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10 AÑOS EN 10 FOTOS | Unos guantes con la palabra ¡coraje!

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Se cumplen 10 años de fútbol femenino en la Liga Regional de Río Cuarto.
El puntapié inicial fue en el 2014 y hay mucha historia por repasar. Pasaron torneos, equipos, jugadoras durante estos 10 años. Hay un montón de estadísticas, de datos curiosos que merecen, y tendrán, su lugar. Pero esta sección buscará ir a las imágenes.
Vamos a elegir 10 fotos. No por importancia de los momentos que se hayan registrado, si no por su belleza, por el impacto de la imagen como imagen, y los mundos que se abren cuando uno las observa. Y a partir de esas fotos surgirán 10 textos. Puede ser un ejercicio de escritura, puede ser un capricho, puede ser un modo de hablar de ciertas cosas, puede haber realidad, puede haber ficción, puede haber imaginación.
Puede haber lo que queramos que haya.

V | Unos guantes con la palabra ¡coraje!

¿Te imaginas que se lesione seriamente tu arquera, la única del plantel y sin dudas la mejor de toda la Liga? ¿Te imaginas que eso pase justo en el tramo final de la temporada en la que tu equipo busca el tricampeonato? Podría ser el inicio de un cuento, un cuento digno de estar en los libros de “Pelota de Papel” por ejemplo. Un cuento de épica, de heroísmo. Un cuento que tiene una noche de lluvia, una final, una definición por penales, con una jugadora que se puso los guantes para defender a su equipo.

Si podría ser un cuento vamos a intentar contarlo como tal. ¿O de verdad es un cuento?

Era el año 2018 y el Oficial Femenino transitaba su quinta temporada. Universidad Verde parecía ser el “Dream Team”. El equipo venía obtener títulos en 2016 y 2017, y quería el tricampeonato. Además, ya habían ganado el Clausura y la Final Anual 2014.
El objetivo estaba clarísimo y el Verde ya estaba en cuartos de final del Torneo Oficial 2018. Para ese entonces, Gabriela Ferreyra, arquera del plantel, no había recibido ningún gol en su arco. Pero en la previa al comienzo de los playoffs, un accidente de tránsito derivó en una lesión que la dejaba afuera el resto del año.

– Yo no atajo, pero si hago entrenamiento de arquera y entreno también con las chicas, me voy a animar a hacerlo -le dijo Gabriela Amarfil a su entrenador.

Y allá fue, a ponerse los guantes. Un par de entrenamientos en la cancha del bajo del Campus de la Universidad Nacional de Río Cuarto como para agarrar confianza. Para colmo en la segunda práctica Amarfil se sacó de lugar el dedo pulgar de la mano izquierda por un fuerte pelotazo. Y bueno, había que curtirse, no quedaba otra.
Llegaron los cuartos de final, ida y vuelta, serie superada por el Verde con un global 8-0 frente a San Cayetano. Partidos tranquilos para estrenarse debajo de los tres palos del campeón defensor.

La serie de semifinales fue otra cosa. Enfrente estaba el clásico rival, Universidad Blanco. Los dos equipos se conocían mucho, si hasta entrenaban juntos. El Blanco quería recuperar la corona que lo había tenido como campeón invicto en 2015 y en la ida se impuso 2-1. Fueron los primeros dos goles que recibía el Verde en la temporada. Sin la arquera titular y con desventaja, había que ir a la revancha a todo o nada. Pero el Verde fue a todo y se impuso 4-0. Redondeó un global 5-2 en el clásico “académico” para avanzar a la final.

Y llegó el domingo de la definición. Universidad Verde versus San Martín de Vicuña Mackenna en el Estadio “9 de Julio”, de Atenas. El partido estaba por comenzar, pero el guionista de los cuentos épicos del fútbol pensó que la noche estaba demasiado tranquila como para recibir un encuentro como ese. Entonces… rayos, truenos, lluvia torrencial. Casi se le va la mano y se suspende todo, pero la pelota empezó a rodar. El conjunto “patriota” quería romper la hegemonía de Universidad en el torneo, ya que los únicos campeones habían sido Verde o Blanco, los dos equipos “académicos”. San Martín se puso en ventaja, pasaban los minutos y se mantenía el 1-0 del “celeste”. Pero, en el epílogo del encuentro, gol del Verde, empate y… ¡penales!

Llegó el último tiro desde los doce pasos. Del lado del Verde habían anotado cuatro de los cinco penales. Del lado del “patriota” habían marcado tres y una había mandado la pelota arriba del travesaño, afuera. El marcador entonces 4-3 a favor de Universidad. Pero San Martín tenía un penal más, para igualar la serie y obligar a estirar la tanda de cinco tiros cada uno.

La jugadora vestida de celeste puso la pelota en el punto de cal marcado en el medio del área, hizo unos pasos para atrás y, luego del pitazo del árbitro, empezó a correr hacia delante para encontrarse de nuevo con la pelota, rogando que vaya a la red para darle una chance más a su equipo. Al mismo tiempo, la arquera vestida de negro y violeta se paró bien debajo de los tres palos. Se miró los guantes: en su mano derecha la palabra CORAJE; en su mano izquierda las siglas G.F. Pensó en su compañera, la verdadera arquera, que en las semifinales había tirado sus muletas a la mierda para ir a abrazarla. Pensó en las siglas de Gabriela Ferreyra, pero su cabeza dijo también: son las siglas que aparecen en las tablas de posiciones que marcan los goles a favor, porque goles en contra… ni uno más en este arco. Y se miró de nuevo los guantes: CORAJE / G.F. Para ese momento la jugadora vestida de celeste ya había hecho sus pasos hacia atrás, llegó el pitazo del árbitro. Se hizo silencio en todo el estadio. El balón fue con fuerza al centro del arco, la arquera vestida de negro y violeta saltó, estiró su brazo, puso firme su mano izquierda, la que no daba más del dolor por el dedo pulgar, pero la que tenía el guante con G.F. Y esa mano se encontró en el aire con la pelota, y esa mano impidió que esa pelota bese la red.

El silencio de repente se rompió por el estallido de una parcialidad del estadio. Cuando la arquera vestida de negro y violeta tocó de nuevo el piso tras el salto salvador para su atajada, se arrodilló, abrió sus manos y estiró los brazos. Esperaba el abrazo que ya estaba llegando de tres de sus compañeras, Rocío, María y Melania.
La arquera vestida de negro y violeta no quería abrir los ojos. ¡Mirá si los abría y se daba cuenta que todo había sido un sueño! Pero se arriesgó. Valía la pena arriesgarse. Los abrió y todo era real. Esa noche épica que pasaría a la historia del fútbol femenino regional, estaba pasando.

Podría ser un cuento, capaz que este relato un poco lo sea. Y la arquera vestida de negro y violeta capaz que cada tanto vuelve a cerrar sus ojos y a pensar, ¿fue verdad? Por suerte, hay fotos que se lo demuestran.

Por Delfina Vettore




10 AÑOS EN 10 FOTOS

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