Columnistas
El destino del santo embarrado
Por Leonardo Gasseuy.
Era demasiado incorrecto para ser beatificado. Los que entendemos que esa ceremonia responde tanto a criterios espirituales como políticos, preferimos la senda original, la de la rebelde anarquía, esa que con coherencia pone a Fiorito como kilómetro 0 de una enorme carretera de sinuosa dignidad.
Demasiado se ha escrito en estas horas, testimonios de proezas, anécdotas, recuerdos de lagrima y risa. Una sobrecarga de vivencias que muestran nuestra rebeldía colectiva para no aceptar lo que pasó. La pregunta que nos hacemos los maradionianos conocedores de su pasado, es qué rumbo tomará la leyenda cuando la carnalidad sucumba a su destino.
Los discursos, a través del tiempo, seguirán diciendo que nunca será superado. Los que militamos en la grey y los neutros seguiremos edificando un abstracto infinito, cimentado en las firmes bases de su historia concreta. Hoy nos preguntamos: ¿dónde residirá definitivamente el mito?
Tras el impacto de la noticia esperamos, como tantas veces, que la zurda prodigiosa hiciera la letal gambeta, la que tantas veces copó la parada y nos sacó del agua. Los minutos pasaron y las crónicas nos decían que el arquero del rival se llamaba destino, alguien con una curricula despiadada y con pilchas de inapelabilidad. De a poco fuimos entendiendo que el temido día había llegado y comprendimos que la suerte estaba echada.
Fue tan mágica su existencia que, tras el suspiro final, de un plumazo convirtió al mundo en un planeta de zombies. Lo hizo a lo Diego, con la particularidad tan propia de él, la misma que a través de los años nos hizo creer en su inmortalidad.
Nadie en realidad sabe si hay vida después de la muerte. Los maradonianos en plena negación de la desgracia, cuando somos desbordados por la irrealidad y el dolor. Sí creemos en el destino final de su espíritu. Su congregación no discute ante la trilogía de ateos, creyentes y agnósticos porque la grey de Diego es un verdadero acto de fe. Es un autoconvenciento tan concreto, que nosotros y el fútbol lo coloreamos de realidad. Con esa convicción militante, podemos confirmar donde habitará su alma, y eso nos prodiga paz y ya nos empieza a regalar sonrisas.
Estará presente en cada arco sin red de un potrero pelado, en la triste nostalgia del jugador que se retiró, en la impotencia de un cuerpo técnico despedido y será algo de paz en la angustiante espera de un cuerpo técnico sin trabajo.
Vivirá eternamente en la lagrima de todos los chicos que lloran en las pensiones, en los brazos anónimos de los utileros, ayudará con palabras mágicas, la voz entrecortada por el miedo escénico de un capitán en su primera arenga y será consuelo en la penuria de los pibes no citados.
Estará siempre para atenuar ese pánico hostil que solo viven los árbitros y sus colaboradores, será la perseverancia de todos los 4ª arqueros. Estará en la caminata de mitad de cancha junto al que deba patear el penal y será pañuelo gordo y suave del que erró el definitivo.
Pondrá su cuerpo en la recuperación de los lesionados y será todo paciencia y calma en la espera ansiosa del jugador libre. Su imagen será un mural enorme y cómplice en cada vestuario que congregue a un plantel con problemas de pagos.
Está claro que su espíritu no tendrá morada final, su corazón será el latir del pique de cada pelota, será especialmente mimado cuando se corte el césped de cada estadio, de cada predio y de cada potrero, porque su piel pasará a ser, para siempre el pasto de cada cancha. Su sonrisa eterna, será el bálsamo tranquilizador para la angustia de cada mamá del futbol, esas mártires que edificaron millones de carreras y juegan de titulares todos los partidos. Su humanidad terrenal y pecadora no exigirá altares. Transitara su inmortalidad tal como vivió, desafiando en su lucha, como una referencia espiritual. Será el Santo Embarrado que brillará para guiarnos.
Se nos fue muy joven, fiel a su estilo, con vértigo y velocidad. Desde sus comienzos comprendimos que ser Diego Maradona y tener un solo cuerpo, sonaba a pelea desigual. Vivió muchísimo más que sesenta años. En medio de la infinita tristeza, avizoramos una tenue felicidad por que los maradonianos y la gente del futbol, aun con los ojos empañados y el alma destrozada, ya sabemos dónde encontrarlo.
* Leonardo Gasseuy vive en San Francisco, Córdoba. Es empresario. Apasionado del deporte, la geopolítica y la historia.
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