final del partido recolectaba las pelotas y se las daba al “Cola”. Era parte del paisaje futbolero del barrio Santa Rosa. Presto para abrir la puertita y salir corriendo en busca de la pelota víctima de un desacierto que pica por calle Las Heras. Ahí estaba “Pochito”, corriendo –una vez más- persiguiendo su misión.
El gran paso
En 2017 Gonzalo Martínez se desempeñaba como entrenador de Sportivo Municipal y fue testigo directo de aquel miércoles 20 de septiembre. “Lo recuerdo como si hubiera sido ayer. Me llama Daniel Brizuela (habían sido compañeros en Deportivo Morón), preguntándome si tenía jugadores para la prueba que se hacía en Juventud Unida. Le comenté que sí, pedí permiso al club y llevé jugadores de cancha grande y chica. En ese grupo estaba ‘Pochito’ (jugando en su categoría infantil).”
Martínez recuerda cada detalle de la escena: “Unos días antes de la prueba decidí entrenar a los chicos de cancha chica para que tengan un conocimiento de cancha grande (las funciones, como pararse y que no sea un cambio tan bruto). Sabiendo cómo se manejaban las pruebas le dije: ‘Pocho vos sos volante por afuera, si ellos te hablan o te preguntan algo es porque en cualquier momento te van a tirar una pelota y te van a ver cómo resolvés’”.
La premonición del entrenador se cumplió: “No fue una pelota, sino varias porque en la primera desbordó pasando a dos jugadores y sacó un centro de gol. A partir de entonces le tiraron varias y pedían que terminara él la jugada. En pleno partido me llama Brizuela y me dice ‘este chico es lo que estamos buscando Gonzalo’. Y yo me sentí feliz por él.”
Sólo tres jugadores (Mateo Falcione -categoría 2004-, Gerónimo Griotto -2008- y Thiago) quedaron seleccionados en una prueba que contó con más de 500 chicos. “Había muchísima gente, de todos lados, jamás vi tantos niños en una prueba en Río Cuarto”, rememora Martínez, y narra que “terminando todo me llama nuevamente Brizuela y me pide que le presente a los padres. Hablaron con ellos, le dijeron que tenía que viajar a Córdoba para otro partido, pero al ‘Pocho’ lo llevaban directamente a Buenos Aires. Y de ahí comienza esta linda historia que está viviendo…”
El talento y la pasión encuentran su piedra basal en el sacrificio. Condición adquirida desde siempre en la vida de Thiago que le permite ser lo que soñó ser. “Recuerdo que una noche –detalla Gonzalo Martínez- fuimos a despedirlo a la terminal porque se iba a Buenos Aires y ‘Pochito’ lloraba. Sus padres le dijeron: ‘Thiago si querés quedate, nosotros hablamos con la gente de River’. Y él secándose las lágrimas les respondió: ‘Quiero ser jugador de fútbol y este sacrificio nos va a dar nuestros frutos’. Se me partía el alma porque uno entendía lo que era el sacrificio por el fútbol y hoy gracias a Dios se le están cumpliendo sus sueños”.
Todo dicho, nada que agregar, es el cierre acorde a una historia que depara más capítulos por escribir.
Gráfico: Al Toque
Fotos: Al Toque
Redacción Al Toque
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