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Ruiz Zafon, Lionel y el llanto de Barcelona

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Leonardo Gasseuy

Leonardo Gasseuy

Daniel Sempere, tenía 11 años, tomó con fuerza la mano de su padre, era el verano de 1945, la Barcelona vieja, la de los bohemios, aún no se despertaba, la envolvía esa bruma melancólica que solo la dibuja el misterio. El padre de Daniel, el señor Sempere, decidió llevarlo al Cementerio de los Libros Olvidados. Un santuario en las entrañas de la ciudad, donde millones de volúmenes están sepultados en cuidado de un guardia paternal, que vivió siglos entre el polvo y el silencio.

Sempere padre e hijo, el cementerio y cientos de personajes, son fruto de la imaginación de Carlos Ruiz Zafon, el autor de la Sombra del Viento, el libro que vendió mas de 20 millones de ejemplares, y que como nadie, describe lo que es la ciudad condal. Nació en Barcelona y vivió para escribirle a la ciudad, cambió el paradigma. Matizó la novela histórica y la comedia de costumbres, con un fondo irremediable de amor y tragedia y un trasfondo de los acontecimientos que galvanizan la vida de su gente. Esa descripción es el murmullo que ante la desesperación gime, y mirando la estatua de Messi dice, “Lo mejor de los corazones rotos es que pueden romperse de verdad solo una vez, lo demás son y serán rasguños”. Cuando se cumplen 4 años de la partida de Lio del Barsa, la lontananza hecha prosa configuran solo retazos de los tiempos que pasaron. Solo ríe y juzga el recuerdo, porque nadie pregunta por aquellas cosas que prefiere olvidar.

Messi y su despedida de Barcelona, oficialmente hace cuatro años, el 5 de agosto de 2021. Dejó para la historia una imagen estremecedora.

El cementerio de libros es el resguardo de la identidad cultural, la protección ante lo profanado y por profanar. Ruiz Zafon escribe con una belleza macabra, su prosa hace que la atmósfera se llene de un aire mitológico, que pone a la ciudad como principal escenario y como reflejo de su obsesión, que es describir descarnadamente la esperanza, el amor, la angustia y el dolor.

Ruiz Safon despierta en Barcelona, esa ambigua sensación de parálisis y misterio, las sensaciones que se vivieron el 5 de agosto de 2021, hace 4 años con el anuncio oficial. Formal y frío, que simplemente decía: Leo Messi no seguirá en el FC Barcelona. La bomba impensada implosionó como la agonía en el Camp Nou y en todo Catalunya.

Cuando la obra de la Sombra del Viento era solo un manojo de borradores, garabatos de un gótico fantástico, Editorial Planeta entendió que podía ser un prodigio, apostó y en poco más de una década corrió junto al escritor abrazado en un festejo de gol eterno. El éxito fue tan grande que en 2003 llegó a Alemania, en 2004 la gira de Planeta con La Sombra del Viento lo llevó a Inglaterra. Stephen King, siempre vapuleado por ser un escritor comercial, lo recibió diciendo que si alguien piensa que la novela gótica ha muerto, el desmiente y arrasa. Le dio, sin querer, un impulso a Barcelona, Ruiz Zafon mira a Lionel, lo ve consternado y con un guiño cómplice le susurra; que en el momento que te detienes a pensar si quieres a alguien, ya has dejado de quererle para siempre.

Cuando Daniel Sempere, de 11 años, conoce el cementerio de libros olvidados, debe cumplir con la liturgia de elegir un ejemplar al azar, allí encuentra un libro que le cambiará el rumbo de su vida y lo arrastrará a un laberinto de intrigas y secretos enterrados en el alma oscura de la parte vieja de su Barcelona natal.

El libro que el niño toma es La Sombra del Viento, escrito por Julián Carax. Mientras crece, interesado en conocer más de este indescifrable autor, va investigando y descubre que todas sus obras han sido misteriosamente quemadas por uno de los personajes del libro. Josep Bartommeu, el presidente cule de entonces, emuló a Carax y destruyó lo que encontró en su camino, ninguno de los dos supieron como tratar y convivir con el ángel viviente. Cuando Carax se equivocó en el trato a su prometida, en medio de su catarsis, afirmó que una de las grandes trampas de la estupidez, es que no es necesario comprender algo para sentirlo.

Le Figaro catalogó La sombra del viento como el mejor libro del año, The New York Times señaló que “García Márquez, Umberto Eco y Jorge Luis Borges se funden en un mágico y desbordante espectáculo, de inquietante perspicacia y definitivamente maravilloso”. Como Messi, la bandera de la distinción de un mundo que lo recordará con llanto, desde la Rambla, el barrio Gótico, el Raval, el cementerio de Montjuïc, la iglesia de Santa María del Mar, las mansiones de Pedralbes y el parque de Tibidabo.

Igual que el niño Sempere, huérfano de madre, después del impacto, Messi se quiso arropar en afectos, partió apurado y erró el camino. En París le prometieron nido caliente y se encontró con un gélido mundo de egos. En el Barsa, por sus pequeñeces y egoísmos, no entendieron que el amor es un acto de fe y quien tenga poca fe, perderá la posibilidad de recibir amor a ser feliz. Cuando muere Sempere padre, Daniel el hijo, reconoce que Barcelona no será la misma, las charlas de mi papá y sus amigos encendían la ciudad, la electrificaban de una manera que el éxtasis es tan intenso que logra travestir la risa y el llanto. Nunca lo superó. Creyó que su padre viviría para siempre, Lionel cuando llego a los 13 años, comprendió que heredaba y replicaba esa electricidad. Para todos, nada fue igual.

Tras la despedida del Barcelona, Messi aterrizó en París. La historia no fue la esperada.

Carlos Ruiz Zafon desembarcó en la literatura con una timidez acomplejada, que él disfrazaba con discreción. Su fuerte estaba en sus libros, como el niño rosarino que solo llegó a la mágica Barcelona en busca de un tratamiento para crecer, en fin Sempere lo había dicho, si has de buscar magia, has hecho bien en venir, estáis sobre tierra encantada. Messi, por esas cosas de Barcelona, creció hasta el cielo. Ruiz Zafon, que solo traía experiencia en cómics, es el escritor de lengua española mas leído después de Cervantes, los recovecos condales dan a entender que aquí tiene su guarida la magia.

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Los personajes y las obras de Ruiz Zafon, giran en torno al realismo mágico y la brumosa percepción de que la gente muere y los templos caen, pero eso, tan  extraño y peculiar, que se presenta como algo cotidiano, sigue con vida y en pie y con más brillo que nunca.

Sempere habría condenado como aciago el futuro de Messi lejos de Cataluña. Ese misterio amañado con dolor, por salir de Barcelona, paradójicamente le trajo a Leo, la Copa del Mundo, dos Copa América, la finalísima y la redención eterna con manto celeste y blanco. Logró todo lo que sistemáticamente se le había negado, cuando su cuerpo y alma vivían en el nido de oro.

El 19 de junio de 2020, un año antes de la partida, era el plazo que tenían Barcelona y Messi para empezar a negociar la continuidad del vinculo. Las grietas eran tan profundas como las entrañas del cementerio de los libros olvidados. El club mostró indiferencia y Leo ya estaba ausente. Ese mismo día, Ruiz Zafon se rendía eternamente ante un cáncer de Colon. Perfecto guión de Julián Carax, el misterio y la bruma del Tibidabo devoraba al escritor y expatriaba al genio. Fue un viernes gris, llovió mucho, ese día aun sin saberlo, Barcelona comenzó a morir un poco.

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