Efemérides

A sus libros los transformaron en cenizas, a sus sueños los transformó en obras

El ingeniero Alfredo Giménez fue preso político de la última Dictadura Cívico Militar Argentina, el ex jugador de Instituto de Córdoba, director de la obra del Oscar Cabalén y del asfalto del Autódromo Parque Ciudad de Río Cuarto, terminó sus días en La Carlota, localidad en la que había sido detenido, donde gestionó la construcción de dos de los barrios más grandes y la obra de agua que cambió la calidad de vida de la población.

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El ingeniero Alfredo Giménez fue preso político de la última Dictadura Cívico Militar Argentina.

…papá siempre decía: en donde había un barrio, una casa…había niños, plantas, familias, flores, alegría…
Su hija Marisol, en un homenaje realizado en La Carlota.

La última dictadura militar que tomó el gobierno argentino mediante las armas cometió atropellos y delitos incontables, truncando sueños e ideas, desapareciendo a más de 30 mil personas; pero hubo casos que lograron renacer, con mayor fuerza y las llamas que consumieron sus libros no hicieron más que iluminar sus ideales.

Las persecuciones hacia Alfredo Giménez, más conocido por sus vecinos como “el ingeniero Giménez”, habían comenzado durante la Revolución Libertadora y se terminaron concretando con su detención en 1976 por haber llevado consigo la bandera de las ideas comunistas.

Sus obras no se detuvieron, y casi como una revancha, gestionó la construcción de dos grandes barrios en La Carlota concretando el sueño de la casa propia a más de medio centenar de familias y, en los finales de su vida, con la obra de agua que cambió la calidad de vida de los vecinos de su ciudad.

Desde joven Giménez estuvo vinculado al deporte como jugador de fútbol de Instituto de Córdoba, pero no conforme con eso, también su vida profesional la unió, en este caso al deporte motor siendo el responsable del proyecto y la dirección técnica en la construcción del Autódromo Oscar Cabalén, en cercanías de Alta Gracia, y de la pavimentación del Autódromo Parque Ciudad de Río Cuarto.

Hoy Fernando Giménez, su hijo menor, recuerda los tiempos en que su padre trabajaba en el circuito del Imperio: “Había varios riocuartenses que se solían juntar con él, recuerdo que se había traído algunos dichos de allá, entre ellos ´El que afloja pierde´, que le copió a un gomero que participaba en la comisión del autódromo”, esa frase llevada desde Río Cuarto a La Carlota por el ingeniero, parece haber marcado el destino de sus días.

“Mi abuelo llegó desde España y se radicó en Alcorta, provincia de Santa Fe”, marca Fernando Giménez. Fue allí donde, en 1920, nació Alfredo. Siendo un niño, la familia se radica en la localidad cordobesa de Guatimozín, donde instala un almacén de ramos generales, “cuando los hijos crecieron mi abuelo vendió el almacén y se muda a Alta Córdoba”, continúa Fernando.

Fue entonces cuando Alfredo, que había comenzado a pegarle a la pelota en un colegio pupilo de Rosario, se convierte en futbolista de Instituto, el club que estaba a unas pocas cuadras de su casa. Su gran paso por la “Gloria”, escuadra en la que se desempeñó como “half” izquierdo, lo llevó a formar parte de la selección de la Liga Cordobesa, llegando a jugar un partido histórico ante River Plate, en marzo de 1943, en la vieja cancha de San Lorenzo de Almagro por la Copa Argentina Ibarguren.

Era un trofeo que se disputaba anualmente entre la selección de liga, que ganaba el torneo Argentino, y el vencedor del campeonato de Primera División de AFA, así fue que los campeones de 1942 se enfrentaron en el duelo que tuvo como ganador al “Millonario” por un contundente 7 a 0.

Alfredo Giménez y un registro de su paso por Instituto de Córdoba.

En ese partido, la Liga Cordobesa alistó a: Rama; Restelli y Mura; Alfredo Giménez, Rivero y Musante; Lorente Luti, Bianchi, Martínez Rivaneira y Videla. DT: Juilo Benavidez. River Plate formó con: Barrios; Vaghi y Ferreyra; Iacano, Videla y Ramos; D´Ambrosio, Moreno, Pedernera, Labruna y Loustou. DT: Renato Cesarini.

“Yo lo vi jugar un solo partido, ya en La Carlota y con otros veteranos, él se retiró antes de que naciéramos”, agrega su hijo a cerca de la carrera futbolística.

Mientras tanto, Alfredo, cursa la carrera de Ingeniaría en la Universidad Nacional de Córdoba y paralelamente comienza su militancia dentro del Partido Comunista.

Una vez recibido, crea una empresa constructora y gana la licitación para la ejecución de un hospital en Laboulaye, hoy el Hospital Regional Ramón J. Cárcano. “Él comienza la construcción pero cuando asume la Revolución Libertadora le paran la obra”.

A raíz de eso, su empresa entra en una crisis irreversible, y para afrontar las obligaciones económicas vende su casa en la capital provincial y se muda a La Carlota, donde había conseguido una obra de pavimentación.

El Golpe de Estado que se inició el 24 de marzo de 1976 lo encontró radicado en La Carlota. Su hijo recuerda: “La detención es en 1976, yo estaba en primer año del secundario, primero hicieron un allanamiento, mi viejo era un tipo muy lector y tenía libros de todo tipo, y se llevaron libros de todo un poco, algunos eran de poesía de un escritor ruso y fue suficiente para que se los llevaran”.

Permaneció detenido 3 meses (en la ex UR9) y luego vuelve a La Carlota, “la pasamos mal por un tiempo, pero siempre tuvo un buen antecedente profesional que le permitió que no le faltara trabajo”.

Una de sus grandes obras fue la construcción de las 43 viviendas del Banco Hipotecario. Otras obras importantes que desarrolló en la cuidad que lo recibió y en la que pasó sus últimos años, son el barrio “La Terminal”, los silos de Molinos Marimbo y la planta que pertenecía a la empresa Pacheco Piñieiro, ubicada al sur de la localidad.

Como si algo le faltara, incursionó como escritor con dos libros: “José Cordobés, peón de albañil” y “Boleto de ida y vuelta”.

Su última intervención en pos de la comunidad carlotense fue como funcionario del ente “Ser-Mas”, concretando la obra de agua que en los últimos años cambió la calidad de vida de los habitantes de esa comunidad.

El ingeniero Giménez falleció en 2009, a los 88 años, dejando un legado de lucha y superación a una generación de carlotenses que lo vio caminar las calles con la frente alta y los ideales intactos. Hace algún tiempo, un grupo de vecinos comenzaron a pensar que alguna calle de la ciudad debiera llevar su nombre, los méritos los tiene acumulados con creces.

Redacción Al Toque
Fuentes: Boleto de ida y vuelta, FM Estrella, La Voz del Interior, archivo de Ennio Garzón Itarte.

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