Por qué no se juega en Córdoba el Campeonato Juvenil de la FIFA

Hugo Caric

Periodista.

El 20 de mayo habrá Cabildo Abierto en Santiago del Estero y en San Juan. Con los partidos Guatemala-Nueva Zelanda y Argentina-Uzbekistán, en el Madre de Ciudades, y los cruces Estados Unidos-Ecuador y Fiji-Eslovaquia, en el Estadio Bicentenario, comenzarán en la cancha las deliberaciones para ver quién se queda con la 23° edición del Mundial Sub 20 de la FIFA, ese que también ganaron Diego Maradona y Lionel Messi. 

A Argentina este campeonato le cayó del cielo, a tono con la imagen de plato volador del escenario santiagueño donde afrontará sus primeros dos compromisos de fase inicial, el segundo frente a los guatemaltecos. Aún convaleciente de un Sudamericano para el olvido, y sin director técnico después del portazo de Javier Mascherano, el representativo de la AFA se encontró de repente con la posibilidad de refrendar su condición de seleccionado más ganador en la historia del certamen. Seis vueltas, tiene. 

En Yakarta, a 15 mil kilómetros de nuestro país, una masiva manifestación popular se plegó al reclamo de algunos políticos y pidió la exclusión de Israel de la competencia de fútbol juvenil que iba a tener como sede a Indonesia, en solidaridad con la causa palestina. En su lujosa oficina de Zúrich, Gianni Infantino tomó debida nota y sin demasiadas vueltas le bajó el pulgar al país asiático, que se quedó sin el pan (la sede) y sin la torta (su lugar en el torneo). Desde un despacho más modesto, aunque no menos ostentoso, Claudio Tapia seguía la jugada en Buenos Aires. ‘Chiqui’ advirtió que la pelota quedó boyando y metió el pechón para tratar de embocarla, como en sus tiempos de ‘nueve de área’ de Barracas Central.

Luego de un trámite express, una mera cuestión de papelería, la FIFA dio el espaldarazo a la candidatura de Argentina y confirmó lo que a esa altura ya era un secreto a voces: en el estadio que se levantó para sellar la sociedad AFA-Gobierno de Santiago del Estero (con un costo declarado de $1.500 millones), Infantino, el capo de la Conmebol Alejandro Domínguez y Tapia conformarían el trío más mentado de la ceremonia inaugural. Hermosos nenes, si los comparamos con Havelange, Kissinger y los genocidas que coparon los palcos en el primer Mundial de fútbol argentino, el del ‘78.

La tercera estrella

En el porteño edificio de Viamonte 1.366, el centro de nuestra cancha, la designación se celebró como otro título. Le permitió a Tapia colgarse su propia tercera estrella y sumarla a la elección de Lionel Scaloni y a su capacidad para gambetear denuncias y acomodarse a los tiempos políticos. Pequeños detalles: había que convencer al ‘Jefecito’ para que volviera a calzarse el buzo, prenderle velas a los clubes del Viejo Mundo por la cesión de los ‘Europibes’ y definir las sedes para acomodar los 52 partidos.

Bien, más o menos y mal terminaron esas respectivas gestiones, teniendo en cuenta nuestras expectativas de que Córdoba repitiera la experiencia del gélido invierno de 2001, cuando ‘el Chateau’ albergó 10 partidos y pisaron su césped varios futuros ilustres: los franceses Djibril Cisse, Alou Diarra y Philippe Mexes; los ghaneses Michael Essien y John Mensah; el alemán Andreas Hinkel; y los brasileños Adriano, Maicon, Joao Baptista y Kaká.

No pudo ser. El combo de locaciones, en medio de un plan de emergencia, se completó con los estadios de La Plata y Mendoza, el único que repetirá luego de 22 años, aceptando una exigencia inaceptable: evitar el nombre ‘Malvinas Argentinas’ con el que fue rebautizado luego de la Guerra de 1982. En Córdoba, mientras tanto, hay heridas que todavía no cicatrizan. 

Casi todas las miradas apuntan hacia Talleres, el club que tiene firmado un contrato de comodato con el gobierno provincial para la utilización del Kempes en sus partidos de local. “No nos sentimos perjudicados, pero sí afectados. En todo caso, esperamos que la AFA traiga el problema y también la solución”, dijeron en barrio Jardín, con cierto tono conciliador. 

Apenas una semana antes, la dirigencia albiazul, más precisamente el presidente Andrés Fassi, había criticado con dureza al titular de la Agencia Córdoba Deportes, Héctor Campana, por la superposición del duelo Talleres-Banfield con el recital del cantante español Joaquín Sabina. Para bajarle un poco la espuma al asunto, la ‘T’ llegó a poner a disposición de la FIFA y la AFA su Centro de Alto Rendimiento Deportivo y la Boutique, el histórico estadio donde juegan sus partidos el equipo femenino y la reserva.

Teléfono descompuesto

¿Estuvo en consideración la sede cordobesa? Las versiones al respecto son contrapuestas, pero sí. Más allá de la plena vigencia de esa regla de oro de la FIFA: la potestad autoimpuesta de “tomar posesión” de los escenarios desde los 14 días previos y hasta 48 horas después de un evento. Desde que los Mundiales son Mundiales (y de eso hace bastante) la matriz del deporte más popular del planeta registra una larga historia de imposiciones que la hacen funcionar en los hechos como un Estado dentro de otros Estados. 

Pasa que de vez en cuando ‘Los Dueños de la Pelota’ se ponen algunos límites y legislan excepciones, como la que permite la realización de algún evento ajeno a sus intereses en los estadios designados para los torneos que fiscalizan, siempre con su expresa autorización. Ahí se le habría una ‘ventanita’ al Kempes, que durante la disputa del Mundial Sub 20 ya tenía agendados tres compromisos de la ‘T’ por el Torneo de la Liga Profesional.

¿Una mudanza del Albiazul? Imposible. No hay otra cancha en Córdoba que albergue a los 40 mil y pico de hinchas promedio que lleva Talleres a sus partidos. Los reductos de Belgrano (34.830) e Instituto (30.000) no llegan a ese número. La posibilidad de trasladar la localía a otras jurisdicciones, como Rosario o Santa Fe, fueron sólo amagues. O calentura.     

Campana eligió jugar con un perfil bajo, tal vez para no confrontar nuevamente con Fassi. Avisó que sólo hablaría del tema si el Kempes era elegido como sede, y eso nunca sucedió. “La AFA propuso estadios que no tenían compromisos por el campeonato local”, explicó más adelante ‘Pichi’, ya con los hechos consumados. Ahí apareció en escena Juan Cavagliatto, mandamás de Instituto y contacto estrecho de la cúpula afista: “Tapia me pidió que hablara con Campana para que Córdoba fuera sede”. 

El pope albirrojo reveló que el funcionario predilecto del gobernador Juan Schiaretti le pidió 24 horas para darle una respuesta definitiva, y que en el siguiente contacto el exbasquetbolista le oficializó la negativa. “Córdoba no es sede del Mundial Sub 20 por Talleres”, declaró luego el directivo.

Aclaran y oscurecen

Como para agregarle más leña al fuego, Pablo Toviggino, el influyente tesorero de la AFA, hizo gala de su incontinencia tuitera para darle crédito al testimonio de Cavagliatto: “La AFA SI propuso al Kempes como Sede del Mundial Sub20. Lamentamos NO poder asegurar nosotros como AFA, el partido inaugural o la final. Un pequeño baño de Humildad, vendría bien!! Cordoba es una Plaza excepcional en todo sentido, el FÚTBOL ARGENTINO ES FEDERAL EN TODO SENTIDO!!”. 

El posteo del ‘Jefe de Gabinete’ del gobierno del fútbol argentino, con varias licencias ortográficas incluidas, sugiere una pretensión de las autoridades cordobeses de liberar el Kempes a cambio de asegurarse la presencia del seleccionado argentino o de albergar el cotejo definitorio.

“Era forzar mucho las cosas por un torneo que a Córdoba no le iba a dejar demasiado en cuanto a ingresos turísticos y económicos”, aseguran desde una de las empresas que suele organizar eventos deportivos en la provincia. “Por más que al Kempes le hubiera tocado algún partido de la Selección Argentina o la final del campeonato, no era negocio para Córdoba. En esos partidos podés meter 15 ó 20 mil personas, como mucho, y después tenés que aguantarte un Japón-Israel, un Irak-Túnez o un Gambia-Honduras”, puntualizan. “Diferente es el caso de una final, como fue la que jugaron Boca y Tigre por la Supercopa 2019. Ese partido le costó al gobierno $300 millones, pero generó un ingreso de $1.000 millones para la provincia, que se repartieron entre distintos sectores de la economía”, señalan. 

Salvando las distancias entre una época y otra, hay un dato más que elocuente que refleja la página oficial de la FIFA: la asistencia de 506.320 espectadores, con una media de 9.737, en el Mundial Sub 20 de 2001 que se realizó cinco meses antes de la debacle del gobierno de la Alianza.  

Y no vaya a creer que en aquellos tiempos las cosas fueron más sencillas: “Si Córdoba no se pone los pantalones, puede llegar a perder la sede”, dispararon desde la AFA en la previa al sorteo del Mundial Sub 20 que terminó ganando el seleccionado argentino. El tema, aquella vez, era quién ponía los 200 mil dólares que demandaban las obras en ‘el Chateau’.

Recalculando… Más allá de las palabras, los silencios, las especulaciones, los oportunismos, los análisis y las poses de ocasión, habrá que convenir que la imprevista coincidencia del tercer mundial de fútbol argentino con los torneos locales le permitió al tándem Tapia-Toviggino anotarse otro “poroto” -léase profundizar vínculos políticos, económicos y deportivos, en ese orden- con los gobiernos de San Juan y Santiago del Estero. 

Será en esos dos territorios provinciales -el lugar de nacimiento del presidente y el pago adoptivo del tesorero- donde la AFA pondrá en escena a su equipo juvenil en sus encuentros del Grupo A. Cualquier coincidencia, a diferencia de la letra chica de las películas, no parece “pura casualidad”.