Fútbol

Una identidad futbolera

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La Sub 20 Argentina y una identidad de grupo.

Alejandro Wall

Periodista.

Una de las cuestiones que se suele resaltar sobre la selección campeona del mundo en Qatar es la idea de grupo. El uno para todos, todos para uno que Alejandro Dumas universalizó con sus tres mosqueteros. No hay equipo sin ese cuerpo sólido, colectivo, que se conforma afuera de la cancha pero que tiene sus consecuencias adentro. El fútbol profesional, de élite, se transforma en esos casos en fútbol con amigos. Nada garantiza el resultado pero el contexto ayuda a conseguirlo, incluso a hacer mejor el tránsito, el camino. Ahora algo de eso sale de los discursos que por estas horas ensayan los jugadores de la selección Sub 20 que atravesó con goles y goleadas la primera fase del Mundial que se juega en la Argentina.

El espectáculo que el equipo brindó el último viernes frente a Nueva Zelanda en San Juan mostró no sólo el nivel individual de algunos jugadores. También abrió la incógnita de quiénes son titulares y quiénes suplentes. O si se aplica el viejo concepto de que no hay una cosa y la otra.

La Argentina, en rigor, había salido a jugar con una formación presuntamente alternativa. Ya estaba clasificada, quedaba resolver si pasaba a los octavos de final en el primero o en el segundo lugar. Javier Mascherano, símbolo de la selección como jugador, ahora entrenador, resolvió una rotación. Y el camino lo comenzó, de hecho, el delantero (Ignacio Maestro Puch) que ocupaba el lugar del goleador (Alejo Veliz). El jugador de Atlético Tucumán marcaría su primer tanto en el Mundial. Pero Veliz completaría la faena, haría el quinto.

Entre esos dos puntos lo que ocurrió fue un festival de toques y gambetas. Hubo caños, hubo atrevimiento, y hubo un gol que será el souvenir del Mundial. Luka Romero -que pudo haber jugado para México o para España pero juega para la Argentina- ofreció todo su repertorio: robó, guardó la pelota, tiró un caño, corrió y sacó una bomba hacia al arco que hay que ver mil veces para entender en qué momento apretó el enter. 

A Romero lo ponemos en la lista de los «europibes». Los que vivieron más allá que acá, o los que directamente no conocen el acá más que por herencia materno paterna. Puede resultar raro pero esa presunta ajenidad no les hace perder identidad. Luka Romero repitió en estos días que todo lo que le pasa en este tiempo es básicamente que siente cumplido el sueño de poder llevar la camiseta de la selección. Los que no pudieron jugar el Mundial, como Alejandro Garnacho o Nicolás Paz, se instagramean mirando los partidos y tomando mates. No juegan pero son parte.

Ahí, entonces, hay una identidad que se construye y que se transmite sin importar el pasaporte. ¿Cuánto tendrá que ver Lionel Messi y los suyos en esto? ¿O cuánto tendrá que ver una forma de sentir y jugar el fútbol? Luka Romero nació en México y creció en España pero lo que hizo frente a los neozelandeses lo pudo haber aprendido en algún campito de Quilmes, la patria chica de su padre, Diego, que jugó en el Cervecero. El fútbol lo llevó a Diego por otras partes (pasó por Atlético Rafaela) y en ese camino nació Luka. Pero lo que quedó es un trasvasamiento futbolero que va más allá de cualquier frontera. Luka no es de Quilmes pero sí, es de ahí.

Algo de eso nos enseñan estos pibes que ya tienen su recorrido a pesar de la edad. Qué decir de lo que hace Brian Aguirre cuando tiene la pelota. O Veliz cuando tiene que definir. O Federico Redondo (con una herencia indiscutible) cuando manda en la mitad de la cancha. O Ignacio Miramón. O Juan Gauto cuando encara. Es curioso porque si hubiera sido por lo que había ocurrido en el Sudamericano esto no estaría pasando. Pero cuestiones geopolíticas, gestiones de la mano de un Chiqui Tapia que parece todopoderoso, acá está la selección jugando su Mundial.

Federico Redondo, otro de los que se ganó los aplausos en San Juan.

A todo ese talento lo contiene una idea de grupo, de estar cuando sea necesario. Y eso también ocurrió con la Argentina en Qatar cuando aparecieron Enzo Fernández, Alexis Mac Allister o Julián Álvarez. Cuando el Mundial se convirtió en un todos para uno, uno para todos. Aunque ese «uno» sea Messi. 

La idea de «grupo» también rodea a los pibes de la Sub 20.

No se sabe qué deparará lo que sigue con esta selección ahora que llega el mano a mano, el partido que siempre es límite, pero estos jugadores formaron un grupo y desplegaron su fútbol argentino. Y sus historias recién empiezan.

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