Fútbol
Fútbol y Palestina, silencios ante el “sporticidio”


Roberto Parrottino
Periodista.
Suleiman Al–Obeid –41 años, padre de cinco hijos– salió en búsqueda de comida para su familia hacia Rafah, sur de Gaza. En la fila, murió acribillado por el ejército de Israel. Los centros de distribución de comida (según UNICEF, el 30% de los menores sufre desnutrición, panorama inédito y desesperante en la franja) son puntos de acribillamientos en los que soldados y colonos israelíes juegan al tiro al blanco. Al–Obeid, a quien llamaban “el Pelé palestino” por usar la N° 10, por su magia, por sus más de 100 goles en clubes de Gaza y Cisjordania y por un gol de chilena ante Yemén en 2010 en uno de sus 24 partidos con su selección, fue una víctima más del genocidio del Estado de Israel a Palestina. Y también un futbolista más: al menos 447 jugadores palestinos (103 menores) fueron asesinados tras el ataque de Hamas del 7 de octubre de 2023 (a los pocos días de la muerte de Al–Obeid fue asesinado Mahmoud Rafeh Shaheen, del Al–Tuffah Sports Club).
“¿Nos pueden decir cómo murió, dónde y por qué?”, inquirió a la UEFA, después de que despidiera sin contexto a través de un tuit a Al–Obeid, el egipcio Mohamed Salah, estrella del fútbol mundial, ícono del Liverpool que el viernes inició la defensa del título en la Premier League. Salah desnudó la hipocresía. El establishment del fútbol, incluso la propia FIFA, no reacciona frente al plan de hambruna de Israel contra Palestina, que numerosos estudiosos comparan, en post de aniquilar a un grupo, con el del nazismo. No hay “conflicto armado”: hay invasión, ocupación y hambruna. Tras la muerte de Al–Obeid fueron asesinados cinco periodistas de la cadena Al Jazeera (ya son más de 200 periodistas). Israel no permite que entren a Gaza cadenas internacionales. La agencia francesa AFP pidió ayuda porque sus periodistas se mueren de hambre. Y detalló que perdieron periodistas desde su creación en 1944, pero que “nunca habíamos visto morir a uno de hambre”.
El fútbol, mediante la FIFA, reconoció como estado a Palestina en 1998. En mayo pasado, en el Congreso de la FIFA en Asunción, la Asociación Palestina de Fútbol denunció por enésima vez que el genocidio de Israel abarca la complicidad de la asociación israelí en la violación de derechos humanos, la discriminación contra jugadores árabes y la inclusión en su liga de al menos seis clubes bajo territorio palestino ocupado, ítems violatorios de los estatutos de la FIFA. Es menos visible que los estadios derruidos y los futbolistas asesinados. Susan Shalabi, vicepresidenta de la Asociación Palestina, reclamó sanciones y exigió la suspensión de Israel. La FIFA, que abrió hace un año dos investigaciones, respondió con burocracia. Que debe seguir consultando a expertos internacionales, que no se impone fechas límite. “Soy un estudioso del genocidio. Reconozco cuando veo uno”, escribió el historiador Omer Bartov, veterano del ejército israelí, profesor de estudios acerca de los genocidios y del Holocausto, en The New York Times.
En pleno Mundial de Clubes en Estados Unidos, en “La casa del Kun” por ESPN, el francés Paul Pogba, campeón del mundo en Rusia 2018 y de regreso al fútbol tras una sanción por doping de 18 meses, lanzó: “Tengo una vida deluxe para mucha gente. Tengo casa, comida, agua. La gente dice que es normal, pero no es. Viste Palestina, nunca saben si mañana van a vivir. Soy agradecido de la vida que Dios me dio. Quiero hacer cosas que, cuando muera, hayan ayudado a la gente”. Pep Guardiola, DT del Manchester City, dijo ante la situación en Gaza después de haber recibido el título de doctor honoris causa de la Universidad de Manchester: “El ser humano tiene humanidad, pero eso no se muestra cuando se trata de Palestina, a pesar de que la tragedia está a tres o cuatro horas de nosotros. Parece que nos hemos quedado sin humanidad y seguimos jugando como si nada hubiera pasado y sin movernos. En la Primera y la Segunda Guerra Mundial no había medios de comunicación que transmitieran lo que sucedía; ahora vemos lo que pasa en Palestina, en directo a cada momento, y nadie se mueve”.

“Mientras se borra el fútbol” en Gaza, como afirmó la vicepresidenta Shalabi, la Asociación Palestina trasladará la base de operaciones de su selección a Chile, frente a la imposibilidad de entrenarse y jugar en su territorio por la matanza sistemática de Israel. En la primera división chilena juega el Club Deportivo Palestino, fundado en 1920 (la comunidad de chilenos de origen palestino supera las 500.000 personas, la mayor de la diáspora palestina fuera de Oriente Medio). Para sobrevivir, explicaron, y a la vez para hallar nuevos talentos. La selección de Palestina, que no disputa partidos oficiales en su territorio desde 2019, quiere que su primer Mundial sea el de 2030. En las eliminatorias para el de 2026 alcanzó la tercera ronda y, por un penal polémico al minuto 97 ante Omán, no clasificó a los playoffs. Según organizaciones de toda índole, más de 61.000 personas (al menos 786 deportistas) murieron desde el inicio de los ataques de Israel. Más de 18.000 eran niños. Miles de ellos, como cualquier chico en el mundo, jugaban a la pelota. Mohammed Rashid, capitán de la selección, describió lo que vive en Gaza, corazón del fútbol palestino, con apenas una palabra: “Sporticidio”.
Gráfico: Al Toque
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