Fútbol
Bob Marley, el futbolista
Roberto Parrottino
Periodista.
―¿Qué piensas del Mundial?
―He visto un par de partidos, ya sabes… Pero estuvo muy bueno el Mundial. Ganó Argentina.
―¿Viste la final?
―Sí, sí… Fue un buen partido, estuvo bien jugado.
―Ellos dicen que juegan un nuevo estilo, un estilo muy agresivo. ¿Lo reconoces?
―¿Agresivo?
―Sí, con una presión constante.
―Bueno, sí, puede ser… A veces también un poco lento y tal… ¡Pero patean muy bien! Tienen muy buena pegada… Aaah, sí que le pegan bien.
En el marco del Roskilde Festival 1978 en Dinamarca, el periodista Hans Otto Bisgaard entrevista a Bob Marley. Charlan acerca de la final del Mundial 78 entre Argentina y Holanda en el Monumental, jugada el 25 de junio, cinco días antes del inicio del festival. Bisgaard le regala una camiseta argentina. Marley había atrasado el horario de un recital en el Pavillon de París para poder ver la final. Y concebía al fútbol-juego mejor que algunos periodistas y técnicos.
Líder de The Wailers, ícono de la música reggae y cultor del movimiento rastafari, Robert Nesta Marley (Nine Mile, Jamaica; 1945) vivió durante 1977 en el número 42 de Oakley Street, junto al puente de Chelsea sobre el río Támesis, en Londres. Solía cruzarlo por las mañanas para ir a jugar a la pelota con la banda en el Battersea Park –donde Adrian Boot lo captó con su cámara de fotos, donde Román Abramóvich quiso construir un nuevo estadio para el Chelsea-, en los intervalos de la grabación en los estudios de Island Records de “Exodus”, elegido por la revista Time como el mejor disco del siglo XX. En el exilio después del intento de asesinato (los 86 disparos en la noche de Kingston, bajo la sospecha de que el atentado había sido financiado por la CIA, ya que Estados Unidos no quería otro gobierno de izquierda cerca de Cuba), Marley no sólo vio a la Argentina levantar la Copa: le tomó cariño al Tottenham y eligió a Osvaldo Ardiles, campeón del 78, como su player favorito.
Ardiles, quien surgió de Instituto de Córdoba y jugó en Belgrano y en Huracán, había llegado al club de Londres tras el Mundial. “El mánager le grababa los partidos. Él jugaba casi todos los días. Se identificó conmigo porque somos americanos, porque éramos parecidos físicamente, inclusive en la forma en que él jugaba. Era bastante habilidoso. A partir de ahí manifestó que me admiraba, que era fanatico mío y del Tottenham”, relató Ardiles desde Londres, después de que viera la biopic Bob Marley: One Love, y de que recordase a otro revolucionario: “Se me vino a la cabeza Dieguito. Si se hubieran conocido, hubieran sido tal para cual”.
Allan “Skill” Cole, delantero jamaiquino que en la década del 70 llegó a jugar en el club Náutico de la liga brasileña, acaso el futbolista más célebre de su país, fue luego el road manager de Bob Marley & The Wailers. Así describió Cole al Marley jugador en la revista Rolling Stone en 1999: “Jugaba como volante creativo o delantero, poseía la habilidad y velocidad para dejar atrás a los adversarios más grandes, compensando su complexión delgada y baja estatura, ya que medía 1.70 cm. Pudo haber desarrollado una carrera, aunque quizá no tan exitosa como lo hizo en la música”.
Ziggy Marley, uno de sus 13 hijos, el mayor, también músico, apuntó que el único día que su padre lo acompañó a la escuela fue el que jugaban padres contra hijos. Y que era muy competitivo. Su hija Cedella salvó a la selección femenina después de que en 2006 la federación jamaiquina disolviera al equipo bajo el argumento falaz de “falta de recursos”. La ayudó con dinero y nunca se despegó de la selección. “Me daba mucha rabia que las chicas no pudieran cumplir sus sueños sólo por su género: había que cambiarlo”, dijo Cedella. Si la selección masculina clasificó por primera y única vez a una Copa del Mundo en Francia 1998, las Reggae Girlz jugaron en Australia y Nueva Zelanda 2023 su segundo Mundial consecutivo -en el que ganaron su primer partido- después de Francia 2019.
El 9 de mayo de 1977, a Bob Marley le lastimaron el dedo gordo del pie derecho de un pisotón mientras jugaba un picadito en el césped de la Torre Eiffel con los Wailers, ante Polymusclés-Intermittents, un equipo francés de periodistas, deportistas y artistas. La herida no le sanó. Semanas después le practicaron una biopsia: le detectaron un melanoma lentiginoso acral. Los médicos le recomendaron amputar el dedo para evitar el avance del cáncer. Se negó: iba en contra del rastafarismo. Murió el 11 de mayo de 1981, en Miami, durante el regreso trunco para morir en Jamaica. Tenía 36 años.
El cuerpo de Bob Marley fue enterrado al lado de su casa en Nine Mile junto a una guitarra Gibson Les Paul dorada, un puñado de marihuana, una biblia abierta en el salmo 23, un anillo que había sido del emperador Haile Selassie de Etiopía y una pelota. El guía de la casa-tumba-museo, me cuenta el historiador Toni Padilla, quien la visitó en 2023, es un rastafari llamado Pelé. Dijo Bob Marley: “El fútbol es toda una habilidad en sí misma, es todo un mundo, un universo en sí mismo. Me encanta porque tienes que ser habilidoso para jugarlo. Así que jugamos al fútbol y hacemos música. Lo necesito. Ser libre, libertad. El fútbol es libertad. Me ayuda a despejar mi mente. Al jugar, el mundo despierta a mi alrededor”.
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