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Al influencer el boxeo no lo derrota con los puños

Por Leonardo Gasseuy

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Columna de Leonardo Gasseuy

Luis Bouey cuenta que una vez llevó a un amigo a una pelea de Boxeo. El hombre, un literato aficionado mezcla de intelectual y curioso, se fascinó   de tal manera con el combate que al salir dijo“las sombras de las cuerdas reflejadas sobre la lona semejan las líneas del pentagrama y el sonido de los golpes son una hermosa sinfonía”. Definió al boxeo desde la bohemia. Mezcla de drama y belleza estética que por sí solo desprende el aroma de la supervivencia.

Claro que el boxeo en medio de su nobleza innata siempre fue un negocio, guarida de mafiosos y una mezcla de intereses demagógicos de políticos y millonarios. Pero, aun al margen de todo, siempre cabalgó con las ásperas y propias reglas de su mundo.

En su momento controlar peleadores y sus managers era controlar el mundo de las apuestas, luego fue la publicidad, más tarde dictadores necesitados y luego llegaron los hoteles con sus casinos. Pero la natural brutalidad del deporte jamás permitió que los accesorios, se interpusieran entre las leyendas que se castigaban sobre el cuadrilátero y la pasión de todos.

El mercado mundial ha cambiado, como también cambió el boxeo y en medio de ese cambio el mundo mercantil modificó sus plataformas y apuntó decididamente a un particular segmento de consumidores. El boxeo convencional queda lejos de esta actual y arrolladora tendencia, pero empezar a mechar grotescos como Mayweather – McGregor  o Mayweather con el influencer, más que encontrar una salida es precipitar su caída. El boxeo no lo merece.


El boxeo deberá encontrar un nexo con la sociedad del futuro, entendiéndose con las nuevas generaciones y no fomentando grotescos vergonzosos.


Logan Paul el viernes previo a su pelea con Mayweather tenía 19.2 millones de seguidores en Instagram, el día posterior llegó a 20 millones, uso al boxeo para incrementar su negocio y el bueno de Floyd en pos de facturar autoconspiró a desdibujar su leyenda. Wikipedia define a Paul como una celebridad de internet. No se sacaron ventajas. El negocio lo exigía.

Adjetivos como volátil, voluble y versátil define a los millennials y centenials, los jóvenes nacidos a partir de los ochenta, marcados por la explosión de la tecnología, generalmente autodependientes y egocéntricos. Seguros de sus acciones, hiperprácticos, militan por encontrar equilibrio entre la vida cotidiana y laboral, quieren que ambas sean la misma cosa. La prueba está en que no dudan en renunciar a un trabajo que no es acorde con sus valores personales.

Entre millennials y centenials suman 4.400 millones, el 59 % de la población mundial estimada en 7.450. Si bien son una tendencia disruptiva de los ancestrales medios que permiten comunicar, comprar, vender, estudiar y darse lugar al ocio, se dice que en 2026 van a manejar el 49 por ciento de los recursos del planeta. Es ahí donde las artes marciales mixtas, como la UFC y otros deportes apuntan sus cañones comerciales.

Cómo hará el boxeo para agiornar su producto ante tanto futuro es una incógnita. Las aplicaciones que difunden las peleas van inventando mercados como los del petróleo saudita y los millonarios chinos. No basta, el producto deberá reconvertirse desde sus propias entrañas. Aun con la vuelta del público y la masiva publicidad, pareciera ser que el boxeo ya no resida en Las Vegas y es un dato indicativo, tan desalentador como suponer que Boca en un mundo normal juegue la final de la Libertadores con la bombonera semivacía.

El boxeo deberá encontrar un nexo con la sociedad del futuro, entendiéndose con las nuevas generaciones y no fomentando grotescos vergonzosos.  Esta masa de consumidores, le dan un sentido particular a la privacidad y destrozan los mecanismos publicitarios, revisan sus teléfonos en promedio 158 veces por día en busca de una alta cualificación de contenidos publicitarios, apuntan su búsqueda al corazón de sus intereses. Pronto serán las dos terceras partes del planeta y cada uno de los segmentos del consumo se pelean por atraerlos. Un tema no simple, porque los jóvenes no esperan ofertas, las buscan compulsivamente y deciden su compra en segundos.

Cuando el Águila real llega a vieja tiene dos opciones: dejarse morir o volar a lo más alto de una montaña rocosa, encontrar un lugar cómodo y destrozar contra la piedra su pico, cuando nace su pico nuevo, con este destroza las garras, las nuevas garras destrozan las plumas y cuando nacen las nuevas plumas se dice que el águila nació de nuevo.  Será la misión del boxeo, dejarse morir o generar su doloroso proceso de renovación. Tantas leyendas de verdad que lo hicieron grande, miran desde algún lugar con asco como tanto influencer copa el centro del ring y solo pide que el águila con los guantes puestos se eleve a la montaña, logre su reconversión y baje para volver a reinar.

Redacción Al Toque

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