Levantarse es una obligación. Hay partidos que quedan en la historia y hay ciclos que son históricos. Lo que hizo Estudiantes en Santa Fe estuvo a la altura. Jugó ratificando lo que viene haciendo, salió con convicción de un campeón, aunque el destino favoreció a Sarmiento de Junín.
Dos goles, dos expulsados, más de veinte ocasiones de gol
por equipo, un jugador que cayó a la fosa y siguió jugando y diez penales
pateados. Gloria y Reválida. Esto es un resumen de lo que entregaron
Estudiantes y Sarmiento de Junín en el estadio “15 de Abril” de Unión de Santa Fe.
La intensidad es una de las marcas registradas de la era
Marcelo Vázquez. Gana (le ganaba incluso la final a Sarmiento) porque juega muy
bien, porque impone condiciones, porque suele ser siempre superior a todos los
rivales y una de las facetas de su juego es el estilo combativo con el que se
hace dueño de los compromisos en cuan reducto le toque. Y la final no fue la
excepción, por lo menos en los primeros 45 minutos.
Con una de sus virtudes, y el fuego interno que brota por el
sentido de pertenencia que siente cada jugador, comenzó a desgastar su
adversario. Estudiantes le creó ocho jugadas de gol claras a Sarmiento en la
primera parte, desde los 30 segundos de juego hasta el promedio del primer
tiempo.
Sus bandas fueron las armas punzantes, las sociedades Suárez
– Comba y Benavídez – Cainelli funcionaron de memoria. El pivoteo de los
atacantes no desentonó. Y así, con seis hombres en ataque el “celeste” le hizo
pasar un mal rato al “verde” de Junín.
Decididamente Estudiantes mereció más de lo que cosechó en
el primer tiempo. Lo comenzó ganando a los 22’ con el gol de su goleador
Sepúlveda, que coronó una gran jugada colectiva, aunque antes, durante y después
generó como para aventajar a los de Sciacqua por 2, 3 y hasta 4-0. Entre una de
las explicaciones está la gran performance del arquero Vicentini.
Pero se quedó en el final. No bajó la guardia, aunque le
permitió a Sarmiento salir del asedio. Pombo puso la igualdad a los 40’ luego
de enganchar un par de veces en el borde del área grande y rematar esquinado
sobre la volada tardía de Ardente.
El empate del “verde” fue estadístico y anímico. Sarmiento
salió con un mejor perfil al complemento. Hubo un cambio de fichas sobre el
sector izquierdo de Estudiantes (salió Hesar e ingresó Arismendi), mientras que
en Sarmiento se produjo algo similar por su derecha (Vázquez sustituyó a
Albertengo).
Estudiantes dio señales de querer atacar por su izquierda,
incluso lo hizo en un par de oportunidades, sin embargo Sarmiento ya se había “aclimatado”.
Es por eso que el “león” esperó más retrasado, no cambió su fisonomía y buscó
el momento para volver a imponerse. Mantuvo la guardia alta y siguió contraatacando.
Mientras pudo “presionar y robar”, dominó el partido. Cuando no,
defendió criteriosamente.
El “celeste” fue superado en gran parte del complemento, pero
nunca sufrió. Ardente intervino en un par de oportunidades y hasta el travesaño
lo salvó luego de un cabezazo certero de Quiroga. Fue el primero que se quedó
con 10 por la expulsión de Suárez, que cortó para evitar una llegada clave del
rival. Luego García dejó con un menos a Sarmiento y ambos finalizaron con una
roja por lado.
Sobre el cierre, y a pesar de la adversidad en el juego,
Estudiantes lo tuvo con Arismendi. La serie pudo haberse definido en los 90
minutos reglamentarios si “Toto” definía tal cual controló la pelota al borde
del área. Vicentini se quedó con el remate y Rapallini le bajó el telón a una apasionante
final.
Los penales no son lotería, ni mucho menos fortuna. Están
lejos de eso. Con el nerviosismo y la ansiedad a flor de piel, los futbolistas
de ambos equipos se abrazaron en la mitad de cancha y por turno se erigieron
hacia el punto distanciado por 12 metros del arco.
Hubo grandes pateadores, ratificando su técnica, otros que
aseguraron y un par que fallaron. Ortigoza, Vester, Vismara y Graciani
estuvieron en el primer grupo, Garnier y Ferreira en el segundo, mientras que
la definición les jugó una mala fortuna a Torres, Ardente e inmerecidamente a
Sepúlveda.
El “Verde” de Junín sube por tercera vez a la
máxima categoría, luego de un primer paso en las temporadas 1981 y 1982, y
luego entre 2015 y 2017.
Sarmiento encontró el ascenso en su cuarta final
consecutiva: se le había negado en las otras tres ocasiones (5-2 vs. San Martín
de Tucumán en 2018; 1-0 vs. Arsenal y 5-3 (1-1) por penales vs. Central Córdoba
de Santiago del Estero en 2019).
Orgullo. Grandeza. Emoción. Reconocimiento y admiración para
este grupo que formó Estudiantes y dejó
todo en cancha. Dejaron la vida por los colores y estuvieron al borde de
escribir (con ascenso) la página más gloriosa de la ciudad.
Queda una segunda chance, no menos importante. Estudiantes esperará
hasta el 27 de enero para disputar las semifinales de la Zona Reválida mientras
los otros equipos juegan las llaves previas. Una nueva oportunidad está a la
vuelta de la esquina, a un partido de jugar una nueva final, y donde lo
fundamental será salir fortalecido mentalmente. Caer está permitido
Estudiantes, levantarse es una obligación.