Media Distancia
Talleres: el día después de la Copa que tapó el bosque
Hugo Caric
Periodista.
Ya avisó que ni piensa en abdicar Pedro I de Portugal. De todos modos, en Talleres no le auguran mucho futuro en el trono a Pedro Miguel Faria Caixinha, el pionero de los entrenadores lusos en la Primera División de la AFA. En barrio Jardín, el verdadero monarca ya dio su veredicto: “Es demasiado europeo”. Así como se lee. La frase acompañó los postres de una exclusiva cena con la que Andrés Fassi, el mandamás de la “T”, agasajó a comunicadores de su confianza, en coincidencia con el momento más complicado del equipo argentino de sus amores en lo que va de 2022. Por entonces, el Albiazul aún albergaba ilusiones en la Copa Libertadores de América, certamen en el que avanzó hasta la instancia de los cuartos de final y en el que embolsó US$ 4.850.000 dólares. Nada mal.
Cuando sacó de su galera el nombre de Caixinha, a fines de marzo pasado, el mandamás “tallarín” sabía cuáles eran los riesgos: El DT portugués tendría que hacer un curso acelerado de fútbol argentino, además de enderezar el mal arranque de año con Ángel Guillermo Hoyos en el banco y asegurar desde el verde césped la mayor cantidad posible de billetes del mismo tono en la excursión internacional. El otrora arquero de los clubes Portimonense y Beja, un perfecto desconocido por estas pampas, atenazó la chance con fuerza, como si todavía tuviese puestos los guantes. Ni se imaginaba Pedro I que terminaría siendo Pedro Canoero, remando en el dulce de leche repostero cocinado por Fassi en el último libro de pases.
Sin pretender ser exégeta del mandamás albiazul (ya tiene bastantes, dicho sea de paso) uno intuye que la célebre frase de la citada sobremesa, aquello de “demasiado europeo”, apuntó a la escasa diferencia de matices que denotan la expresión, el discurso y el trabajo del director técnico en las tres hipótesis posibles del fútbol: el triunfo, el empate y la derrota.
Cambia, todo cambia
Buen comentarista resultó ser el entrenador de Talleres. De hecho, ya se había probado en ese rol en otra de sus pasiones: las corridas de toros. “Un equipo que recibe tres goles, no merece ganar”, manifestó luego del reciente 3-3 ante Patronato en el Estadio Kempes, por la Liga Profesional.
La autocrítica de su análisis, valorable en un ambiente donde las excusas están a la orden del día, no lo exime de responsabilidad. Caixinha es un experto con el diario del lunes, o del día después en que la TV desacomode los partidos. No parece tener las cosas tan claras antes y durante los 90 y pico de minutos de juego, el lapso que más exige de su pericia y sapiencia.
“Demasiado lo que ha hecho, el pobre”, señalan algunos hinchas en su defensa. Aluden a los últimos mercados de pases de la “T”, en los que llegaron 20 jugadores y casi ninguna flor. Repasamos el elenco, por orden de aparición: Leandro Espejo, Matías Esquivel, Francisco Álvarez, Ramiro González Hernández, Rodrigo Garro, Kevin Pereira, Matías Catalán, Tomás Cavanagh, Gastón Benavídez, Federico Girotti, Alan Aguerre, Matías Godoy, Emerson Batalla, Cristian Oliva, Samiel Diarte, Julio Buffarini, Favio Álvarez, Alan Franco, Ulises Ortegoza y Federico Pizzini. El listado incluye algunos titulares discutibles, otros que alternan entre el banco y la cancha sin demasiada trascendencia y un puñado de promesas. También incógnitas, lesionados, exiliados, descontentos y desterrados.
En semejante cambalache sobresale el pibe Garro, un jugador simple, lúcido y punzante, que más temprano que tarde seguramente terminará engrosando la nómina de jugosas transferencias de la actual directiva. Como a todos los talentosos de la pelota de estos tiempos, al ex Instituto le toca lidiar con esa lógica de los entrenadores de armar los equipos en defensa propia, pensando exclusivamente en llegar a fin de mes. Algunos murmullos y silbidos que se escucharon en las plateas del mundialista cordobés (opacados oportunamente por los cánticos de la barra), le permitieron a Garro mantenerse en pie en un partido que lo tenía como figura. Más allá del acting de Caixinha: el intento de hacer quedar al cuarto árbitro Emanuel Ejarque como el buscador del cartel equivocado a la hora de señalar un cambio que ni Facundo Sava, el DT de Patronato, aprobaría.
La última Copa
El miércoles 7 de setiembre será un día clave para Talleres. Ese día, en el Estadio Juan Gilberto Funes de La Punta, el elenco cordobés jugará ante Newell´s por los octavos de final de la Copa Argentina, la única competencia que a esta altura del partido parece darle una chance de repetir el año que viene las experiencias de 2021 y 2022 en torneos de la Conmebol. Esa posibilidad ya le quedó muy lejos por los caminos de la Liga Profesional y de la Tabla Anual, donde viene bastante rezagado.
Si no supera con éxito el compromiso que afrontará ante ‘la Lepra’ en San Luis, le será muy difícil a la “T” sobrellevar lo que tocará en suerte antes del Mundial de Qatar: una decena de partidos jugando sólo para engrosar las milésimas de un promedio que no puede darse el lujo de descuidar.
“Vamos a seguir. Pase lo que pase, estaré dando la cara”, afirma el DT de Talleres, que en cinco meses de gestión logró encastrar algunas piezas pero que aún está lejos de poder armar el puzzle. ¿A qué juega el equipo de Pedro I? Todavía no hay respuesta. Los valores de los últimos análisis parecen desmentir el diagnóstico clínico que el estratega del Viejo Mundo hace sobre la irregular marcha de su escuadra: “Dolores de crecimiento”.
Más allá de la buena campaña en la Libertadores (4 triunfos, 3 igualdades y 3 traspiés), los números no le cierran demasiado en el certamen local, donde cosecha 5 alegrías, 4 pardas y 11 caídas, y no ha ganado de visitante en 13 presentaciones. El balance general muestra un saldo rojizo: 9 victorias, 7 empates y 14 derrotas, la cosecha de 34 puntos sobre 90 posibles y una eficacia del 37,7%. ¿Y por el vestuario, cómo andamos? Por lo que se refleja en el campo, la autoridad de Caixinha parece devaluada puertas adentro, sobre todo frente a los más “carteludos” del plantel.
¿Por qué no es titular Rafael Pérez, siendo que Néstor Lorenzo lo sigue para citarlo a la selección de Colombia? ¿Por qué no juega de entrada Diego Valoyes, que supuestamente tiene un montón de ofertas de equipos del exterior? ¿Por qué Julio Buffarini y Favio Álvarez, los refuerzos “de corazón albiazul”, son abonados al banco? ¿Por qué Michael Santos luce tan fastidioso, aún ahora que la lesión de Federico Girotti le devolvió la titularidad? ¿Por qué Enzo Díaz no es el mismo del año pasado? ¿Por qué no figura ni a los premios Ángelo Martino? No se sabe, no se contesta.
Los socios del silencio
Hay otros números que pronto también empezarán a tallar en la realidad albiazul. El fervor copero trajo aparejado un fuerte movimiento en la conscripción de socios, a tal punto que antes de la llave contra Vélez el club de barrio Jardín anunció que los carnets al día ya sumaban 50 mil.
Cerca de la mitad de esa cifra alcanza el número de personas que acudió a presenciar en el Kempes el primer encuentro posterior a la eliminación contra el equipo que dirige Alexander “Cacique” Medina, un viejo conocido al que desconocieron, y fiero, hinchas y allegados de la “T”, inclusive un par de religiosos que son habitués del sector de autoridades. Al duelo con Patronato hay que darle el changüí de que fue puesto en escena un jueves, a las siete de la tarde y con frío polar, pero es muy probable que en los partidos sucesivos quede en evidencia el efecto de “jugar por nada”.
La situación también puede convertirse en la excusa perfecta para que el club negocie a algunos jugadores que todavía mantienen un valor de mercado importante, aunque sus cotizaciones hayan oscilado al compás de los vaivenes del equipo y puedan devaluarse fuera de las pizarras de la Conmebol. Valoyes, Díaz, Herrera, Santos… y siguen las firmas ¿Garro? Algunos murmullos dan cuenta de que, después de los aplausos que le tributaron la semana pasada desde las tribunas, ya lo están envolviendo con moño y todo. El Mundial de Qatar no les costará gratis a los clubes, y en el caso de Talleres habrá que sostener un presupuesto de $250 millones ente noviembre y diciembre, sin los ingresos que genera la competencia y sólo con la ayuda de sus “aliados estratégicos” y de la TV.
Volviendo a Caixinha… Está claro que el hombre no quiere dar el brazo a torcer. Confía en las capacidades que algunos años atrás le permitieron ser campeón con Santos Laguna y Cruz Azul en México, de donde lo tenía registrado el presidente de Talleres. Su última experiencia en el fútbol azteca, nuevamente en el equipo de Torreón, fue interrumpida luego de ocho partidos el 23 de febrero pasado, por lo que una decisión de la conducción albiazul le provocaría su segundo despido en un año. Una situación incómoda que hasta un ex arquero siempre intenta gambetear.
Tampoco sería la idea de Fassi hacer doblete. O triplete, porque con una plantilla limitada nadie puede garantizarle a un eventual sucesor una supervivencia muy extensa sin un lógico desgaste. Al ex preparador físico no le tembló el pulso a la hora de echar a Hugo Sánchez del Pachuca de México o a Diego Forlán de Atenas de Uruguay, pero Talleres y Argentina son otra cosa. En la tierra en que los clubes siguen siendo sociedades civiles sin fines de lucro, hay que cuidar un poco más las formas.
No sería bien visto que un dirigente cuya imagen es medida permanentemente por los encuestadores de políticos, ricos y famosos reincidiera con el eyector. Demasiados eufemismos ya tuvo que utilizar para justificar la interrupción del breve y olvidable segundo ciclo de Hoyos en el club de barrio Jardín. Todo indica que, si el clima se pone calentito, la opción será buscar “Cobija”. La aparente paradoja no es ni más ni menos que la opción que está más a mano: un nuevo interinato de Javier Gandolfi.
Más allá de los cantos y las voces que pretenden taparlo todo, no estaría mal pegarle el oído a las sensaciones de esos hinchas genuinos, que administran sus humores y sus economías priorizando a la pelota. Quizá ayude para hacer más previsible un futuro que por el momento tiene más dudas que certezas. Las Copas, por ahora, se miran. ¿Caixinha no se toca?
Fotos: Prensa Talleres
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