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Nadal y Roland Garros: nombres distintos, historias únicas

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Cuando avanzaba la Primera Guerra Mundial, la comunidad industrial volvía a darle la razón a Ferdinand von Zeppelin. El empresario alemán que había diseñado los globos dirigibles – que adoptaron su apellido – dijo, al comenzar la contienda, que cuando lograra revestirlos en una aleación de metales Alemania se quedaría con la guerra. La marina alemana tenía más de 110 naves para tareas de reconocimiento y bombardeo. Los Zeppelin pasaron a ser el terror para los estrategas enemigos.

Eugen Roland Garros no se sintió intimado nunca por nada. En 1917 con un avión bimotor, reformado por sus manos, se enfrentó a uno de esos zeppelings y lo derribó. La aeronave alemana, que había sido perfeccionada por una cobertura de aluminio, fue alcanzada por las descargas del francés y todos los ocupantes resultaron muertos. Fue una proeza. Una más, ya que Roland Garros había participado en la primera batalla aérea de la historia en 1914 y más tarde fue apropiándose de los records de altitud de la época. Lo movilizaban los desafíos. Fue el primer piloto en cruzar solo el Mar Mediterráneo en 5 horas 53 minutos sin instrumentos fiables. Un hombre que no conocía de límites.

Roland Garros, fotografiado en 1913 en el aeroplano con el que cruzó el Mediterráneo (Getty)

Murió en su ley. Fue derribado en la zona de las Ardenas. Tenía 29 años, a solo 21 días de terminar la guerra. Su corta vida siempre estuvo colmada de proezas. Raymond Poncare, por aquel momento Presidente de Francia, dijo que para Eugene Roland Garros“no existen ni existirán las cosas imposibles”. En consonancia con lo que representó, el gobierno francés sugirió diez años después de su muerte que el Torneo Nacional de Tenis más importante del país lleve el nombre del piloto muerto en combate.

Seguro que a los nueve años Rafael Nadal no sabía de las hazañas del aviador cuando comenzaba con su tío Toni a empuñar una raqueta y a soñar. El lunes pasado, cuando estaba terminando los festejos y las formalidades después de ganar su decimotercer Roland Garros, Javier Martínez del diario El Mundo de España le preguntó si su fortaleza mental era fruto del yoga u otra disciplina. Rafa con simpleza le dijo: “No creo que haga falta algo para entrenar la mente. He tenido la suerte de tener a mi lado las personas adecuadas. Tengo la obligación de ayudarme a mí mismo a ser mejor, seguir la línea de quienes me dirigen. No existen mayores misterios”.Simetría idéntica en un mismo correlato. Nadal no tiene límites, porque sencillamente es portador de una cabeza que no tiene configurado ese parámetro.

Con 19 años, en el 2005, ganó su primer Roland Garros. Hoy su nombre es leyenda en París.

Si se habla de gente importante, Antonio Nadal Homar –Tío Toni – es el más importante, luego de sus padres, en la vida de Rafael. Porque si algo distingue al tenista es su mentalidad, cultivada hasta el grado de la elaboración por la convicción y el rigor del tío.  El equipo planifica con el parámetro de que en la vida todo es una emoción y que la perfección es necesaria, pero entienden que el proceso de mejora siempre es posible y para lograrlo parten de la básica consigna de entender que en la vida una cosa es ser feliz y otra es estar contento. Le hizo comprender a su sobrino que la cultura de la queja es el límite de los conformistas.

Son sencillamente conmovedoras las semejanzas entre Rafael Nadal y Eugene Roland Garros, y amén al siglo de distancia que separaron sus vidas y disciplinas, las caracterizaciones y similitudes parecieran tener en común paralelismos diseñados por Toni. En 1913 era imposible considerar que un avión pudiera disparar una ametralladora en forma coordinada y volar con seguridad. No para Roland Garros que modificó la disposición de las armas y con su ingenio creó suplementos de equilibrio y precisión, con la sola receta de su voluntad. La misma que Rafa, con la supervisión de su tío, terminó siendo zurdo, cuando en realidad era un diestro natural. Estudiaron las potencialidades de su lateralidad y juntos forjaron una leyenda del tenis jugando con la mano inhábil.

Toni y Rafa Nadal constituyeron una de las duplas más ganadoras de la historia del deporte.

En 1911 Eugen Roland Garros estableció el record de altitud en Niza con un monoplaza construido en forma artesanal. Llegó a los 3.950 metros desafiando la presurización y arriesgando al límite. Un año después  el piloto austríaco Philipp von Blaschke llegó a 4.360 metros. El francés, tocado en su orgullo, seis días después, con un biplano acondicionado por él mismo, llegó a los 5.610 metros de altura. Simplemente una locura de arrojo e inconsciencia que lo situaba entre los elegidos. El por entonces prestigioso diario parisino Le Temps lo bautizó como elromántico de la vida que esta de novio con las nubes. Toni Nadal habría declarado que puso su esfuerzo y convicción como transporte al universo de sus sueños.


Toni Nadal le hizo comprender a su sobrino que la cultura de la queja es el límite de los conformistas.


Rafael Nada acaba de cumplir 34 años. Es sin dudas el mejor deportista de la historia de España. Tiene 86 títulos de singles, entre ellos 20 Grand Slam. Ganó 5 veces la Copa Davis y fue Oro Olímpico en Rio 2016. Al obtener 13 títulos de Roland Garros hace que su leyenda configure sus logros como imposibles. El chico que se formó en familia y nunca salió de Manacor demostró que la disciplina y el esfuerzo tienen recompensa. El obsecuente por ganar descansa en el Olimpo, pero focalizado en su siguiente logro, como todo guerrero sin emociones.

Con más años, y pleno Covid19, Rafa sigue siendo el Rey de Roland Garros.

Nadal y Roland Garros parecen la misma cosa. La mimetización de sus nombres los homogeniza a la altura de ser una misma amalgama. Pero bien claro queda, que sus historias individuales tienen la simetría perfecta de la misma identidad. El aviador murió por su patria y el tenista se pone al hombro la Marca España, para darle aire a un país que requiere otra jerarquía para ir olvidando las últimas – coherentes con su larga historia- mugres de la monarquía.

«España debería Nadalizarse«. Esta frase la ha pronunciado Julen Lopetegui, un ferviente admirador de Rafa. Ni el Rey de España, ni ningún representante del Palacio de la Zarzuela viajó a Paris para acompañar al mejor embajador del país. Los asesores aconsejaron no mostrar presencia Real porque consideran que Nadal empequeñece cualquier figura. España y el mundo saben que Rafael es enorme por sí solo y los Reyes de España caminan las calles de la antinomia por su miserable historia y sus propios méritos.

* Leonardo Gasseuy vive en San Francisco, Córdoba. Es empresario. Apasionado del deporte, la geopolítica y la historia.

Gráfico: Al Toque

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