Un salto más para Delfino: “Nosotros desde el primer día dijimos la palabra ascenso”

La noche del ascenso quedará grabada para siempre en la memoria colectiva de Estudiantes, pero también en la historia profesional de Iván Raúl Delfino. El entrenador nacido en Sunchales, hombre de perfil bajo y convicciones firmes, cerró en Madryn uno de los capítulos más importantes de su carrera. “Nosotros desde el primer día dijimos la palabra ascenso”, confesó con la serenidad que otorga el objetivo cumplido. Y no era una frase hecha: fue el eje de un proceso metódico, sostenido y profundamente personal.

Delfino consiguió su segundo ascenso a la Liga Profesional —el primero había sido en 2015 con Patronato— y terminó de saldar una deuda interna que arrastraba desde hacía años. Tres finales consecutivas perdidas con Sarmiento de Junín, entre 2017 y 2019, lo habían dejado cerca de la consagración, pero siempre a un paso. Esta vez no hubo margen para fantasmas: Estudiantes fue un equipo de autor, reconocible, competitivo, resiliente y superior a todos sus rivales a lo largo del Reducido.

Se lo ganó merecidamente a Deportivo Madryn, con un 2-0 en el estadio Antonio Candini, y un 1-1 en condición de visitante, para cerrar un global de 3-1 y retornar a Primera División luego de 40 años.

Un equipo con ADN propio

El logro de Delfino no se explica solo por la coronación. Durante toda la campaña, el entrenador mostró una de sus principales virtudes: darle identidad a cada plantel que conduce. Estudiantes fue compacto, corto, solidario, equilibrado y oportuno. Un equipo que supo cuándo acelerar, cuándo esperar y cuándo sufrir. Nada fue casualidad.

Con un grupo que atravesó dificultades institucionales profundas —un presidente detenido, la imposibilidad de incorporar refuerzos, la incertidumbre en plena competencia— el técnico sostuvo la calma y convirtió la adversidad en combustible emocional. “No es fácil ganar, hay que disfrutar este momento… Yo no creo en los merecimientos, sino en el trabajo”, reflexionó tras el ascenso. Sus palabras retratan su filosofía: nada se regala, todo se construye.

La revancha después de la revancha

El ascenso también tiene un valor simbólico: se dio en su segundo ciclo en el club. Delfino ya había dejado una buena impresión en 2023, cuando llegó a semifinales y quedó eliminado de manera agónica ante Deportivo Maipú. Su salida dejó la sensación de que aquella historia estaba incompleta. Hoy, un año después, la escribió de nuevo y la cerró como quería: en lo más alto.

El propio plantel reconoce su influencia. Desde el primer día, Delfino instaló un objetivo claro, incluso cuando las circunstancias parecían contradecirlo. Su conducción puertas adentro, su manejo de grupo y su coherencia táctica fueron las columnas que sostuvieron el sueño.

Un ascenso que lo reposiciona

Con esta campaña, Delfino se reafirma como uno de los entrenadores más confiables y consistentes del fútbol argentino. No necesita estridencias ni discursos rebuscados: sus equipos hablan por él. Estudiantes encontró en su trabajo un guía sereno, firme y profesional, capaz de ordenar el caos y construir victorias desde la convicción.

El ascenso no es solo la consagración de un plantel. Es, también, la reivindicación de un entrenador que creyó cuando pocos lo hacían. Y que, con un estilo propio y silencioso, volvió a poner a Estudiantes en la Liga Profesional después de 40 años.

Iván Delfino no solo logró un salto más. Le regaló al “Celeste” el salto más importante de su historia reciente.

Fotos: Estudiantes
Redacción Al Toque