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Quién fue Pedro Marchetta, uno de los técnicos más emblemáticos del fútbol argentino

El “Negro” falleció este jueves a la edad de 79 años, desde hacía años estaba instalado en Carlos Paz. Nacido en Lomas de Zamora, adoptado por Córdoba y con un carisma especial que lo caracterizó a lo largo de su vida. Así lo recordaron los periodistas Hugo Caric y Gustavo Gutiérrez, quienes escribieron su biografía.

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Quién fue Pedro Marchetta, uno de los técnicos más emblemáticos del fútbol argentino.

El fútbol argentino perdió a uno de sus exponentes más representativos y carismáticos: murió el ex futbolista y ex entrenador Jorge Pedro Marchetta a los 79 años.

Inefable, con miles de anécdotas y frases célebres, Jorge Pedro Marchetta, ex jugador y director técnico, es uno de los más recordados personajes del fútbol argentino. El “Negro” no sólo marcó un antes y un después en los clubes por donde pasó desde su carisma y motivación, sino que también supo forjar importantes vínculos que sobresalían del deporte.

Con un amor especial hacia Racing de Avellaneda, club en el que empezó a jugar profesionalmente. Con un vínculo inquebrantable con Rosario Central, con quien ascendió a Primera un 2 de noviembre de 1985. Y con la particularidad de haber dirigido a 6 de los clubes más representativos de Córdoba: Talleres, Belgrano, Instituto, Racing, Juniors y Universitario.

Marchetta nació el 13 de abril de 1942 en Lomas de Zamora, en el seno de una familia humilde. Empezó a jugar al fútbol en la Sociedad de Fomento Lomas Sur, pero un vecino (porque su madre era de Independiente y su padre simpatizaba por Boca) le inculcó el amor por Racing Club, lo llevó por primera vez a la cancha y despertó su pasión por la “Academia”.

A Racing ingresó cuando apenas tenía diez años y debutó en primera el 15 de abril de 1962 contra River en el Monumental. Allí estuvo dos temporadas en Primera hasta 1963 y llegó a jugar la Copa Libertadores de 1962. Era mediocampista ofensivo, con mucha habilidad y esfuerzo para marcar. Fue en este paso por Avellaneda que tuvo una conexión especial con Alfio “Coco” Basile, quien después lo sumaría a su cuerpo técnico como ayudante.

Su siguiente paso como jugador fue en Gimnasia y Esgrima La Plata, donde jugó en 1964 y 1965. Tras su paso por Gimnasia, jugó en Los Andes (1966), Santiago Morning de Chile (1969), Deportivo Quito (1970) para terminar en el Ever Ready de Dolores (1971). Todavía no había cumplido los 30 años y ya había decidido colgar los botines.

El primer paso luego del retiro fue la concesión para administrar los hoteles de Embalse, uno de los muchos emprendimientos extra futbolísticos que generaron una holgada situación económica más allá del fútbol.

Aunque siempre siguió ligado al ambiente, ya que su primera experiencia como entrenador fue en la zona dirigiendo a Atlético Río Tercero. La gran amistad que había hecho con Basile como jugador de Racing hizo que éste lo convocara para integrar su cuerpo técnico como ayudante de campo. Fue asistente del “Coco” en Instituto, Racing de Córdoba y Nacional de Montevideo, hasta que el propio Basile le dijo sin anestesia, “dejás de trabajar conmigo. Te llegó la hora de empezar solo”, según relata el libro “El Negro”, escrito por los periodistas Hugo Caric y Gustavo Gutiérrez.

Así comenzó su dilatada carrera de director técnico, reconocido por sus charlas técnicas que mezclaban chispa, táctica, humor y sentencias para el recuerdo. Sostenía que hasta los años noventa, sus equipos practicaban un juego “más cercano a la línea de (César) Menotti” pero que luego se cruzó “de vereda” hacia un fútbol más pragmático.

Su primera experiencia fue en Los Andes en 1983. Los «Milrrayitas» venían teniendo una floja campaña en la vieja Primera B pero logró enderezar la situación y lo colocó en la final del octogonal por el segundo ascenso, y cayeron en la final ante Chacarita Juniors.

Esta campaña le valió ser tenido en cuenta por Racing de Córdoba, que lo contrató para 1984 y a partir de allí y de los buenos resultados –consiguió un meritorio cuarto lugar en el Metropolitano, la mejor campaña histórica luego del subtítulo del Nacional 1980 dirigido por su amigo Basile-, comenzó a establecer una muy buena relación con la provincia, al punto de que terminó viviendo aquí y experimentar en otros equipos de la capital.

Mientras dirigía a Racing de Córdoba, su plantel ganó el PRODE, en otras de las anécdotas más populares del fútbol. La delegación compró un billete, estimó los puntos que tenía que obtener y logró el objetivo. En el último partido, antes del logro, debían ganar si o si ante el Ferro de Timoteo Griguol en cancha de Instituto. Y allí se produjo “la charla técnica más corta de la historia”. El “Negro” sólo mostró el billete y sus dirigidos entendieron en el acto.

La “Academia” derrotó a Ferro por 2 a 1 con un doblete de Roberto Gasparini. “Pero hubo otras cien boletas que acertaron los trece puntos. Y sólo alcanzó para una cena. De igual manera festejaron como si hubieran ganado el título del Mundo. La gente no entendía nada”, contó Hugo Caric.

La campaña con el Racing cordobés atrajo el interés de Rosario Central, que se encontraba en la primera B y pretendía regresar pronto a la máxima categoría, y lo consiguió en 1985 con una gran producción, con una ventaja de once puntos sobre el segundo y con once victorias consecutivas entre las fechas 12 y 23.

“En Rosario Central vivió una historia de novela, lo amaba. El Negro Fontanarrosa lo cruzaba por la calle y le pedía por favor que le dijera el equipo que iba a poner el fin de semana. Marchetta lo disuadía invitándolo a jugar al fútbol con el cuerpo técnico y pasar un buen rato”, dijo Caric.

Tras su paso por Rosario Central llegó la chance de dirigir a Vélez en 1986 pero su paso fue breve. Ese mismo año tuvo otra breve experiencia en Talleres de Córdoba y fue contratado por Belgrano para 1986/87 con la idea de ascender desde el Nacional B, pero cayeron ante Banfield en la final.

“Marchetta tuvo siempre en la mente ese partido con Banfield. Lo saca a (Abel) Blasón y lo pone a Scatolaro, cuando lo tendría que haber puesto al ‘Gallego’ Vázquez para que tenga un poco más la pelota. Él siempre nos decía eso, y que todas las mañanas se levantaba pensándolo, aún en el paso de los años”, contó Caric.

En Belgrano de Córdoba dirigió a Fabián Zuchini, quien actualmente es dirigente de Belgrano de Coronel Moldes.

Volvió a Racing de Córdoba para 1987/88, donde logró mantener la categoría tras una durísima final ante Unión de Santa Fe. Fue 5-4 por penales luego de un 1-1 en la Bombonera. En 1989 dirigió a Racing de Avellaneda, y en 1991/92, a Platense, donde dejó una enorme cantidad de anécdotas “Hasta el Polaco Goyeneche se le arrodilló para que no dejara Platense, pero no hubo caso. Marchetta siempre decía que si Goyeneche le rogaba un poquito má´s se quedaba (risas)”, detalló uno de los co-autores del libro “El Negro”.

Marchetta recaló en Independiente para la temporada 1992/93. En 1994 volvió a Rosario Central para un segundo ciclo en el club, aunque esta vez con el propósito de salvarlo del descenso. Para eso volvió a confiar en los jóvenes como Roberto Nuno Molina, Cristian Kily González y Pablo Vitamina Sánchez que se sumaron a los más experimentados Omar Palma, Marcelo Delgado y Darío Scotto.

Marchetta, durante su presentación al frente del plantel de Independiente, el 19 de octubre de 1992.

Meses más tarde, en 1995, volvió a Racing, también para su segundo ciclo. Pero no se olvidó de un dirigente, Daniel Lalín. Según Caric, “Marchetta tuvo fuertes discusiones con el entonces presidente de Racing. Le debía mucha plata y se le metía en cuestiones tácticas. Tuvo que intervenir Eduardo Duhalde, en ese entonces dueño del Banco Provincia y uno de los principales sponsors de Racing. Ahí te das cuenta de los vínculo que tenía Marchetta”.

Dirigiendo a Racing, ante San Lorenzo, se le ocurrió decirle a su delantero Silvio Carrario, sobre su marcador, un veterano Oscar Ruggeri, otras de las charlas técnicas más recordadas actualmente.

Anécdota contada por Ruggeri

Para 1996/97 volvió a dirigir a Belgrano, que terminó descendiendo al Nacional B y en 1997/98 regresó a Los Andes en esa categoría, mientras que no pudo evitar el descenso de Platense al Nacional B. En 2001 siguió en el ascenso, dirigiendo a Independiente Rivadavia de Mendoza.

En el primer semestre de 2002 volvió otra vez a Racing de Córdoba para tratar de evitar su descenso desde el Nacional B al Argentino A pero en la última fecha empataron 2-2 con Platense y los dos perdieron la categoría.

Luego dirigió al Deportivo Quito (2002/03) –llegó al hexagonal final en 2002-, en 2004, otra vez a Belgrano en el Nacional B, aunque se fue peleado con la barra brava, y en 2004/05 al Barcelona de Guayaquil. Después se alejó de la actividad por problemas de salud y sólo reapareció para ser asesor de Instituto en un breve lapso, hasta que tuvo una última experiencia en General Paz Juniors, de Córdoba, en 2006/07.

Lector de todo tipo de libros, desde Perón a García Márquez, de Maquiavelo a históricos. A Marchetta no le era indiferente la política y se emocionó al recordar cuando estuvo de visita en la Quinta de Olivos y fue recibido por el entonces presidente Juan Domingo Perón.

En 1976 fue uno de los detenidos por la Dictadura Militar cuando administraba los hoteles en Embalse. Estuvo tres meses en los centros de detención y pasó las primeras semanas en Río Cuarto, donde recibía la visita diaria de Anacleto Peano, gloria de Atenas. Fue liberado gracias a la ayuda de uno de los oficiales, que leyó su legajo y recapacitó sobre el accionar.

Con muchos problemas económicos, tras salir del centro de detención, apareció la solidaridad del cantante Carlos “La Mona” Jiménez, quien cantó ¡134 temas! en Embalse y lo ayudó a saldar dos meses de sueldos atrasados a los empleados.

Si hay algo que marcó los últimos años de Marchetta fue el ACV que tuvo en 2006, en momentos en que se encontraba dirigiendo en Ecuador pero había llegado a la Argentina porque operaban a uno de sus nietos. Estuvo internado por ocho meses, sin caminar ni hablar.

Temperamental y calentón. Dueño de millones de anécdotas futboleras, en las que siempre se reflejaba su humor y su picardía. Se fue Pedro Marchetta, uno de los personajes más pintorescos del fútbol argentino de finales del siglo XX.

Marchetta, por Gustavo Gutiérrez (co- autor del libro “El Negro” y periodista de Cadena 3)

“El Negro Marchetta nos defendía. Fue una especie de Batman o algún otro héroe que se me pierde en la historia. Fue nuestro espadachín. Nos defendió siempre. De los que jugaban al contragolpe, de los que marcaban hombre a hombre, de los que hacían tiempo, de los que jugaban a la segunda pelota o la tiraban afuera… De los que hacían trampa”.

“Y nos inculcó que el fútbol puede tener un valor estético. Que uno no es un trasnochado si piensa en un par de pases, en una gambeta; si imagina un dribling, si tiene en claro a ese que tira una diagonal y al que nunca lo perseguirá nadie, si acepta el riego de salir jugando desde el fondo aunque vengan degollando, si sabe que el cinco es uno sólo porque con otro se molesta, y que el 10 corre menos que los otros porque al final de la tarde es el que te dará una solución para ganar el partido”.

“El Negro nos inculcó que el fútbol podía ser una sensación beneplácita para pasar el sábado por la tarde, para una jornada en paz. Con uno mismo eh. Con las convicciones, con las creencias y lo que significa el juego para algunos. Aunque la derrota te sorprende y te de un cachetazo. Aunque quedes nocaut o de lo nunca, como dicen los pibes de hoy”.

“Fue nuestro héroe. El menos pensado y al que más acudíamos. Además de maestro fue ‘troesma’, que es una categoría superior. Porque el maestro te enseña el 11 contra 11, y el ‘troesma’ va más allá. Te enseña de la vida y el Negro lo hizo con ese liderazgo paternal que ejerció en cada uno de los equipos en los que estuvo. Para que tengan ese IVA. Y los jugadores tenían ese IVA, porque defendían no sólo su idea, sino que defendían la idea del Negro. Había una concordancia entre lo que el Negro pensaba y lo que los jugadores ejecutaban”.

“Se nos ha ido nuestro espadachín, nuestro Batman, aquel que nos defendía. Nos dejó su legado, con tinta indeleble, y que dice que cada pase asociado vale lo que vale el aplauso del hincha. Gracias por todo, querido Negro Marchetta”.

Hugo Caric, coautor del libro, también dejó sus reflexiones sobre Marchetta: A Pedro lo conocía, sabía quién era, había hecho notas con él…. La posibilidad de hacer un libro parte de un llamado de Gustavo Gutiérrez. Me dijo ‘yo gráfica hice poco, te lo paso’. Y le respondí ‘me engancho si lo hacemos juntos’. Y lo hicimos en más o menos tres meses, una linda experiencia. Pedro lo quería con celeridad, y todo era como siguiendo una cábala de las que le gustaban: buscarlo por la casa, ir al hotel al frente de la Municipalidad de Carlos Paz, sentarnos en la misma mesa y pedir lo mismo”.

“Pedro era uno de los últimos de una especie en extinción, esos tipos del fútbol que surgieron en una época más bohemia y se adaptaron al modernismo. Sin perder la esencia, y sin creerse el inventor de la pelota, la pólvora y la imprenta al mismo tiempo, como muchos de los que ahora están al lado de un banco de suplentes. Era un tipo práctico, no un lírico. Un amante del buen fútbol pero vivo. Para plantear los partidos, para estudiar al adversario y para explotar las características de sus jugadores, una de sus grandes virtudes. Un gran motivador, y desde el humor”.

“La máxima satisfacción para Gustavo y para mí fue cuando, una vez terminado el libro, lo leyó, nos miró y nos dijo: ‘Este soy yo’. Era un desafío escribir en primera persona, mostrar un costado no tan conocido y con un personaje que trascendió más allá del fútbol. Porque Pedro Marchetta decía las cosas cuando hay que decirlas”.

Fuentes: La Nación / Infobae / Mundo D
Redacción Al Toque

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