Fútbol

Jorge Linardi: “Lo de Diego fue un bálsamo para el dolor”

A 35 años de los goles de Maradona a Inglaterra en el Mundial de México 1986, el ex combatiente oriundo de Sampacho nos contó la experiencia propia de aquella gesta deportiva que quedó en la memoria del pueblo argentino.

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Jorge Linardi: “Lo de Diego fue un bálsamo para el dolor”

El Monte Longdon fue uno de los escenarios de la batalla final de la guerra de Malvinas. El 11 de junio de 1982, el Escuadrón de Exploración de Caballería Blindada 10 fue parte de la resistencia que las tropas argentinas enarbolaron durante tres días hasta una rendición que desembocó en la definitiva capitulación, el fin del conflicto bélico entre Argentina e Inglaterra.

Jorge Omar Linardi, nacido y criado en Sampacho, fue uno de los tantos jóvenes que con apenas 18 años viajó a las Islas y defendió su posición hasta que cayó prisionero en el crudo invierno del 82.

Cuatro años más tarde, la Argentina se enfrentó a Inglaterra por los cuartos de final del Mundial de México en un partido de fútbol que involucraba los sueños deportivos de un pueblo futbolero, pero que arrastraba muchos otros sentimientos. Como miles de jóvenes con la piel curtida por las atrocidades vividas y con las heridas aún abiertas de un combate que siguió cobrándose víctimas en los años posteriores, fue una tarde especial para Jorge, que miró con bronca algunos tramos del Mundial 82 y con más tranquilidad la gesta de México ’86.

El diario El País de España presentó el encuentro como «la guerra de Malvinas en versión futbolera«. Los medios ingleses, argentinos e incluso mexicanos replicaron el tenor recurriendo a analogías similares: buscaban  equiparar una conflagración que se cobró cientos de vidas con noventa minutos de fútbol.

En ese marco, el DT de la Selección, Carlos Salvador Bilardo, les prohibió a los jugadores referirse al tema en conferencias de prensa. El aislamiento era absoluto. Incluso Maradona, probablemente el deportista más involucrado con las causas perdidas del mundo, se desentendía del tema. Al menos lo hacía en público, porque por dentro la lucha ya la había empezado.

La historia es conocida. A los seis minutos del segundo tiempo la viveza criolla del 10 hizo que la selección dirigida por Carlos Salvador Bilardo, con un gol que hoy el VAR anularía, metió el uno a cero para el delirio del pueblo argentino.

Cuatro minutos después, sí vino el desahogo. Diego Armando Maradona pasó a tanto inglés se le cruzó enfrente y definió como los dioses. Seis rivales ingleses que intentaron quitarle la pelota a lo largo de 52 metros sobre el campo de juego: Beardsley, Reid, Butcher, Fenwick y finalmente el arquero Shilton. Ante 114.000 personas en el Estadio Azteca, a las 16.09 del 22 de junio.

Aún eran años de «desmalvinización». Era un tema tabú, como si nada hubiera pasado, como si no hubieran fallecido 649 argentinos. En plena cruzada por resignificar su lucha, el triunfo frente a Inglaterra fue una caricia al alma para todos los valientes que pisaron las Islas.

Aquel 22 de junio del ’86, a tan sólo cuatro años después de la guerra por las islas Malvinas, Maradona hizo el gol más lindo de todos. Y aunque ya no conserva aquel agónico suspenso sigue mostrando, a 35 años, que fue la gesta deportiva más heroica de todas.

“A pesar de que no lo considero como una revancha, era inevitable en ese momento no sentirlo así. Siempre tuve en claro que era un partido de fútbol y la guerra fue algo totalmente distinto. Pero Diego sabía que era especial, hasta decían que a sus compañeros los intentaba estimular con lo que nos pasó a nosotros”, comentó Jorge Linardi.

Fue una gran satisfacción el triunfo, y más por cómo lo ganamos. Con un gol hecho con trampa, como los ingleses se manejaron toda su vida, y un segundo gol que significó el más bonito de toda la historia de los mundiales. Diego fue nuestro ídolo, no uso la palabra héroe porque esos son los muchachos que quedaron sepultados en Malvinas. En ese partido contagió al equipo, hizo dos goles maravillosos“, agregó.

Linardi en uno de los viajes a Malvinas años después de la guerra.

Linardi compartió el desahogo con sus amigos en aquel 22 de junio de 1986 porque, como escribió Eduardo Sacheri en su texto homónimo, «ese partido, o ganar el mundial, no iba a arreglar el dolor enorme de Malvinas, y todos esos chicos muertos. Pero perder ese partido, perderlo con ellos, volvería todo más cruel, más amargo, más injusto».

Después del triunfo salimos en caravana y todo el mundo acá en Sampacho me abrazaba y buscaba, sabiendo de la condición de Veterano se me acercaban y me hacían sentir especial. Hasta el día de hoy, contándolo, me emociona. Lo de Diego fue un bálsamo para el dolor de haber perdido una guerra”, recordó el ex combatiente.

Por primera vez en 35 años, el aniversario de “los goles a los ingleses” no tendrá presencia del principal protagonista. Hace siete meses el “barrilete cósmico” voló hacia el cielo y nunca más bajará. Sobre el fallecimiento de Diego, Jorge Linardi también tiene su opinión, como Veterano y devoto del 10: “La muerte de Diego nos pegó mucho a los de nuestra generación, porque fue nuestro embajador deportivo. En el mundo nos conocen por Maradona, es una de las causas que siempre nombran a Argentina. Es una gran pena que se haya ido tan joven. Solamente él debe haber sabido de las presiones, de las tentaciones, y del dolor que le pudo generar la pérdida de sus padres. Creo que se fue muy joven y con muchas cosas por darnos”.

Un día como hoy, hace 35 años, Diego Armando Maradona, con dos goles, les devolvió el alma a los argentinos, pero mucho más a quienes estuvieron en Malvinas y, días después, ante Alemania, Argentina consiguió su segunda Copa del Mundo con el 10 como emblema.

La historia de Jorge en Malvinas y el fútbol como una de sus principales salidas

Linardi se sumó al servicio militar luego de haber terminado el secundario y a sólo dos meses del viaje de egresados a Bariloche. Tuvo otro par de meses para instruirse y posteriormente fue notificado, al igual que tantos jóvenes, que iba a defender la patria en las islas.

“Hice el servicio militar en Sarmiento Chubut, en la compañía de Ingenieros 9, junto con el Regimiento de Infantería 25. Pasé del viaje de egresados en Bariloche, el 31 de diciembre del 81, a incorporarme al servicio el 2 de febrero del 82. Tuvimos dos meses de instrucción, a dos mil kilómetros de mi casa, y después nos llegó la solicitud para defender las islas. Eso fue una bisagra en mi vida, sin dudas”, recordó el ex combatiente.

Y añadió: “Estuvimos un par de días en Puerto Argentino, luego pasamos a Darwin, en un viaje en barco de 36 horas más o menos. Después fuimos a la Bahía Fox y ese fue mi destino final en Malvinas, donde afrontamos la experiencia que nunca imaginé que podía vivir”.

El sampachense tuvo vinculación directa con el fútbol durante toda su vida. A los primeros pasos los hizo como delantero de Atlético Sampacho, su estadía se vio interrumpida por el servicio militar y el conflicto bélico, y luego, tras cuatro años de alejamiento retornó a pisar el césped hasta su retiro de la actividad.

“Hasta el momento que me incorporaron al servicio militar yo jugué entre Reserva y Primera con 16/17 años. Después de Malvinas me llevó un tiempo incorporarme al fútbol, no quería saber nada en ese momento. Luego me sumé por el pedido de Hugo Vicario, quien me insistió y me convenció de que el club me necesitaba, era para que empiece a relacionarme. Fue en el ’85, en una final contra Baigorria (Juventud Unida). Después tuve un paso por Herlitzka, otro por San Lorenzo de Bulnes, y definitivamente años me retiré y empecé a dirigir en una categoría de la Municipalidad y de ahí pasé con la categoría 85 a inferiores del Atlético.”

Tras el retiro como jugador, el “cable a tierra” siguió corriendo por las venas de Linardi. Las divisiones inferiores del equipo de la Municipalidad de Sampacho, las formativas del Club Atlético, y desde hace 10 años una escuelita de fútbol a la cual denominó “2 de Abril” lo condujeron al oficio natural de “profe”.

Desde hace una década Jorge está a cargo de la escuelita de fútbol 2 de Abril instalada en su Sampacho natal.

“Trabajé 35 años en el Banco Nación, en ese momento fue una gran salida para todos nosotros. Por ser Veterano nos dieron un retiro anticipado. Hace 10 años tengo una escuelita de fútbol luego de haber trabajado en el Atlético (Sampacho) con inferiores y juveniles. En la escuelita tengo desde sala de 4 hasta chicos de 13/14 años, en total son 78 chicos aproximadamente, y con mi hijo Gabriel la manejamos.”, detalló.

Y concluyó: “Tratamos de que la escuelita tenga un perfil completo en cuanto a aprendizaje, intentamos que el chico no sólo aprenda de fútbol sino también de valores”.

Redacción Al Toque

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