Media Distancia

La Bombonera late por ellas

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Delfina Corti

Periodista, escritora y jugadora de futsal.

“Le agradezco a Román por venir 
y que sea la próxima en la Bombonera”

María Felicidad Robles no deja de mirar a la pelota. Piensa que Boca necesita ganar para acomodarse en el torneo. Corre 1996 y River es el único puntero. Robles está parada a pocos pasos del punto penal y piensa en los rumores que corren en la semana previa al superclásico. El Millonario tiene pensado abrir el Monumental para albergar el partido por la quinta fecha del torneo.

A Robles la apodaron Pico porque tenía rulos similares al jugador xeneize, Walter Pico. Esperando que el árbitro principal pite, la goleadora xeneize sabe que frente a Juventud Unida se tienen que llevar los tres puntos para llegar con otra mentalidad al partido frente a River. 

Robles ya sabe a dónde va a patear. Abre su pie derecho y la pone abajo a la izquierda de la arquera que adivina la dirección, pero que no puede llegar. 

Con la 9 en su espalda, corre hacia los palcos que dan a la calle Del Valle Iberlucea, que fueron estrenados pocos meses atrás. Robles festeja con los hinchas de Boca que se acercaron a la Bombonera en el Día de la Madre, para ver a su equipo femenino de fútbol. 

Boca, aquel día, gana 3 a 0. Una de las figuras del partido, Norma “Pola” Altamirano declara en el programa Siempre Mujer que no sabía por qué habían jugado tan mal. “A lo mejor fue porque estábamos en la Bombonera y a pesar de ser un día festivo, nos vino a ver mucha gente”, explica. 

No es la primera vez que en 1996 Boca juega en su propio estadio. Meses antes, frente a Independiente, el club ya abrió las puertas. «Eli Villanueva jugaba de 7 y tiraba los centros. Hicieron una jugada con Altamirano, me llegó al área y lo hice de cabeza. Yo jugaba de 9. La verdad, en aquel momento pensaba: ‘Loco, es re groso que estemos acá’», contaría años después Robles sobre el gol que le convirtió al Rojo en la Bombonera. 

Antes de que la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) se hiciera cargo del torneo femenino, el equipo de Boca juega algunos partidos de exhibición en la Bombonera. A fines de la década del 80, en el entretiempo de un Boca-San Lorenzo masculino, las xeneizes reciben a un equipo de San Fernando. Ese día, hay 60 mil hinchas en la Bombonera. 

El equipo dirigido por Omar Goncalvez está listo para salir por el túnel. A principios de 1989, Antonio Alegre, presidente de Boca por aquel entonces, decidió crear un equipo femenino a raíz de una charla con Nils Altuna y Lilian Fadel, presidenta y vicepresidenta de la Asociación Argentina de Fútbol Femenino, una organización que a falta del interés por parte de AFA se hace cargo de la disciplina. 

Ese día, las jugadoras de Boca salen con medias amarillas, short blanco y con una camiseta azul con la publicidad de Angelo Paolo en el pecho. Del otro lado, las jugadoras de San Fernando llevan medias azules, short y camiseta blancos. 

Al minuto de juego, Silvia Luna, la número 7 de la visita, convierte el 1 a 0 definivo. Boca tiene posibilidades de empatar, sobre todo porque la arquera de San Fernando no deja de mirar maravillada a la hinchada azul y oro. 

“Nos habían dicho que entráramos y jugáramos, que ni se nos ocurriera sacarnos fotos. Y la verdad es que ni sé dónde estaba la pelota: yo me saqué fotos porque pensé: ‘Esto me va a quedar para toda la vida’», cuenta la mundialista del 71 y defensora de San Fernando, Teresa Suárez. 

Es 24 de septiembre de 2019 y la Bombonera recibe el primer superclásico femenino desde que el fútbol es semiprofesional en la Argentina. A principios de ese año, Boca le gana a Lanús 5 a 0, en la previa del partido de los varones ante San Lorenzo.

Boca golea, le gana 5 a 0 a River y Yamila Rodríguez, la wing xeneize, se lesiona al comienzo del partido. Seis meses después, ya en el 2020, la delantera es elegida como la figura del partido frente a Excursionistas. Ese día, Juan Román Riquelme se acerca a Casa Amarilla y observa el encuentro. Rodríguez convierte cuatro de los 16 goles que marca Boca y, finalizado el partido, mira hacia cámara y declara: “Le agradezco a Román por venir y que sea la próxima en la Bombonera”. 

La próxima tarda en llegar. Recién dos años después -pandemia de por medio- el estadio de Boca recibe nuevamente a las Gladiadoras. Esta vez, frente a Deportivo Español. Ese día, ante 4 mil hinchas, ganan 4 a 2 y encaminan lo que se convertiría tiempo después en el título 25 de las xeneizes en el fútbol femenino argentino. 

Boca y River llega a la última jornada como los únicos equipos con posibilidades de salir campeón. El año anterior, River se consagra en el primer torneo femenino organizado por AFA. En la segunda edición, Boca llega a la última fecha dependiendo de sí misma y no defrauda. Visita a Central Ballester y le gana 7 a 1. Ese resultado le permite consagrarse campeón por primera vez en su historia, luego de quedar un punto arriba de River en la tabla de posiciones. La jornada anterior frente a Yupanqui, su entrenador Eduardo Saturnini consiguió que la Bombonera les abriera las puertas a sus jugadoras. 

«Era un hombre que estudiaba a las rivales, que estaba en los detalles. Yupanqui eran un gran equipo de la época, pero él sabía que se destacaban en espacios cortos. Así que pensó que la Bombonera iba a ser gigante para ellas. No sé cómo la consiguió y jugamos ahí. Así nos fue, las goleamos», contaría años después Liliana Rodríguez, subcapitana de aquel equipo. 

Una semana después de aquel partido frente a Central Ballester, en diciembre de 1992, las jugadoras de Boca cumplen el sueño de dar la vuelta olímpica en la Bombonera, durante un partido del masculino. Todavía no saben que 30 años después, en un fútbol argentino semiprofesional, Boca jugará la definición del torneo en una Bombonera que late por ellas.

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