Efemérides
Hace 40 años: Bufarini dejaba La Carlota y emprendía el viaje hacia el título de la Libertadores
El 7 de diciembre de 1980, en la vieja y desaparecida cancha de Jorge Ross, ante un combinado del ascenso de AFA, Sergio Antonio “Belila” Bufarini se despedía del club que lo vio nacer para sumarse a Independiente, en el que convertiría uno de los goles más recordados de la séptima Copa Libertadores del “rojo”.
Cuarenta años atrás, como escenario la vieja cancha de Jorge Ross de La Carlota, un importante grupo de hinchas fue testigo de un partido preparatorio entre el club local y la selección de Primera B de AFA. El duelo servía para despedir a uno de los frutos de la cantera “albiceleste”, Sergio Antonio Bufarini, “Belila”, quien partía esa tarde hacia su sueño que lo esperaba en Independiente de Avellaneda.
Corrían 30 minutos del primer tiempo, tras el gol del gigenense Hugo Battaglino para los locales, los rulos del joven delantero se perdieron por el viejo túnel que llevaba a los vestuarios. Un túnel y unos vestuarios que ya no existen, al igual que el estadio ubicado en el ingreso a la cuidad, todo pasó a la historia como esa tarde en la que Bufarini comenzaba a escribir ese capítulo llamado Independiente de Avellaneda.
“La realidad es que estoy contento, porque realmente esto me gusta y pienso que aquí puede estar mi futuro”, decía el carlotense esa tarde según la nota de Puntal del 11 de diciembre de 1980.
“Fue en la cancha vieja, en la mejor. La tercera de Independiente fue a jugar en contra nuestro y me llevaron a un partido amistoso en Entre Ríos y después fue ese encuentro de despedida tan emocionante”, recuerda desde Quilmes, donde vive actualmente, ante el llamado de Al Toque Deportes.
Bufarini nació en La Carlota el 20 de septiembre de 1963 y tras la aprobación de Ernesto Duchini pasó la prueba para llegar al “Rojo”, los que peinan canas recuerdan que la Tercera de Independiente llegó para hacer un partido con la Primera de Ross y que le pusieron una marca rústica, de un tal Pedro Monzón, para ver como reaccionaba, y pasó la prueba.
“En realidad se decía que habían estado viendo jugadores en Río Cuarto, y después me dijo Nito Veiga que (Juan Carlos) Moyano (por entonces técnico de Ross) le había hablado muy bien de mí, Monzón me atendió un par de veces y cuando terminó el partido entró Veiga y me dijo que me llevaba, estaban Piñeiro y Tombessi (por entonces dirigentes del “Puente”) que fueron fundamentales en mi carrera, porque Ross no puso muchas trabas. Me temblaban las piernas en ese momento”, dice.
Llegó y se hizo un lugar en un plantel plagado de figuras como Ricardo Bochini, Claudio Marangoni y Jorge Burruchaga, entre muchos más. “Era un equipo completo desde el DT, dirigentes, doctores utileros. El técnico (José Pastoriza) era muy de unir al grupo y la mayoría éramos de las inferiores”. De sus compañeros resalta el liderazgo de Marangoni y asegura: “El Bocha, después del Diego es el más grande”.
“Yo fui campeón y goleador de la Quinta, y además los domingos jugaba en reserva, donde también fui goleador”, acota.
En Primera División de AFA disputó 88 partidos y convirtió 15 goles, aunque el que lo transformó en inolvidable fue por Copa Libertadores, en el último compromiso de su zona, el 24 de abril de 1984. Independiente caía 2 a 1 con Olimpia de Paraguay y se quedaba eliminado, a los 15 minutos del segundo tiempo, Pastoriza lo mandó a la cancha, minutos después llegó el empate – Burruchaga de penal – y en el último suspiro del partido empujó el balón a la red del arquero Almeida y dejó a Independiente a un paso de las semifinales.
Luego llegaría el recordado título de la séptima, última Copa del “Rojo” y la tapa de El Gráfico junto al legendario Ricardo Enrique Bochini.
De los 10 partidos de esa Copa Libertadores, el carlotense estuvo en 6, jugó 4 de titular y en otras 2 ingresó como suplente, convirtió 2 goles y no recibió tarjetas.
El otro gol de “Belila” en esa Copa fue ante Universidad Católica de Chile como local, por uno de los grupos-semifinal. Fue bajo una torrencial lluvia, esa noche el por entonces presidente Raúl Alfonsín dio el puntapié inicial del juego. El encuentro terminó con victoria de los de Pastoriza por 2 a 0.
En la final de ida ante Gremio de Porto Alegre, Independiente jugó uno de los mejores partidos de la época y se trajo la victoria por 1 a 0 que lo consagró tras empatar sin goles en la revancha de Avellaneda. En ese juego el carlotense hizo un gran trabajo tapando la salida del defensor uruguayo Hugo De León.
Luego pasó por Deportivo Armenio, Platense, Temperley, O’Higgins de Chile, Instituto, Talleres de Remedio de Escalada, Alianza de El Salvador (campeón y goleador), Comunicaciones de Guatemala (goleador, ídolo y dos veces subcampeón), Huachipato de Chile, Cultural Argentino de General Pico y San Agustín y León de Huánuco de Perú, se retiró en 1997.
De su estadía por El Salvador agrega: “también hice el 2 a 1 sobre la hora y salimos campeones”.
Los duelos con Gatti y los entrenamientos con Maradona
El debut oficial en Independiente fue ante Atlético Tucumán de visitante (victoria 1 a 0 con gol de Bochini), “pero había jugado por Copa de Oro contra Boca. En ese partido, tiro larga una pelota y el ´Loco´ Gatti la levanta, me la pasa por arriba y después la agarra”, relata.
Esa canchereada del 1 de Boca lo llevó a una jugada que quedó inmortalizada en el recuerdo de los carlotenses y en las páginas de El Gráfico “Se le animó a Gatti” era el comentario en su ciudad natal: “Bufa”, como en el partido del debut, tira la pelota larga pero esta vez lo busca y lo choca al arquero con el codo, Gatti queda un buen rato en el suelo, mientras Mouzzo corría al delantero de Independiente. “No exageró Gatti, un compañero me había recordado lo del debut y me había aconsejado entrarle fuerte. Mouzzo me quería pegar y me metí atrás de Marangoni y Trosero para que me defendieran”, memoriza.
También recuerda los momentos en que compartió la cancha con Diego Armando Maradona: “Con el Diego compartí antes del Mundial de España, cuando (la Selección) entrenaba en Villa Martelli íbamos con el ‘Luli’ Ríos para jugar con los sparring. En un entrenamiento le hice tres goles a Fillol hasta que Passarella me agarró en un cruce y me sacó”.
También fue parte de la Selección Argentina Sub 20, “estuve citado después de ganar la Libertadores y jugamos en Singapur (Merlion Cup), con (Gerardo) ´Tata´ Martino, (Emilio) Comisso, (Luciano) Theiler, (Hugo) Lamadrid, (Pedro) Monzón”, dirigidos por Carlos Pachamé”.
Sus comienzos entre el reparto de soda y ser goleador del “Puente”
Sergio fue el más chico de 4 hermanos, hijo de Guido Pascual, quien había brillado en la Liga Béccar Varela y ya por entonces se dedicaba a planchero, y de Cristina Campos, “de chico lo acompañé a mi papá a hacer la planchada (recorrido en el camión que junta la leche en los tambos de la zona y la lleva a la fábrica), aunque me dormía en el camión. Después empecé a trabajar de sodero con el “Pochi” Rolando, a la tarde iba al colegio (la primaria en el Fortín Heroico y la secundaria en El Nacional), hice allí hasta cuarto año y lo terminé acá con 50, y entrenábamos por la noche”.
Bufarini fue uno de los tantos jugadores surgidos de los potreros carlotenses de la mano de Juan Ernesto “Gringo” Guarino (abuelo materno de Germán Guaschino), “fue quien me enseñó a jugar”, declaraba “Bufa” por entonces”.
“El ‘Gringo’ era un monstruo, las cosas que me enseñaba allá, las viví acá (Buenos Aires) cinco años después. Era un Bielsa, igual, un apasionado”, lo describe, y para graficarlo comenta una anécdota: “cuando jugábamos el Torneo Evita, el colectivo salía para Laboulaye a las 6 y él nos hacía ir a las 5 a cebarle mates y nos decía como teníamos que jugar, fue lo mejor que tuve. Moyano y el Falco Mejía también fueron buenos entrenadores”.
Tras ser goleador de la Segunda División debutó en Primera de Ross frente a Central, “me agarró el ´Zorro´ Ochoa en ese clásico y empatamos 2 a 2”, recuerda sobre la marca siempre molesta que ejercía el defensor del “Chaco”.
“En Ross teníamos un equipazo, jugaba Clemente Rosas, que era un fenómeno, tendría que haber estado jugando en cualquier equipo de acá (por Buenos Aires), Hugo Battaglino, Carranza…, con ese equipo en el Regional le ganamos a Atenas de Río Cuarto”, asegura Bufarini.
En la Primera División de Jorge Ross, convirtió 24 de los 54 tantos que anotó su equipo a lo largo de la temporada.
Una vida alejada del fútbol
“Ahora trabajo en el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación desde hace 15 años y tengo un par de camioncitos. Mi vínculo con el fútbol fue llevar a (Néstor) Clausen a dirigir a Oriente Petrolero de Bolivia, llevé jugadores a Bolivia y Chile, me fui con varios jugadores libres a Indonesia, después me había alejado y ahora estoy negociando a Clausen en El Salvador y a (Guillermo) ‘Luli’ Ríos (busca algún club del interior)”, comenta.
“Ya tengo 57 años, quiero vivir y disfrutar, ojalá tuviera fortuna como tienen algunos, pero yo quiero disfrutar la familia, a La Carlota voy a la casa de mi vieja y no salgo, soy muy casero porque voy por dos o tres días. No he ido a las canchas, me hubiera gustado participar más en el club (Ross) pero no se dio, no viajo tanto”, describe sobre la tranquilidad con la que vive.
El paso por Río Cuarto que no se concretó
Antes de emigrar a Buenos Aires estuvo entrenando pocos días en Estudiantes, pero finalmente el pase no se concretó: “En ese momento no había empresarios, los dirigentes me dijeron que estaba la posibilidad de Estudiantes, Talleres e Independiente y elegí venirme para acá”.
Bufarini fue el primero de tres jugadores que trajeron la medalla de la Copa Libertadores a la región de manera consecutiva, ya que al año siguiente el arquero nativo de Canals, Enrique Vidallé fue clave en la conquista de la misma por parte de Argentinos Juniors y en 1986 el gigenense Eduardo Saporiti formó parte del plantel campeón de River.
Fuentes y Fotos: Ennio Garzón Itarte, Jorge Ivan Ducevich, Milanesio Comunicación
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Redacción Al Toque
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