Nacido hace 46 años en la pequeña localidad de Tosquita, con un paso glorioso como DT en Belgrano de Vicuña Mackenna y con un pasado como futbolista que se hizo sentir en los albores de los ’90. La historia del “Negro” con San Telmo, el último elenco que consiguió el boleto a la Primera Nacional.
El Club Atlético San Telmo venció en la noche del jueves a
Deportivo Madryn por 3 a 1 en la definición desde el punto penal, tras igualar
0 a 0 al cabo de los 90 minutos reglamentarios, y ascendió por primera vez en
su historia a la Primera Nacional.
El encuentro se llevó a cabo en el estadio Coloso Marcelo
Bielsa, de Newell’s Old Boys de Rosario, y en la serie de los penales el
arquero de San Telmo, Alan González, fue el héroe de la noche al contener los
disparos de Emiliano López y Cristian Canué. Primer dato relevante, ya que el
arquero del “candombero” es el hijo de “Nacho” González, histórico guardameta
de Racing Club de Avellaneda.
Entre otros datos particulares que tuvo el último ascendido, y que siempre aparecen en estas etapas de gloria, es que el delantero de 37 años Javier Velázquez, ex Instituto y Talleres de Córdoba, consiguió su sexto ascenso personal. Además, el DT Pablo Frontini, otro ex Instituto, logró ascender al equipo en su primera experiencia como entrenador.
El ex defensor Pablo Frontini logró el ascenso con San Telmo en su primera experiencia como técnico.
San Telmo acompañará a la Primera Nacional a Almirante Brown
y Tristán Suárez, que lograron el ascenso desde la Primera B, y a Atlético
Güemes de Santiago del Estero y Deportivo Maipú de Mendoza, que obtuvieron la
promoción desde el torneo Federal A. Desde la temporada entrante la segunda
categoría tendrá 35 equipos participantes.
San Telmo se quedó con el último boleto a la Primera Nacional.
Todavía siguen los festejos en la Isla Maciel, por un club humilde
que venía compitiendo, pedía permiso entre los de arriba y no se le daba. Finalmente,
una noche en Rosario, logró su cometido.
La historia de San Telmo es tan particular como sufrida.
Tiene sede social en el barrio de Telmo, aunque su estadio está ubicado en la
Isla Maciel, uno de los barrios de Dock Sud en el partido de Avellaneda. Esa
ubicación fue un factor histórico fundamental para que el equipo deambule por
diferentes estadios del ascenso debido a que el suyo no contaba con la infraestructura
y seguridad suficiente para organizar un espectáculo deportivo.
Fue un sufrimiento constante, que rozaba la segregación. Duró muchos años, el club pasó por varias categorías con esa mochila, hasta que en los últimos años logró enderezar su destino.
Festejos de la gente de san telmo en la sede social ubicada en el partido de avellaneda.
Para adentrarnos en lo que es San Telmo hay que decir que un
5 de marzo de 1904, Francisco Pantarotto fundó el San Telmo Football Club.
Aquel grupo de amigos que acompañó a Pantarotto (primer presidente), se reunía
en una vieja casona de la calle Paseo Colón al 1400, lugar donde funcionó la
primer sede. Desde ese entonces y durante los primeros años jugó en distintas
canchas ubicadas en la Dársena (hoy Puerto Madero). La leyenda de sus colores
es bastante particular; el primer juego de camisetas fue azul y blanco, el
mismo lo utilizó en el primer partido oficial disputado entre lluvia y barro,
razón por la cual aquellas camisetas destiñeron y el azul cubrió el blanco
quedando el tono azul-celeste hasta nuestros días.
Desde 1916 a 1974 militó entre la cuarta, tercera y segunda categoría,
pero llegó el año 1975 en el que el “Candombero” logró la hazaña y llegó a la
élite. De la misma el recuerdo imborrable del triunfo ante el bicampeón del
76′, Boca Juniors por 3 a 1 en cancha de Huracán de Parque Patricios.
El 25 de mayo, en el marco de la 19º fecha, se dio el partido más importante de San Telmo en su historia. Recibía y derrotaba 3-1 al Boca del “Toto” Lorenzo.
Ese sueño duró poco, luego vinieron los descensos para
permanecer durante 18 años en la C, hasta que en 1996 se volvió a la B
Metropolitana. A mediados de 2013 pierde la categoría retornando a la C, y en
2015 se corona campeón y pega nuevamente el salto.
A San Telmo le dicen el candombero por el sonido de carnaval que se escucha en la Isla durante los partidos.
En 2018 se hace cargo del equipo Fabián Lisa (ex DT de Atlanta, hoy en Almagro) y en una espectacular campaña llega a la final con All Boys, pero pese a ganar en la Isla (había perdido el partido de ida en Floresta) por diferencia de gol se queda en la puerta del ascenso a la B Nacional.
Finalmente el pasado 4 de febrero de 2021 San Telmo logró su cometido. Las cosas del fútbol quisieron que el club por el cual pasaron figuras resonantes como Carlos Peucelle (integrante de La Máquina), Orestes Corbatta, José Yudica, Pedro Coronel, Norberto Monteleone vuelva a estar en boca de todos.
Entre esos protagonistas que completan páginas en la rica historia del club “azul” y “celeste” se encuentra Walter Fernando Abbona, férreo ex defensor nacido hace 46 años en Tosquita. “Negro” quedó libre de San Lorenzo en 1992 y a la edad de 18 años encontró su destino en el partido de Avellaneda.
Abbona (segundo – de izquierda a derecha – parado) comenzó su trayectoria profesional en San Telmo.
Allí comenzó su trayectoria futbolística en un plantel
superior, acompañado por el delantero salteño Miguel Carbonell, que también
había quedado libre del “ciclón” de Boedo y buscaba otro rumbo. Juntos se
instalaron en un hostel ubicado del otro lado del Riachuelo, y durante un largo
tiempo se tomaron un par de colectivos, trenes y hasta incluso se subían a un
bote para cruzar hasta la Isla Maciel a entrenar.
“La Isla” está ubicada a la vera del Riachuelo, es un barrio muy humilde, con la peculiar característica de mantener los conventillos y edificaciones de chapa y madera de fines del siglo XIX. En ese sentido, se asemeja al barrio porteño de La Boca sin las modificaciones y el mantenimiento que tiene este último por ser un polo de atracción turística.
La realidad futbolística del equipo es que está en Primera Nacional. La historia actual planteó que San Telmo no pueda festejar el ascenso en cancha junto a su gente, sin embargo en los alrededores de la Isla los simpatizantes se autoconvocaron inundando las calles de azul y celeste.
El estadio de San Telmo está ubicado en la Isla Maciel, acentamiento de las orillas de Riachuelo (Ciudad Autónoma de Buenos Aires).
Un sereno Abbona intenta explicar lo que pasa, se muestra
feliz por recordar viejos – nuevos tiempos y abre la puerta a una historia más
que interesante.
– ¿Cómo vive este momento
histórico de uno de sus ex clubes?
– Walter Fernando Abbona:
Me quedo con el sacrificio que ha hecho mucha gente, San Telmo es un club con
mucha convocatoria, pero muy de barrio y lo económico es lo que más falta. Este
es el trabajo que se ha empezado hace ya muchos años, con gente buena que rodea
al club y han sido constantes en convicciones.
– ¿Sigue de cerca lo
que hace San Telmo?
– W.F.A: Por una
cuestión personal, de mi trabajo, siempre voy a Buenos Aires y paso por la sede
del club, recorro las instalaciones y recuerdo cosas. A la Isla es el lugar
donde no volví más, pero siempre sigo al club, y dos o tres veces voy a la
cancha cuando juega de visitante.
Walter Abbona registra un recordado paso futbolístico por San Telmo, el último ascendido a Primera Nacional.
– ¿Cómo es que el
vínculo inicia?
– W.F.A: Mi
vínculo comienza cuando San Lorenzo me deja libre por el ’92, me quedo en
Buenos Aires por intermedio de un representante y sale lo de San Telmo. Se dio
la posibilidad de vivir en un hospedaje, obviamente no a lo que estamos
acostumbrados ahora, y ahí fui con un chaqueño que también venía libre de San Lorenzo.
De ahí empezamos a relacionarnos con la gente y quien me incluye por primera
vez en el plantel es Abel Herrera, un histórico marcador de punta de
Estudiantes de La Plata.
– ¿Y después?
– W.F.A: Con 19
años ganamos el primer campeonato (Torneo Clausura de Primera C – 1994), y ahí
empezó la historia linda con el club, me terminé quedando tres años y se me
hizo muy familiar. Es más, la mayoría de mis amigos que tengo en Buenos Aires son
por mi pasado en San Telmo.
El paso de Abbona por San Telmo.
– ¿Cómo ve la
realidad institucional? Teniendo en cuenta que no es lo mismo que vivió…
– W.F.A: Hoy en
día San Telmo se ve fortalecido en todos los ámbitos, el club ha llegado y se
ha metido de a poco en la discusión, desde arriba abajo y con buen trabajo de
inferiores. Fabián Lobatto hoy está muy allegado a Tapia, que en mi época
colaboraba desde afuera, también tuvimos la posibilidad de que Tinelli se
acerque al club y apoye. Celebro que así sea porque siempre fue muy sufrida la
vida para el jugador, no jugábamos en nuestra cancha, entrenábamos divididos
por categorías, y viajábamos mucho. En mi caso todos los días me tomaba dos
micros y un tren para llegar, hoy todo se unificó y me pone muy contento la
realidad.
– ¿Tanto costaba
caminar por la Isla Maciel?
– W.F.A: Era muy difícil
entrar a la Isla, pasábamos en bote pagando 25 centavos por día porque ir por
el puente era peligroso, más siendo de afuera. Lo hicimos durante mucho tiempo
hasta que nos empezaron a conocer, después circulábamos como uno más junto al
chaqueño. En la Isla hay mucho sentido de pertenencia, no es tanto como dicen
que hay muchos delincuentes, hay gente muy humilde que vive en circunstancias difíciles.
De esos tiempos siempre hablo de nosotros porque con Carbonell íbamos para
todos lados, era como mi hermano, nos sabían invitar a comer y así nos
empezamos a relacionar con la gente. Nos llamaban el cordobés y el chaqueño.
– ¿La gente de San
Telmo es muy convocante?
– W.F.A: La
hinchada es muy fiel, sigue al equipo para todos lados y de local te explota la
cancha. Da la particularidad que la barra de Boca se divide entre Dock Sud y
San Telmo, algo similar a lo que pasa en River con Excursionistas y Defensores
de Belgrano. A partir de ahí se generan rivalidades de barrio por la lucha de
poder. Ahora uno las ve por tele, pero en aquel entonces con 18 años las viví
en carne propia.
– ¿Y qué le quedó de
ese paso?
– W.F.A: El
momento más lindo en esa corta edad es haber sido campeón, y obviamente haber
jugado de titular rápidamente. Desde lo humano me queda la satisfacción de
haber encontrado a una gran persona como Jorge Ribolzi (ex DT y ayudante de
Alfio Basile), un hombre que me marcó mucho junto con Juan José Irigoyen. Momento
feo quizá los aprietes de la hinchada, se te metían en la habitación, se subían
al micro a pelear – nos pasó una vez que perdimos con Claypole cuando jugamos
para pasar a una semifinal de la C –. Fueron momentos lindos y otros no gratos,
pero me quedo con lo lindo, con un equipo que me marcó mucho y que movía a 20
mil personas por partido.
– Da la sensación que
fue un lugar que le quedó marcado…
W.F.A: De cada
lugar me queda una enseñanza, uno que es de pueblo le queda más arraigado todo
eso. Incluso nos tratan diferente cuando vamos a las grandes ciudades. Son
etapas que te quedan grabadas, no fui un jugador que pegó el salto a un
Nacional B o Primera, pero por suerte tuve un lindo recorrido. Eso sí, nunca
dejé de trabajar paralelamente, he sido diarero en mi época en San Lorenzo, trabajé
en una estación de trenes, como cadete, siendo remisero, porque en esas
categorías es muy difícil vivir sólo del fútbol. Nunca hice diferencia económica
con el fútbol, pero gracias a Dios pude progresar.
Abonna luego pasaría a Estación Quequén en 1995 y disputó el
Torneo del Interior (viejo Argentino A – hoy Federal A), otro humilde club que
en el ’88 logró jugar el Torneo Nacional en Primera. Posteriormente sumó
experiencia en Club de Deportes Puerto Montt – Chile, paró seis meses, retornó
a la Liga Regional de la mano de Mario Borgognone en Toro Club de Coronel
Moldes, migró hacia Excursionistas y también pisó las canchas del interior en
Ferro de General Pico y Estudiantes de Olavarría.
Abbona junto al recordado actor “Carlín” Calvo, ferviente hincha de Excursionistas y Boca.
Su palmarés como jugador marca que además de conseguir un
título en San Telmo también se coronó con Toro en el 97 y 2001. Como director
técnico hizo lo propio al dar vueltas olímpicas con Alianza de Coronel Moldes
en 2010 y dejar una huella imborrable en Belgrano de Vicuña Mackenna,
ascendiendo en 2014 y llegando a jugar un Torneo Federal C dos años después.