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“El semillero del mundo”
Crónica de un domingo en el Polideportivo “Las Malvinas” de Argentinos Juniors en el barrio La Paternal.
“La característica que nos distingue es la formación de jugadores. La institución ha formado a múltiples profesionales que luego tuvieron éxito en diferentes lugares del planeta. Nombrar a Diego Armando Maradona, Juan Román Riquelme, Claudio Borghi, Sergio Batista y Fernando Redondo tiene un denominado común: todos han surgido del ‘Bicho’…”
Hay algo de la vida de club que me apasiona. Muchos de mis mejores recuerdos de la infancia y adolescencia están relacionados al Club Sportivo y Cultural Herlitzka de Las Vertientes (localidad de poco más o poco menos de mil habitantes en el sur de Córdoba). Hay una esencia del pueblo que me duele que con los años se haya ido perdiendo, y es la de los domingos en la cancha. Almorzar de la Nona Teresa, ver a Herlitzka -que el pueblo un poco se paralice, aunque no haya mucho por paralizar-, que se sienta el olor a choripán, que mi abuela tenga reservado su espacio en el lugar de siempre, que el resto de las personas del pueblo estén en sus lugares de siempre, que termine el partido y caminemos las pocas cuadras que separan la cancha de la plaza.
Ahora el club que habito día a día en Río Cuarto es Asociación Atlética Banda Norte, y me gustan mucho las tardes de sol en la que recorro el Parque Sarmiento en mi bicicleta para llegar al club. Y que haya fútbol, básquet, tenis, gimnasia artística a mi alrededor.
Pero hacía muy mucho tiempo que no me encontraba con una esencia como la que vi este domingo 1 de octubre en el Complejo Polideportivo “Las Malvinas” de Asociación Atlética Argentinos Juniors, en el mítico barrio de La Paternal. Por momentos parecía como una postal de otra época.
Un hermoso día de sol, con el clima ideal para que sea domingo y estar en un club. Con Pía llegamos pasadas por unos minutos las 14 horas, yo un poco apurada por ver el superclásico entre Boca y River que ya se estaba jugando. Para mi agrado visual, todo muy rojo y blanco alrededor.
El Polideportivo nos recibió con incontables actividades simultáneas. Hockey sobre patines, fútbol, handball, tenis, futsal… Ingresamos al bufet del club con un nombre muy apropiado: “Sabores de D10S”. El Superclásico estaba empezado y nos esperaban con una mesa para guardarnos lugares el “Pana” y Ramiro, dos colegas periodistas que conocimos en la cobertura de la Copa América de Futsal Femenina, la razón por la que estábamos ahí. Pía bromeó con que mi nivel de sociabilidad había estado muy bien, porque hice buenos amigos.
Puedo decir que los goles de River se gritaron bastante en todo el bufet, y que comí una rica milanesa con papas fritas. “Realmente emocionas a través de los mensajes de comida. Por sobre los de fútbol”, me respondió un amigo a mi mensaje de WhatsApp “Milanesas con papas fritas en el bufet del semillero del mundo”. Si soy. Con Pía fuimos a cubrir la Copa América, pero también a disfrutar de la gastronomía de la Capital, como debe ser.
Finalizado el partido salimos del bufet y lo primero que nos topamos fue una mesa improvisada afuera, a la sombra, al lado de una canchita de arena, donde seis señoras jugaban al burako y tomaban café. Seguimos caminando hasta llegar a todo el sector de asadores y quinchos. Muchos fuegos prendidos, mucha carne en las parrillas, muchas mesas y sillas ocupadas, otra gente en reposeras, otros dos sentados contra un paredón mientras ella lee un libro, mucho mate dando vueltas. Otro grupo de señoras jugando burako y un grupo de señores jugando al chinchón. Todo ese “dolce far niente” mientras alrededor se siguen practicando muchos deportes al simultaneo.
Hay un paredón entre dos de los quinchos que resalta por una ilustración del hijo pródigo de La Paternal, Diego. Y de todas las infinitas fotos de Maradona que podrían estar estampadas allí, creo que es la más perfecta. Podría ser un Diego jugando, o levantando la Copa del Mundo, o gritando un gol, o haciendo jueguitos. Pero no. La imagen es la de Diego sentado arriba de una pelota, tranquilo, observando. Y va justo con la esencia de lo que allí pasa.
Un poco estábamos para sentarnos de sobremesa al sol, a jugar a las cartas y tomar unos tragos. Pero aún nos quedaba disfrutar de ver en vivo la historia escribirse en el Microestadio techado del Polideportivo, escenario de la Copa América de Futsal. La final entre Argentina y Brasil jugada con localidades agotadas, la intensidad del mejor futsal sudamericano frente a nuestros ojos, la emoción de cantar el himno nacional, y cerrar lo que fue la primera cobertura de un torneo Conmebol para Escuchalas Gambetear, Al Toque Deportes y Al Toque Radio.
Por Delfina Vettore
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