Atletismo
Miguel escribe
Ariel Scher
Periodista.
Miguel escribe. Escribe en su diario, que es su agenda, y en su agenda, que es su diario. Escribe con una esperanza en cada piel de cada punto cardinal de su mano. Escribe joven, atleta, narrador, poeta, laburante, militante, tucumano desde la médula, encariñado con el suelo de Berazategui que le hizo sitio junto con su familia. Escribe con una letra propia y con una voz propia que dan cuenta de sus latidos intensos y de los latidos especialmente intensos de una época y de una geografía -los setenta y la Argentina- en las que todo es latido y todo es intensidad. Escribe, por ejemplo, muy fuerte, así: «Voy camino a la libertad, oh línea de llegada, seré absuelto y te voy a pisotear».
Miguel es Miguel Sánchez y desde el 8 de enero de 1978 es uno de los 30.000 desaparecidos de la Argentina.
Pero igual escribe.
Escribe ahora.
Ahora porque es ahora que su diario que es su agenda y su agenda que es su diario acaban de ser rescatados como una luz para vencer a las sombras siempre insinuantes del olvido. Las anotaciones vitales y poéticas de Miguel ya constituyen un libro. Ese libro tiene el nombre más exacto, más hermoso y más justo del mundo: «Sueños de un campeón».
-Cuando yo ya no esté, todo esto te queda-, le dijo Elvira Sánchez, hermana de Miguel, la dama que escaló por encima de las paredes de la impunidad y las superó con el alma llena de memoria, a su sobrina nieta Angie Rossi.
Y eso sucedió. Elvira murió en el final de 2021, dando pelea hasta el último gramo de su conciencia gigante, y Angie, heredera de esa conciencia, se hizo cargo.
«Nadie -explica Angie- conocía el contenido de ese diario-agenda. Un material de 84 páginas que sobrevivió, a diferencia de otras agendas que fueron robadas cuando a Miguel lo secuestraron, a los 26 años, en la casa de Villa España, en Berazategui. Todo lo que está allí es muy emocionante. Está, por ejemplo, su viaje a Brasil de 1976 para competir en la famosa Corrida de San Silvestre. O habla entre muchos temas, de sus piernas, de sus carreras, de su mamá».
- Miguel Benancio Sánchez fue empleado bancario, poeta y futbolista devenido en maratonista, hozó militar en la Juventud Peronista en plena dictadura cívico-militar. El 8 de enero de 1978, con 25 años, fue secuestrado por un grupo de tareas que irrumpió en la casa de su madre, en el partido bonaerense de Berazategui.
En 2018, todavía lejos de consolidar la iniciativa del libro y como parte de una labor colectiva por la memoria, Angie comenzó a realizar pegatinas en las calles con contenidos de lo que hoy, ya en otro plano de organización, conforma el Archivo Miguel Sánchez (para lo cual, vale seguir la cuenta de Instagram @archivomiguelsanchez). A través de los años, su tía Elvira le había ido mostrando algunas cosas. Puro estremecimiento. Pero las historias grandes no suelen satisfacerse con el estremecimiento inicial. Y esta historia fue madurando mucho más. Cuando, en 2021, Angie empezó a trabajar en una imprenta cooperativa, asoció su legado y su fuerza con Federico González, un compañero de la Universidad de La Plata en la licenciatura en Artes Plásticas con orientación en grabado y arte impreso. «Lo hacemos, me dijo Fede». Y lo hicieron: el libro.
Miguel Benancio Sánchez es un emblema entre los emblemas del deporte para no olvidar que en la Argentina hubo un genocidio. Su figura fue reivindicada, en el final del siglo veinte, por medio de notas periodísticas al cumplirse veinte años de su captura por parte de una patota de la dictadura. Y, desde esa base, se volvió, sobre todo, carrera. La Carrera de Miguel, que se desarrolla año a año en muchos rincones de la Argentina, o La Corsa de Miguel, en Roma, la prueba madre de estos desafíos de calle, concebida por el periodista italiano Valerio Piccioni, también involucrado en la gestación de «Sueños de un campeón». Hay pistas atléticas, documentales fílmicos, bibliotecas y muchos espacios más que llevan el nombre de Miguel. Cada uno de ellos es una oportunidad de interiorizarse en sus esfuerzos como fondista bajo la guía del multicampeón Osvaldo Suárez, de su empleo en el Banco Provincia, de su persistencia en la poesía, de su determinación para ser parte de la modelación de una sociedad sin opresores. Esas referencias, además, evidencian que la herramienta del deporte puede generar conciencia sobre la más espantosa de las etapas argentinas.
«Sueños de un campeón» lleva prólogo de Gustavo Veiga, el periodista, investigador y docente que efectuó una contribución determinante con las varias ediciones de su obra «Deporte, desaparecidos y dictadura», en la que nuclea las biografías de los deportistas que se llevó el régimen autocrático. Ese trabajo funcionó como sustento para otras indagaciones entre las que la recuperación de los apuntes de Miguel Sánchez es clave. Y en esa nómina pueden inscribirse, por ejemplo, el reciente «Dónde está Daniel Schapira», en el que los cronistas italianos Roberto Brambilla y Alessandro Mastroluca reelaboran el derrotero del tenista argentino al que un grupo de tareas secuestró en abril de 1977, o «Maten al rugbier», de Claudio Gómez, que detalla existencias, compromisos y desapariciones de los jugadores de rugby del club La Plata. O, ni hablar, «Los desaparecidos del rugby», de la sanjuanina Carola Ochoa.
En los últimos años, a ese enfoque sobre los deportistas se le añadieron los estudios sobre los socios y las socias de los clubes que fueron víctimas directas del ciclo genocida. Muchas instituciones, incluso, hicieron ceremonias en las que reincorporaron a sus padrones a esos socios y a esas socias, dándoles a sus afectos los carnets correspondientes. De modo que, contra cualquier concepción prejuiciosa sobre el deporte, hay cada vez más materiales en ese campo que fertilizan el dimensionamiento de un tiempo que marcó y que marca con dolor al país.
Angie y Federico emprendieron este proyecto con su cronología personal coincidiendo con la edad que tenía Miguel cuando lo desaparecieron. «Tenemos esas ganas que tenía él», sintetiza Rossi. Y esas ganas emergen cuando desmenuza los criterios con los que el diario-agenda se tornó en libro: «Lo queríamos mostrar sonriendo, contento, con su familia». Búsqueda más que alcanzada. Cada página de «Sueños de un campeón» porta un acto de orfebrería editorial, una artesanía delicada y conmocionante, un tributo dulce a la lucha empecinada de una hermana indetenible como Elvira, un homenaje en el que Miguel reluce pleno, entrañable, vivo.
Seguro que Primo Levi, el escritor italiano que sobrevivió a los campos de concentración del nazismo, alumbrador de un discurso que imposibilita no mirar hacia el horror del pasado para encender transformaciones rumbo al futuro, acariciaría con ternura y con curiosidad cada renglón de este libro. Ahí anda Miguel, ahí andan los 30.000 y ahí anda lo que el propio Levi dejó grabado, en «Los hundidos y los salvados», para que la humanidad vuelva y vuelva: «No es lícito olvidar, no es licito callar. Si nosotros callamos, ¿quién hablará?».
Por eso Miguel escribe. Escribe ahora. Escribe para que cada vocal sea habitada por la memoria, para que cada párrafo inspire al valor de la verdad, para que la justicia se convierta en siembra. Escribe con todos sus sueños, Miguel, Miguel Sánchez, desaparecido y querido. Escribe como un campeón.
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