Encontranos

La Copa América de los rehenes, los estúpidos y los muertos

Por Leonardo Gasseuy

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Cronos, el dios del tiempo, terminó devorando a todos sus hijos tras enterarse por su madre que uno de estos iba a derrocarlo. Cuando se vio obligado a devolver a su sexto descendiente – Zeus – entendió que su reinado terminaba, que viviría sometido el resto de su existencia y dependería de otros para respirar y alimentarse. La CONMEBOL sufre como Cronos, vivir encerrado y rehén del poderoso mundo mercantil, donde la unilateral visión del negocio, determina juego y show alrededor de tanta muerte y sufrimiento.

La CONMEBOL programó que la Copa América se juegue en Brasil por el solo hecho de que, si no recauda entre 150 y 200 millones de dólares en este evento, se le va a complicar pagar los premios de las copas continentales que se están disputando. Es solo una cuestión económica que impide más postergaciones, lo que hace mentirosas cada una de las excusas que los dirigentes quieren justificar a cualquier costo. Alejandro Domínguez dijo “debemos sostenerla a cualquier precio, es el único producto rentable de la CONMEBOL”.

Para bien o mal vivimos en un sector del continente donde las Federaciones Nacionales y los principales clubes (al igual que sus países) son pobres, casi indigentes y que, por el solo hecho de querer maquillar sus competencias con el glamour europeo, hace cualquier cosa, como Cronos –que entregó a su hijo y vendió el alma –  con tal de formar parte del sistema.  Discutimos desde siempre el problema de la falta de recursos, pero sin profundizar que históricamente algunos tipos de mecenazgos terminan siendo tan dañinos y humillantes como la pobreza misma.

Hoshiro Mitsunaga nació en Osaka, Japón, en 1866. Cuando tenía 35 años decidió emprender en grande. Fundó Telegraphic Service Company, un servicio de noticias internacionales, y Japan Advertising, una agencia de publicidad. Hoy la empresa se llama Dentsu y por su nivel de operaciones es la quinta agencia de publicidad mundial. Al estilo nipón surfeo cada uno de los avatares que tuve el siglo. En 2019 adquirió los derechos comerciales globales de CONMEBOL para los productos Copa América 2020, 2024 y 2028. Mitsunaga, antes de crear el emporio, fue corresponsal de guerra y dijo siempre que los campos de batalla se comparan con los negocios, es todo o nada. Son los mecenas 2.0 que trasladaron la guerra al mercado. Atrapan, asfixian y exigen. Los japoneses exhortan a jugar. Esta es su Copa América y solidifican la presión con una máxima grondonista: el que paga, manda.


«La CONMEBOL sufre como Cronos, vivir encerrado y rehén del poderoso mundo mercantil, donde la unilateral visión del negocio, determina juego y show alrededor de tanta muerte y sufrimiento».


El acuerdo cubre la venta de todos sus derechos comerciales incluyendo sponsors, broadcasting, licencias, gaming, ticketing y derechos de hospitality. Demasiado arsenal comercial, como para mirar si los países del conosur tienen crisis sociales o la pandemia nos agobie. Afuera, a espaldas de las pantallas, no pasa nada. No hay muertes, no hay covid19, no hay necesidades. El perverso circo no se puede detener aun sin entender que, en cada una de sus funciones, el horror juegue su partido.

Pocas cosas alrededor del mundo del futbol han demostrado una línea tan coherente como la decisión de jugarla en Brasil. Una corporación mercantilista y un gobierno que desprecia la vida se alinearon para darle sustancia a una ridícula realidad.  San Pablo, Río de Janeiro, Pernambuco, Paraná, Brasilia, Río Grande do Sul, Santa Catarina están llegando al colapso hospitalario en un país que llegó a las 500 mil muertes. El presidente Bolsonaro, que en esta cruzada es apoyado por los productores sojeros del Mato Grosso, dijo desde el principio sobre la pandemia: “lamento las muertes, pero tenemos que vivir».

Es tan límite la situación política de Brasil en todos los aspectos que el pueblo reniega de la realización de la Copa, la mayor feligresía le da la espalda a su histórica religión. Bolsonaro dice que las criticas provienen de sectores de prensa enemigos, en referencia a la TV Globo, que perdió los derechos de transmisión del torneo frente a SBT, el canal del magnate Silvio Santos, amigo del presidente.

Jaqueado, Bolsonaro no encuentra el camino de resoluciones. Las concertaciones se alejan, el pueblo que no quiere el futbol grita “¡Fuera Bolsonaro, impeachment ya!”. El presidente designó a un General (Braga Netto) como jefe de gabinete y 9 de sus 22 ministros son militares retirados. Esto habla de una gestión que se aleja cada día del estado social de derecho y se encamina a desangrarse lentamente hasta 2022, dejando un daño irreparable.

Cuando en 1947, Alber Camus, escribió la novela La peste el nudo neurálgico de la obra da cuenta de un grupo de médicos que descubren el sentido de la solidaridad, en su labor humanitaria en el norte de África, cuando la zona es azotada por un virus. En medio de un exquisito análisis filosófico acerca del existencialismo, esa pandemia de Camus arroja como resultado que solo la humanidad vence cuando rebosa de solidaridad, apoyo mutuo y libertad individual.

Ninguno de esos estados sociales se aplica a la actualidad, imposible que compatibilicen en medio de tanto mecenazgo y egoísmo. Ocultar el sufrimiento colectivo es cuando reconocemos que la sangre que vemos no nos impresiona porque no es nuestra sangre. El futbol será cómplice directo que, en poco tiempo, el sufrimiento sea aún más intenso y la que corra sea la sangre de todos.

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