Media Distancia
Vinicius no es Rosa Parks. La sobreactuación de la ultraderecha
Por Ezequiel Fernández Moores.
Ezequiel Fernández Moores
Periodista.
“Vinicius ha cambiado, igual que Rosa Parks, la historia del racismo”, afirmó en España el periodista Eduardo Inda. Y un tuitero le respondió: “Sí, y entonces Florentino Pérez es Martin Luther King”. No hay nada peor que la sobreactuación.
Vinicius Junior es el crack brasileño de 22 años que tiene un salario anual de casi 22 millones de dólares, y que se hartó desde hace meses de que le digan “mono” en las canchas de España. Es “mono” porque es negro.
Y Florentino Pérez es el presidente del poderoso Real Madrid, llamado la Casa Blanca en España, uno de los empresarios más ricos del país, y que siempre ha votado por las expresiones más conservadoras, esas que hoy exigen la expulsión de inmigrantes, echar al “otro”, porque, supuestamente, ese “otro” le quita dinero al español nativo.
Vinicius, que jamás tuvo expresiones políticas en su carrera, pero que decide señalar en pleno partido al racista que lo insulta en medio de la multitud, no es exactamente el inmigrante rechazado: a él lo salvó su habilidad extraordinaria con la pelota.
El nuevo ataque que sufrió el domingo pasado en cancha de Valencia sacudió a España en vísperas de elecciones municipales que se celebrarán este domingo en medio de acusaciones repartidas de compra de votos y en las que el Partido Popular (derecha) podría ganarle al oficialista PSOE (centroizquierda), mientras que, en la puja por el tercer lugar, Vox (ultraderecha) podría superar a su vez a Unidos-Podemos (izquierda). Es decir, la derecha que desprecia a los “Vinicius” anónimos podría volver al poder en España.
Es paradójico, porque buena parte de esa derecha es la que hoy defiende al Vinicius crack. Lo hace el periodista Inda, conservador y manipulador como pocos, que por eso sobreactúa y compara a Vinicius nada menos que con Rosa Parks, célebre cuando en 1965 desafió sentándose en un autobús en un lugar exclusivo para blancos y abrió una nueva era en la reivindicación de los derechos civiles de los afroamericanos en Estados Unidos. ¿Vinicius como Rosa Parks? ¿En serio? Por eso el tuitero irónico, el que escribió que si Vinicius es Rosa Parks entonces Florentino Pérez es Martin Luther King. Otras respuestas son irreproducibles.
Vinicius sacudió a la España, que ha naturalizado decirle “mono” a un negro en la cancha. Una cancha es superficial respecto de la vida, pero el ruido que produce esa cancha se expande a todos los escenarios. Es cierto, no existe hoy el racismo legal como regía en Estados Unidos en los tiempos de Rosa Parks. Fue derrumbado. Sin embargo, lo que antes era una derecha democrática hoy ha extremado el discurso y la política parece haber habilitado a que muchos expresen públicamente una discriminación que antes era impensable.
Pero cuando ese racismo toca a uno de los suyos, en este caso a Vinicius, la misma derecha pone entonces un límite. Es lo que sucede ahora. La propia Federación Española sobreactuó la celeridad con la que quitó la tarjeta roja que Vinicius sufrió el mismo domingo del escándalo contra Valencia. E impuso al club local multa y clausura de tribuna. Sanciones en tiempo record. Mucho antes inclusive que la invasión de ultras de Español que impidió a los jugadores de Barcelona celebrar su título de campeón, apenas dos semanas atrás, y todavía sin resolución.
Ciertos medios que primero dieron poca importancia al tema Vinicius, decidieron entonces llevarlo a sus portadas, publicar editoriales de indignación y decir que, ahora sí, “nunca más”. Lo hicieron tras advertir que Real Madrid, siempre intocable, decidió proteger al ídolo. Fue notable la escena del miércoles pasado, el partido de Real Madrid contra Rayo Vallecano, con Florentino Pérez sentando a Vinicius a su lado.
Hay que estar en la piel de Vinicius para sentir de qué modo sufre él el hecho de que cientos en un estadio le griten “mono” y le lancen gestos racistas. Es notable que, lejos de mirar hacia otro lado y disfrutar de sus millones, Vinicius elija denunciarlo e incomodar al status quo. El crack no es responsable, pero todos sabemos que hay miles de “Vinicius”, en España y en todo el mundo, que sufren ese racismo de modo mucho más brutal.
En Brasil, la reacción también fue brutal. Lula hablando en el G7, ministros interpelando a España y hasta el alcalde de Río de Janeiro, Eduardo Paes, diciéndole “hijo de puta” a Javier Tebas, el presidente de la Liga de España que, tras el incidente de Valencia, eligió apuntar primero contra el propio Vinicius, contra la víctima. Quedó tan expuesto que ahora elogia a Vinicius y afirma que el brasileño ganará el Balón de Oro.
Ya que los que deberían no te explican qué es y qué puede hacer @LaLiga en los casos de racismo, hemos intentado explicártelo nosotros, pero no te has presentado a ninguna de las dos fechas acordadas que tú mismo solicitaste. Antes de criticar e injuriar a @LaLiga, es necesario… https://t.co/pLCIx1b6hS pic.twitter.com/eHvdd3vJcb
— Javier Tebas Medrano (@Tebasjavier) May 21, 2023
Todos sobreactúan. Pero se entiende lo de Brasil porque desde hace ya tiempo el país hermano fortaleció su política contra el racismo. Y porque el país se abroquela cuando ese racismo lo sufre uno de los suyos en el exterior. Apunta Vinicius contra el racismo. Apunta Brasil todo contra el racismo.
Y Brasil apunta también contra el racismo que sus jugadores sufren cada vez que vienen a jugar a la Argentina, como ha vuelto a suceder en estos días de Copas Sudamericana y Libertadores. Es cierto, aquí no son multitudes las que cantan “mono”. Y hay discriminaciones acaso más pronunciadas contra otras minorías. Las canchas de Argentina son escenarios inclusivos por un lado, pero también discriminadores por otro, aunque lo disfracemos bajo el nombre del “folclore”. Muchos escenarios han cambiado estos últimos años. Tarde o temprano, el fútbol también deberá hacerlo.
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