Fútbol

Federico Saporiti y uno de sus mejores títulos personales

El lateral con actualidad en Lutgardis Riveros de Alcira Gigena finalizó sus estudios secundarios en la escuela para adultos y sostuvo que culminó una etapa que tenía pendiente. El hijo del histórico defensor de River aseguró que en un futuro cercano se inclinará de lleno a la conducción técnica.

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Era una cuenta pendiente que tenía desde que me fui a Buenos Aires. Fui bastante rebelde en el sentido de la educación, decir que no me arrepiento no es la palabra adecuada, pero en ese momento sentía que no podía hacer las dos cosas. Y eso es una gran mentira”, fue la primera respuesta de Federico Saporiti al culminar sus estudios secundarios en una escuela para adultos a los 30 años.

El lateral derecho que tiene Lutgardis Riveros no oculta su felicidad por haber cerrado un ciclo que tenía pendiente en su vida y tiene dedicatoria especial. Lo primero que se le viene a la mente a Federico es su mamá, a quien le prometió culminar sus estudios tras haberlo abandonado en segundo año del nivel secundario. Nunca es tarde para emprender desafíos y así lo entendió Saporiti, el hijo del histórico defensor que brilló en River.

Saporiti en el día de su colación en Alcira Gigena.

Una de las causas más significativas que condujeron a Federico a dejar de lado el estudio fue la posibilidad de incorporarse a River Plate a comienzos de la adolescencia e introducirse en el mundo del fútbol. En el “millonario” estuvo durante siete años (hasta 2011), fue parte de dos pretemporadas con la Primera División, y posteriormente vistió las camisetas de Sportivo Las Parejas, Jorge Newbery de Venado Tuerto, Ateneo Vecinos, Atenas, Juventud Unida de Río Cuarto y la de su amado Lutgardis Riveros. Desde hace tres años tuvo el coraje de anotarse en el CENMA de Alcira Gigena y obtener el diploma.

“El primer año pude hacerlo más cómodo, porque en Juventud entrenábamos al mediodía y me quedaba justo el cursado para la noche. En el segundo año empecé con las complicaciones, en Lutgardis entrenaba a las 9 y media y al colegio entraba a las 7 y salía a las 11 (de la noche), es por eso que me retiraba un rato antes. En el último año la pandemia le puso una pausa a todo, se me complicó mucho, se hizo cuesta arriba lo de la virtualidad pero gracias a Dios pude terminar”, detalló Federico.

Y agregó: “Fue por motivación propia, le dije un día a mi mamá que iba a terminar y así lo hice. De chico ellos no tuvieron el control para conmigo por estar en Buenos Aires, y ahora de grande lo decidí yo mismo. Mi vieja me había dicho que hasta que no me veo con el diploma en la mano no me iba a creer, asique ahora ya está”.

– ¿Por qué de chico no había podido hacerlo?

– En ese momento me estaba yendo bastante bien desde lo deportivo y me desinteresé por los estudios. Fue una muy mala decisión. Después empecé a deambular por diferentes clubes del país y la región y la cosa se diluyó. Y desde hace tres años, cuando estaba en Juventud Unida decidí retomar y gracias a Dios este año terminé en el CENMA 91 de Gigena. Fue una gran satisfacción y lo viví con gran emoción, porque se lo había prometido a mi mamá, que con el paso de los años se había resignado.

– ¿Se toma como cuenta pendiente?

– Era una cuenta pendiente que tenía desde que me fui a Buenos Aires. Fui bastante rebelde en el sentido de la educación, decir que no me arrepiento no es la palabra adecuada, pero en ese momento sentía que no podía hacer las dos cosas. Y eso es una gran mentira, porque estuve en un club (River) que me brindó todas las posibilidades para hacer de todo.

– ¿Y que planifica para el futuro? ¿Nuevos estudios?

– Por el momento no tengo planificada una carrera universitaria, mi idea fija es seguir ligado al fútbol. Me gusta mucho dirigir y no la veo muy lejos a la posibilidad. Además me gustaría que mi viejo (Eduardo Omar Saporiti) me vea en ese rol también. Ya tengo hecho el curso de técnico nacional y he hecho varias capacitaciones. Me imagino dentro de poco en un plantel de Primera, me veo con la personalidad de poder llegarle al jugador grande, porque hoy en día veo a la juventud bastante rebelde.

– ¿Hace mucho está con esa idea de dirigir?

– En el parate anterior ya estaba planificando el armado de un cuerpo técnico, se lo conté a Diego Mírez (técnico anterior de Riveros) porque sentía la necesidad de ir de frente. Con Juan (Palandri) también lo comenté, y hasta incluso le pregunto cosas cuando entrenamos porque quiero seguir aprendiendo. Es algo que pienso siempre, me vengo capacitando desde hace cuatro años y voy por el camino a agarrar un cuerpo técnico. Hasta soy consciente de que puedo dirigir a actuales compañeros.

– Queda claro que Roncedo no sería una posibilidad…

–  Creo que no me llamarían. No se acercarían ellos, ni yo tampoco. La única celeste y blanca fue la de la selección. Saporiti y Roncedo no combinan ja ja.

– ¿Y qué hace en la actualidad sin competencia? ¿Se mantiene físicamente?

– En la actualidad no hago nada, sólo voy a jugar al padel como para mantenerme, pero decidí relajar un poco por lo que se está viviendo en estos días. El año pasado hice todo lo contrario, intensifiqué los entrenamientos y me estuve moviendo. Primero en mi casa y después en las canchitas (Fútbol 5) de mi viejo. Ahora este parate me agarró en un momento bastante complicado en ese sentido, ya lo sabíamos a la hora de arrancar la pretemporada: en algún momento íbamos a volver a parar. Estoy en una etapa en la que quiero disfrutar de mi familia y pasar más tiempo con mi hijo, pero si me decís que mañana arranca el fútbol ni lo dudo, porque toda la vida viví en esto.

– ¿Y a qué se dedica sin fútbol a la vista?

– Desde que decidí instalarme en Gigena empecé con entrenamientos personalizados a adultos y también dirigía en inferiores del club (Riveros). Además de ayudar a mi viejo con las canchitas que él tiene. Es decir que tenía una estabilidad económica gracias al fútbol. Con todo esto (restricciones), eso se cortó. Es por eso que decidimos con mi señora, mi cuñado y mi concuñada de arrancar un nuevo proyecto, de cadetería, y en estos primeros días nos está yendo bastante bien.

– ¿Y cómo es Eduardo a la hora de verlo entrenar? ¿Deja conceptos?

 – Mi viejo no se mete para nada en las decisiones, de hecho fue mi alumno en los entrenamientos cuando todo estaba habilitado. Tiene 66 años y se inclina por mantenerse en actividad aún. Lo que sí suele aconsejarme cuando entreno a los más chicos, yo soy un poco intenso y a veces me paso de revoluciones. Con mi viejo hemos formado un vínculo muy fuerte y siempre estuvo relacionado con el fútbol.

– Ve mal entonces las nuevas medidas hacia el deporte…

– Creo que se desvalorizó el deporte en estas medidas, por eso quizá me lo tomé de una manera más desganada a lo del nuevo parate. Me parece que las decisiones siempre se toman en una mesa chica y que tanto las Ligas como los clubes nunca son consultados, somos el último caramelo del frasco. Así estamos también, sin ingresos y con mucha incertidumbre. Me parece que la Liga no es para nada amateur, amateur es lo que hago yendo a jugar al padel. Acá hay clubes que invierten en sus instalaciones, siembran la cancha y hay familias que viven de la actividad.

– Lo último: ¿Lo dejó conforme la actuación de Lutgardis en el Apertura?

– Íbamos de menor a mayor, Lutgardis se convirtió en un equipo difícil para todos. De hecho hemos jugado con grandes candidatos como Atenas y Juvenil y no nos superaron. Lo he hablado con el cuerpo técnico y con Joaquín (Prado) y coincidíamos que podíamos dar más, preocupante es cuando tocás un techo. Pero nada de eso pasaba, estábamos en pleno crecimiento y nos veíamos muy bien para el clásico (debían jugar ante Roncedo). Ahora vamos a ir de cero y todos a la par.

Redacción Al Toque
Fotos: Gentileza Federico Saporiti / Al Toque

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