Columnistas
Esto no es una justificación, es una expresión de amor
Por Antonella Tosco
Se nos murió el Diego. Se nos fue a todxs. A nosotras también se nos fue. Porque nosotras, que amamos el fútbol, sabemos que eso del género es una cosa muy humana, pero el arte, eso que viene del ser humanx pero que excede lo mortal, la cualidad desde donde inventamos dioses y mitos y milagros… eso es un don que – expresado – es la vida misma revelándose ante nuestros ojos, y por eso, con tu partida, querido Diego, sentimos que se nos fue una parte de la nuestra. Porque ya no vas a estar acá para recordarnos que, entre tanta pasta gris de este mundo, entre tanta dificultad de encontrar en rincones rutinarios la belleza de lo imposible, existe un irreverencia que puede hacernos sentir que la sangre todavía corre por nuestras venas, que nuestros ojos todavía pueden percibir milagros redondos. Que habita en nosotrxs una potencia vital que persiste más allá de todos los palos -los metafóricos y los literales- que nos pega este mundo injusto que ayer decidió llevarte en tus jóvenes 60. Dicen que fuiste un Dios, para mi fuiste algo mucho más hermoso, fuiste un semidios, ese ser mitológico que los griegos inventaron para poder nombrar al Amor. Eros- para esos creadores de cuentos por excelencia- no era un Dios. Algo tan constitutivo de la esencia humana, pero que a la vez la rebalsa en toda su dimensión, como es el Amor, no podía cargar con el peso opacante de la perfección divina. El amor, para ser eso que jamás vamos a poder nombrar- aunque nos vamos a morir tratando de decirlo- tiene que habitar el mundo del barro también. Como vos, Diego, un semidios que nos unía el cielo con el potrero; lo imposible de tus gambetas, con la picardía de un gol con la mano; la ostentación de una vida maradoniana, con la sensibilidad del pibe de Villa Fiorito; la altanería, la elocuencia de tu boca y el desafío para los que siempre se la quieren llevar a toda, con los mates con doña Tota y la certeza en tu mirada de saber que la violencia que más raspa es la pobreza y la indiferencia.
Fuiste un semidios, Diego, fue nuestro error creerte perfecto. Y vos, con ese cuerpo que sostuvo mundos con la fuerza de Atlas, te las bancaste igual y nos dejaste que jugáramos el juego que más queríamos. Y nos amaste así, con nuestras imperfecciones e hipocresías de simples mortales. Y te nos fuiste, Diego. No se van tantos predicadores del hambre y la tristeza y la derrota…y te nos fuiste vos. Acá, tu pueblo te llora, tu pueblo te invoca, tu pueblo te reza, te festeja, te inmortaliza. Acá, las pibas también te vamos a llevar en los botines y te vamos a conjurar cada vez que salgamos a la cancha. Y así como el amor se posiciona sobre el sujeto amado, el fútbol todo se posó sobre vos y vos los llevaste a lo más alto con tu puño apretado, gracias por invitarnos a ese viaje, 10 eterno.
“El fútbol todo se posó sobre vos y vos los llevaste a lo más alto con tu puño apretado, gracias por invitarnos a ese viaje, 10 eterno”
Por Antonella Tosco | Jugadora de Club Sportivo y Biblioteca Atenas
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