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Tapie: el capítulo cordobés

Cómo el magnate francés quiso salvar al Olympique de Marsella invocando a Talleres. Lo que no cuenta una de las miniseries más vistas del momento.

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Bernard Tapie fue cantante y animador de TV; vendedor de electrodomésticos y máximo accionista de Adidas; piloto de autos y ganador del Tour de Francia con su equipo de ciclismo; diputado de la izquierda y ministro socialista; dirigente de fútbol y afamado convicto.

Hugo Caric

Periodista.

Hace un poco más de dos años, el 3 de octubre de 2021, la ciudad francesa de Marsella despidió con honores a uno de los personajes más controvertidos de su historia contemporánea. Bernard Tapie -de él se trata- fue cantante y animador de TV; vendedor de electrodomésticos y máximo accionista de Adidas; piloto de autos y ganador del Tour de Francia con su equipo de ciclismo; diputado de la izquierda y ministro socialista; dirigente de fútbol y afamado convicto. Todo eso junto, y mucho más que eso.

Durante su incursión por el mundo de la pelota, que se extendió entre 1986 y 1994, su Olympique conquistó cuatro Ligas y una Copa de Francia, y logró lo que no pudo ni siquiera el ostentoso PSG de los jeques, con su abundancia de petrodólares y figuras como Messi, Mbappé y Neymar: darle a su país ‘La Orejona’, el codiciado trofeo de la Champions League.

En la plataforma Netflix puede verse desde hace varias semanas la serie de ficción inspirada en este magnate galo que vivió al límite entre la posición adelantada y el offside, que no son la misma cosa en la cancha de la vida. “Lo fue casi todo en Francia, y se le amó tanto como se le temió y detestó”, consignó Marc Bassets en la necrología que publicó el diario español El País. “Un ícono popular, una persona cuya ambición, energía y entusiasmo fueron una inspiración para muchas generaciones”, lo definió el comunicado con el que lo despidió el gobierno de Emmanuel Macron.

HÉROE. Cantando “Whe Are The Champions”, una multitud despidió a Tapie en las adyacencias del Velódrome de Marsella, en octubre de 2021.

Mayo francés y Córdobazo

En su afán por trascender en el fútbol, Tapie no escatimó esfuerzos. “No hablemos de cifras, yo pongo el doble de lo que le paga el Napoli… Lo quiero a usted, ¡sí o sí!”, recordó alguna vez Diego Maradona sobre la propuesta que el francés le hizo en 1989 en un hotel de Milán.

Por una promesa incumplida de Corrado Ferlaino, el entonces titular del club napolitano, aquel Olympique se quedó con las ganas de contar con el astro argentino. Sí logró reclutar al uruguayo Enzo Francescoli, al alemán Rudi Völler, al serbio Dragan Stojkovic, el ghanés Abedi Pelé, al croata Alen Boksic, al inglés Chris Waddle, al camerunés Joseph-Antoine Bell y al brasileño Carlos Mozer, entre otros. Y disfrutó el destello de estrellas locales, caso Alain Giresse, Erik Cantoná, Bernard Genghini, Jean Tigana, Manuel Amorós, Fabien Barthez, Didier Deschamps y Jean-Pierre Papin.

La consagración en la Liga de Campeones de Europa, el 26 de mayo de 1993 en el Estadio Olímpico de Múnich y ante el célebre Milan de los neerlandeses Van Basten, Rijkaard y Gullit, y de Il Cavaliere Silvio Berlusconi, polémico empresario y político italiano, marcaría la hora más gloriosa para la aventura deportiva de Tapie. También el principio del fin.   

En Córdoba, a casi 11 mil kilómetros de Marsella, muy poco se hablaba por entonces del primer y único logro europeo de un representante galo. Tres días antes, un escándalo de proporciones se había desatado en el Chateau, el estadio con acento francés rebautizado Mario Kempes, tras la suspensión del partido Talleres-River, por la 16° fecha del Torneo Clausura de la AFA.

Un penal que sólo vio el árbitro Javier Castrilli, y que ‘el Polillita’ Rubén Da Silva transformó en 2-2, fue la gota que colmó el vaso. Sobrevendrían las expulsiones de Rivarola, Kenig, Ortega Sánchez, Fornero y Boldrini.

CASTRILLI. El polémico arbitraje del ‘Sheriff’ del 23 de mayo de 1993, en el partido Talleres-River, desató un escándalo de alcance internacional.

Descenso directo

El gesto triunfal se desdibujó más temprano que tarde en el rostro de Tapie. A los pocos días de la consagración en Alemania, salió a luz una investigación de un Tribunal francés que amenazaba con tirar abajo su castillo de arena. Jacques Glassman, futbolista del Valenciennes, había denunciado un contacto del Olympique para “tomarse las cosas con calma” en el duelo que ambos equipos protagonizaron el 20 de mayo, seis días antes de la finalísima del Viejo Mundo, y que terminó con victoria 1-0 y obtención de la quinta Liga consecutiva para los marselleses.

Las acusaciones involucraron a Tapie, a su director general Jean-Pierre Bernés y a uno de los jugadores de su equipo, Jean-Jacques Eydelie; y a otros dos integrantes del plantel del Valenciennes: Christophe Robert y el argentino Jorge Burruchaga, campeón del mundo en México ’86.

La Federación Francesa de Fútbol encontró culpables de ‘corrupción pasiva’ a los futbolistas implicados -en el caso de Burruchaga, la suspensión echó por tierra un inminente pase a River-, y Olympique fue despojado de su título local, bajado a la Segunda División y marginado de la Supercopa de Europa, la Copa Intercontinental y la Champions 1993/94.

Robert aparecería algunos años más tarde en Ferro Carril Oeste, donde llegó a jugar un amistoso de pretemporada frente a Brown de Arrecifes, antes de pegar la vuelta a su país. Glassman fue distinguido con el Premio Fair Play de la FIFA, una tardía compensación para los tiempos de ostracismo que le tocó transitar tras develar algunos de los oscuros métodos del campeón, que -según testimonios posteriores- incluyeron compra de árbitros, sabotajes a los adversarios y recurrentes prácticas de dopaje.

Tapie no salió indemne. Fue inhabilitado como dirigente y terminó condenado a ocho meses de prisión por cohecho y soborno de testigos.

CONDENADO. El magnate francés estuvo preso por un caso de corrupción en un partido de Liga entre Olympique y Valenciennes.

Amenaza Mundial

En setiembre de 1993, cuando Olympique fue descendido de un plumazo, Talleres hacía su primera experiencia en el torneo de ascenso del fútbol argentino, aunque mantenía su conflicto judicial con la AFA. La Cámara había ratificado el amparo que el club albiazul ganó en primera instancia, y desde la FIFA -cuyo estatuto prohíbe expresamente la intervención judicial para la resolución de asuntos deportivos- eran cada vez más fuertes las presiones para que el expediente terminara guardado en el archivo.

Tapie, que a esa altura buscaba con desesperación sacar algún As de la manga, tomó debida nota desde Marsella y replicó la jugada de Talleres.

“Olympique fue a la Justicia citando como jurisprudencia el caso de Talleres. Por ese tema, a Julio Grondona le dijeron que, si no arreglaba con nosotros, él no era más vicepresidente de la FIFA y Argentina no jugaba el Mundial de Estados Unidos”, revela el abogado cordobés Horacio Manzur, quien en aquellos tiempos fue vicepresidente 2° de la ‘T’ y encarnó la posición más intransigente contra la cúpula del fútbol argentino.

MANZUR. “Olympique de Marsella fue a la Justicia citando como jurisprudencia el caso de Talleres”, reveló el exdirectivo del club cordobés.

La amenaza de quedar al margen de la XV Copa del Mundo se extendió al seleccionado francés, pero la Bulgaria de Stoichkov, Lechkov, Balakov y Kostadinov le allanó el camino a la FIFA, con un sorprendente 2-1 en el Parque de los Príncipes, otro mazazo para el fútbol galo en aquel fatídico 1993. El mismo día, el 17 de noviembre, Argentina ingresaba al máximo certamen de selecciones por la última rendija que había quedado abierta; el repechaje con Australia, que se resolvió con triunfo 1-0 en el Monumental.

Déjà vu

La intervención de un renombrado estudio jurídico porteño, por mandato de la empresa televisiva que tenía los derechos de transmisión de los partidos de Argentina en el Mundial ’94, fue la llave que destrabó el conflicto entre Talleres y la AFA. “Arreglamos porque habíamos ido un par de veces a Casa Rosada y teníamos claro que la Corte Suprema nos iba a voltear el fallo”, señala Manzur. A la tesorería albiazul ingresaron US$2 millones y Grondona salvó su cabeza, aunque meses después entregaría la de Diego a sus compañeros de la FIFA, que desde hace rato se la tenían jurada al ‘10’.

La ‘T’ subió y bajó, y Olympique bajó pero debió esperar para subir, pese a haber sacado más puntos que todos en el certamen de ascenso, porque Tapie insistía en seguir jugando con el estilo que había patentado el juez federal Luis Rueda en los Tribunales del Parque Sarmiento cordobés.

Cuatro años más tarde, en Francia, coincidirían en otra Copa del Mundo -la primera sin Maradona en cancha- varios protagonistas de aquellas tardes de mayo de hace 30 años en el Chateau nuestro y en el Velódrome marsellés: Daniel Passarella, Ramón Medina Bello, Fernando Cáceres, Didier Deschamps (capitán del Olympique de Tapie y del primer seleccionado galo campeón mundial)… ¡Y Castrilli! Exacto, el mismísimo ‘Sheriff’.

Representando al arbitraje argentino, el referí del gesto impertérrito (“Maestro, hábleme, explíqueme por qué me echa, ¿o usted está muerto?”, Maradona dixit) anduvo haciendo de las suyas en Lens y Burdeos, con debut en Dinamarca 1-Arabia 0 y despedida en Croacia 1-Rumania 0.

En este último partido también revoleó cinco tarjetas (en este caso, amarillas) y cobró otro polémico penal, que Davor Suker, el actual presidente de la Federación Croata de Fútbol, cambió por gol y clasificación a cuartos de final. Igual que en el tristemente célebre Talleres-River del ’93, Castrilli se marchó silbado por todos los espectadores.

Cinco días más tarde, la ‘T’ lograría el ascenso más celebrado de su historia, el del clásico con Belgrano. También llegarían festejos en Francia, con Deschamps levantando el galardón máximo de la FIFA. Mientras tanto, otro Didier -Mondon, fiscal del Tribunal de Apelación de Aix en Provence- pedía una nueva condena para Tapie, esta vez de cinco años, por «falsificación, abuso de confianza y abuso de bienes sociales». Hacía rato que se había cortado el hilo invisible que unió a Talleres con el Olympique.

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