Fútbol
Maradonizar el mundo
Roberto Parrottino
Periodista.
Hay quienes se “hicieron” -y aún se “hacen”- los Maradona, y no pasan la pelota. Como admiten incontables futbolistas profesionales del mundo, ellos, de niños, jugaron a ser y soñaron con ser como Diego. Hay otros que “maradonean” en una jugada. Hay quienes meten goles “maradonianos” (así calificó el Pampa Roberto Sosa al suyo que fue el último gol de un jugador de Napoli con la 10 en el entonces estadio San Paolo y hoy Maradona antes de que retirasen el número). Utilizado como verbo en general hacia Lionel Messi, a quien había que cambiarlo según algunos en un pasado no tan lejano a partir de la supuesta carencia de rebeldía, pero sobre todo después de la partida física de la Tierra el 25 de noviembre de 2020, una multitud se propuso y se propone la acción que encierra “maradonizar” el mundo, verbo que Dalma Maradona, hija de Diego, mencionó en su respuesta al vocero presidencial Manuel Adorni en una historia de Instagram tan fugaz como el respondido.
Para muestra, vale andar con los ojos atentos por cualquier calle o rincón del mundo y, a la vez, un hilo en X del coleccionista Fernando Blanco, dueño de la inagotable cuenta @Diego10Querido. El hilo lo abrió en agosto de 2020, con fotos de un mural de un Diego bostero versión título del Metropolitano 81 en Nueva York, Estados Unidos. El siguiente -un Diego de celeste y blanco que domina la pelota con la cabeza- viaja hasta Moscú, Rusia. Los últimos, ya en julio y en junio de 2024, van desde Montreal, Canadá, hasta Natakhtari, Georgia. Como escribe Fernando en cada posteo de muros y de pintadas, “podemos maradonizar el mundo”.
Ante el avance de lo digital que muchas veces deshumaniza y arrolla la sensibilidad, una de las respuestas -y no sólo de los maradonianos- fue colorear las paredes para mantener vivo el recuerdo y el mensaje de Diego. El arte al rescate de Maradona. En el podcast De Fiorito al infinito, producido por Fabián Suárez, muralistas argentinos cuentan que, mientras los trazan y pintan, muchas personas pasan, miran y se ponen a llorar. Y que hasta se arman “ejércitos” maradonianos para acompañarlos, como ocurrió en Mataderos y en La Paternal (en el barrio porteño al que se mudó desde Villa Fiorito después de que debutara en Argentinos hay más de una veintena). Pero también cuentan que hay gente que, en otros barrios, se queja y hasta insulta. En Núñez, en 11 de Septiembre y Pasaje Río Piedras, directamente tiraron la pared en la que había un Maradona con la camiseta de Defensores de Belgrano y la frase “Patria, bandera y sentir nacional”. Les “molestaba” a los vecinos de las torres linderas, quienes llamaron cinco veces a la policía mientras lo pintaba Cristian Castiglioni. Odio y miedo a lo popular.
“Maradona pudo haber sido el jugador más grande de todos los tiempos. Pero fue más que eso -dice Fabián en el cierre de cada capítulo del podcast De Fiorito al infinito-: fue avenida, calle, estatua, tatuaje, conductor de TV, capitán, gol con la mano, canción, maestro inspirador de los sueños, camiseta, estadio, hincha, iglesia, santo, estampita, museo, leyenda, alfajor, documental, película, dibujo animado, balón de oro, director técnico, embajador deportivo, esperanza de los pobres, gol del siglo, cielo, infierno, barrilete cósmico, mural. Maradona fue todo eso y mucho más”.
En la calle Mendoza al 141, casi llegando a 9 de Julio, en Córdoba capital, hay un mosaico del Diego capitán en México 86. Un día pasó un padre con su hijo a upa. Lo acarició. El hijo repitió el gesto. Y el padre alentó a Maradona. Una cámara de seguridad los captó y la escena se hizo viral. “Paso todos los días por ahí -me contó un cordobés- y un besito le tiro”. El mosaico se convirtió en un altar.
¿Quién fue, quién es, quién será Diego Maradona o el significante de “el Diego”, de “Maradona”? Para Osvaldo Wehbe, el relator y periodista riocuartense de cuya muerte se cumplieron el martes cuatro años, Diego fue el que, durante una madrugada en un hotel de Napoli, previa al partido de la selección argentina ante Italia en el Mundial 90, le mandó pizzas y gaseosas. El hotel era el Paradiso.
El jueves, antes de salir de mi casa hacia la Bombonera, donde Boca le ganó 1-0 al Cruzeiro la ida de octavos de la Copa Sudamericana, le envié un audio y una foto de mi heladera a Mateo, mi sobrino. Le dije que todavía había espacios para sus dibujos que la decoran: un escudo de Boca, dos Miguel Merentiel -uno con las manos en la cintura y otro de espaldas, musculando- y la cara de Paulo Dybala en su ficha técnica del videojuego Dream League Soccer 2024, su última creación. “Fijate los espacios que quedan -le marqué-. Hacé lo que quieras”. Y Mateo, quien el 18 de noviembre cumplirá ocho años, me sorprendió: “Te hago del Diego”. Al rato subí la captura del chat como una historia de Instagram. Y Fernando, el querido @Diego10Querido, me respondió esto: “Educación maradoniana”.
Gráfico: Al Toque
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