De una final a otra: el renacimiento de Javier Ferreira en un año que lo devolvió a la historia

Hay trayectorias que no siguen una línea recta, que avanzan a saltos, retrocesos y nuevas oportunidades. Y hay futbolistas que, como la tacuara —la caña guaraní que se dobla pero no se quiebra—, resisten cada golpe hasta volver a erguirse. Javier Ferreira es uno de ellos. Su 2025 quedará grabado entre los capítulos más emotivos y valiosos de su carrera: en apenas nueve meses jugó dos finales, atravesó un resurgir personal y deportivo, y volvió a ser protagonista en el club que lo vio brillar. Estudiantes lo abrazó otra vez, y él le devolvió el gesto con goles y jerarquía.

Del retiro a la reinvención

En 2019 había sido héroe del ascenso a Primera Nacional. Cuatro años más tarde, en 2023, con apenas 31 años y tras pasar por un par de clubes, Ferreira dejó el fútbol por motivos personales. Para muchos, era el final de un ciclo. Para él, apenas una pausa. Su vuelta se dio en el lugar menos pensado: Acción Juvenil de General Deheza, el club que dominaba la escena local y que lo recibió como una apuesta y una oportunidad de cara al Regional Amateur.

Allí empezó la reconstrucción. Entrenamientos, minutos desde el banco, goles que fueron llegando como señales de que algo empezaba a alinearse. Ferreira recuperó confianza, ritmo y pertenencia. En pocas semanas pasó de ser un refuerzo tardío a convertirse en pieza vital del ataque.

El “aurinegro” llegó a la final del Regional Amateur y él estuvo ahí, otra vez protagonista. El sueño terminó abruptamente en Santiago del Estero, con un 0-4 ante Mitre de Posadas, pero no así su resurgir.

Su romance con Acción Juvenil terminó en ese febrero caluroso. Su destino, inevitablemente, lo devolvió a casa: Estudiantes.

Volver, ganarse el lugar y dejar huella

Perseverante y paciente, “Chucky” empezó “de atrás” en la consideración de Delfino, que contaba con Agustín Fontana, Lucas González, Francisco Galván y hasta con Martín Garnerone como principales opciones. Pero poco a poco Ferreira se fue metiendo en el equipo a fuerza de rendimiento, sacrificio y goles.

Y así, otra vez, comenzó a aparecer. Primero minutos sueltos. Después titularidades. Y finalmente, importancia. Fue figura en partidos clave del Reducido, aportó sacrificio y temperamento, y terminó el año con 6 goles, siendo uno de los máximos anotadores del equipo en el camino al ascenso. Su aporte fue tan decisivo como emotivo: Ferreira no solo volvió a jugar, volvió a trascender.

La final ante Deportivo Madryn lo encontró entero y confiado, símbolo de un plantel que se fortaleció desde la adversidad. El salto a Liga Profesional, después de 40 años, también tiene su firma.

Las palabras del renacimiento

Tras la consagración, se notaba en su mirada la mezcla perfecta de alivio, orgullo y gratitud. Ferreira sintetizó su año con una sinceridad que conmueve:

“Es un momento único, lo buscamos desde que arrancó el año, siempre callados y humildes. Nos lo merecemos por el grupo que somos”.

La temporada también tuvo un impacto profundo en su vida personal:

“Siempre trabajé para poder estar, para ayudar al equipo. Todavía no caigo de lo que hemos logrado, es la primera vez que logro algo así. Fue un año particular para mí, quería esto. Río Cuarto y Estudiantes me cambiaron la vida”.

El año que lo volvió eterno

Pocos futbolistas pueden decir que fueron protagonistas en dos ascensos diferentes con el mismo club. Ferreira, sí. Pocos pueden narrar un regreso tan potente, tan emocional y tan productivo. Y menos aún, hacerlo en un lapso tan breve.

Javier Ferreira pasó de retirado a renacido. De General Deheza a Río Cuarto. De una final perdida a otra ganada. De la búsqueda personal al abrazo de un pueblo futbolero que lo adoptó para siempre.

Este fue su año. Y será, también, uno de los capítulos más extraordinarios de su historia.

Redacción Al Toque