Tenis

Eduardo Puppo y su lucha por el n° 1 de Guillermo Vilas: “Esperamos una buena noticia antes de fin de año”

El periodista y biógrafo del mejor tenista en la historia argentina habló en “El Centro que Necesitás”, por Al Toque Radio, sobre la visita de Vilas a nuestra ciudad en 1971, donde se quedó con la Copa Ciudad de Río Cuarto. Además, se refirió a su incansable búsqueda de datos para certificar el puesto más alto del ranking que la ATP le niega a “Willy”.

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Guillermo Vilas es palabra santa en el tenis argentino. Es el mejor tenista de la historia de nuestro país, ganador de cuatro títulos de Grand Slam en singles -Roland Garros 1977, US Open 1977, Australian Open 1978 y 1979- y quien alcanzó el n° 2 del ranking ATP.

Sin embargo, desde hace más de una década, el periodista Eduardo Puppo emprendió una suntuosa investigación sobre el inicio de los rankings oficiales de la ATP, en agosto de 1973. Vilas sabía que había sido n° 1 del mundo. Al menos, lo percibía, no solo tenísticamente, sino que también matemáticamente.

A inicios de 1978, la revista World Tennis, en aquel entonces el medio más importante de tenis en el mundo y que validaba popularmente al n° 1, incluyó en su portada a Guillermo Vilas. Para el público y World Tennis, fue el mejor, pero los rankings decían otra cosa. En aquel entonces, no se actualizaba todas las semanas como sucede hoy en día.

La portada de la revista World Tennis a inicios de 1978, donde le da el n° 1 del mundo a Guillermo Vilas.

En aquellos “huecos” de rankings, Puppo encontró tras una investigación que comenzó en 2007 y mantiene hasta la actualidad, que Vilas fue n° 1 del mundo por puntos en cinco semanas repartidas en septiembre de 1975 y enero de 1976. Sorprendentemente, no en 1977, quizás su mejor temporada con dos Majors conquistados. Todo ese trabajo de Puppo se reflejó en el documental de Netflix Vilas – Serás lo que Debas Ser o no Serás Nada.

Muchos años antes de sus mejores actuaciones en el circuito internacional, un joven Guillermo Vilas de 19 años compitió en octubre de 1971 en la Copa Ciudad de Río Cuarto en las instalaciones de la Asociación Atlética Estudiantes. Allí, maravilló al público riocuartense quedándose con el título en singles y el subcampeonato en la modalidad de dobles.



En charla con El Centro que Necesitás, programa de Al Toque Radio, Puppo contó detalles sobre los inicios de Vilas en el circuito, su visita a Río Cuarto en el 71, datos acerca de su vida personal y, por supuesto, un repaso por lo que es su investigación y lucha por el reconocimiento de “Willy” como n° 1 del mundo.

– ¿Cómo era el Vilas de 1971, aquel que vino y ganó en Río Cuarto?

– La verdad que no lo vi en ese momento, lo descubrí dos años después en el Abierto de la República en 1973. A mi me interesaba el tenis, pero no estaba tan metido. Empecé muy fuerte en el 74, después de que él ganó el Masters. Nos pasó a todos los argentinos, conocimos todo el vocabulario, qué era un passing shot, un smash, todo lo que parecía chino para la mayoría. Lo vi después en un par de exhibiciones y era sorprendente su revés. Empecé a jugar al tenis por él, intentaba copiarlo con otro éxito en mi caso (risas). Cuando fue a Río Cuarto era el número 2 del país, pero ese mismo año ya terminó como n° 1 de Argentina. Justo hace unos días encontré la carta para su primera convocatoria en Copa Davis, en febrero de 1970, cuando tenía 18 años. Se la mandaron a su casa de Mar del Plata. Él ya era una figura emergente al ser tan joven. No fue una sorpresa su triunfo en Río Cuarto porque era el n° 2 de Argentina. Después, estuvo 12 años ininterrumpidos como n° 1 del país.

Un joven Guillermo Vilas ya hacía ruido en el circuito nacional cuando ganó en Río Cuarto en 1971.

– Siempre se dice que Vilas “inventó el tenis en Argentina”. ¿Qué cualidades tuvo para hacer del deporte algo tan popular en el país?

– Tiene que ver con la evolución dentro de lo más popular porque el tenis existió siempre, no lo inventó Vilas. Se jugaba con estadios llenos. Lo que hizo él fue llevarlo a un nivel más alto o el máximo de popularismo en Argentina, como el fútbol, el básquet y el automovilismo. Está por supuesto orgulloso por haber hecho eso. En aquellos años, cuando todo era muy precario en cuanto a la información, no existía la inmediatez de hoy, había que seguirlo por radio. No había televisación de los grandes torneos, como por ejemplo el Roland Garros de 1977. El US Open de 1977 fue el primero que se transmitió para América Latina. Antes, aun no había un reconocimiento popular de la proyección que tenía Vilas. Creo que los medios son los que realmente llevan a otro escalón a los deportistas, especialmente en los diarios de aquella época. Cuando empecé a interesarme en el tenis, me compraba dos diarios, La Nación y La Prensa, solo para ver si ganó Vilas. Salía todos los días en los diarios. Ahí se difundió más en las oficinas no solamente hablar del fútbol de los fines de semana. Eso también lo hizo un poco más místico. Hoy Federer va al baño y se saca una selfie, pero en aquel momento no sabíamos cómo vivían los tenistas. Mi primer Major fue el US Open de 1983. Cuando llegué a Nueva York, y los vi entrenar a McEnroe, Connors y Borg, no lo podía creer. Descubría lo que leía a través de los diarios. En aquel momento, parecían que estaban tan lejos como un rockstar. Era muy difícil seguirles la carrera.

– Vilas era un apasionado por muchas otras cosas además del tenis, ¿cómo es él desde lo cultural?

– Lo que lo destacó de otros fue que era un deportista muy culto. Esto lo descubrí en todas las veces que fui a su casa por el libro, casi 100 veces en dos años y medio. Su léxico de los reportajes era igual al de su día a día. En algunas partes del libro, tuve que bajar un poco ese nivel porque era increíble. Lo que hizo fue unir todas sus pasiones: la música, la literatura, hasta tuvo clases de pintura. Tenía un amplio abanico de otras cosas más allá de lo que es el tenis.

Vilas, un apasionado de la música.

– Lo culto y el tenis, ¿venían de familia? ¿Cómo era su relación con sus padres?

– Para Vilas su padre, José Roque, era una imagen muy fuerte a emular. El léxico del padre en escribanía era tremendo, era el que más escrituras hacía en Mar del Plata. Tenía un discurso rococó, con mucho floripondio como dice Vilas. Todos lo escuchaban, hacía discursos en varios lugares. Vilas estaba obnubilado por esa figura. Obviamente tuvieron sus peleas, idas y venidas. Después José Roque tuvo una admiración total por el Vilas tenista, como toda su familia. El padre no jugaba al tenis, a veces los fines de semana. De repente el destino le pone un sonajero a Guillermo desde su nacimiento, el 17 de agosto de 1952, que era como una raquetita. No existía el tenis en la vida de la familia Vilas. Ni él ni la madre saben de dónde salió esa pasión.

– Inclusive, su padre no era de verlo en muchos torneos en vivo, pero sí en aquella final del Australian Open 1979. La última vez que lo vio jugar. ¿Qué recuerda Vilas de ese momento?

– Antes para ir a Australia los vuelos eran complicados, había que hacer muchísimas escalas, casi 3 días para llegar a Auckland, en Nueva Zelanda, y después a Melbourne. El padre estaba en la Polinesia Francesa, disfrutando, y Vilas le dijo de ir a verlo a Australia. Tenía que unirse al equipo, con ropa de tenis, y el padre aceptó. Nunca lo había visto ganar un Grand Slam, pero sí jugar en Roland Garros y Wimbledon. Guillermo entrenó en Kooyong, donde tenía una cancha especialmente para él que estaba destruida. A él le gustaban los malos piques, ya que en la cancha principal todo iba bien entonces ya estaba acostumbrado. A ese torneo no fue Ion Tiriac, su entrenador. En la entrega de premios después de la final, el padre se pone a llorar. Guillermo nunca lo había visto llorar en su presencia, era un hombre duro, como un roble. Lo que me dijo en su momento, es que había sido el tercer gran impacto del tenis en su vida: ganar el Masters en el 74 siendo casi nadie, que su padre lo haya visto ganar en Australia y la noticia que le di de que fue n° 1 del mundo.

José Roque Vilas y su hijo, Guillermo.

– A nivel personal, ¿cómo fueron todos estos años para vos en cuanto a la investigación? Con la sorpresa además de que los números no lo daban n° 1 en 1977, sino antes.

– Eso sí fue una sorpresa. Lo que hice fue empezar a investigar desde el día 1 del ranking ATP para no errarle, y terminar más o menos a fines de 1978. Tengo una buena relación con la gente de ATP, donde ya había tenido otras cuestiones, como la cantidad de torneos que había ganado Vilas que ellos lo tenían mal. Al ser algo tan complejo, cómo le decís a los tenistas que estuvieron mal ubicados. Vilas no era el único, quizás sí en el n° 1, pero después hubo 250 más, algunos mejores y otros peores. Fue una tarea difícil desde todos los puntos, el profesional, el científico, lo económico, lo humano. Fueron 15 años metido en un tema, y tenía que seguir trabajando, con la cobertura de los torneos me complicaba mucho. Estar 20 días afuera 4 o 5 veces al año era estar casi 4 meses sin poder agarrar el tema. Todo tiene su esfuerzo y su costo, el mío fue bastante alto hasta hoy, porque esto sigue. La historia de Netflix es una historia de fracaso, porque todavía no se consiguió hasta hoy. Los abogados siguen todos los días peleando por esto. Queremos tener una buena noticia antes de fin de año, que salga el libro y cerrar esta etapa de mi vida profesional para dedicarme ya a otra cosa.

Puppo y Vilas: una unión de tenis, lucha y amistad.

– ¿Te arrepentiste en algún momento de emprender toda esta lucha?

– El arrepentimiento fue cuando le di el sobre, porque me faltaban todavía algunos torneos para cotejar. Pero no aguantaba más. Empecé en 2007 y el sobre se lo di en 2013, me salía de la vaina y se lo di. Capaz que cuando terminábamos de recaudar toda la información, las cuentas daban distintas. Me pasó con Arthur Ashe, hablé hasta con su esposa porque había descubierto que fue posiblemente n° 1 en el 75, ya en los rankings ATP, porque él fue n° 1 pero fuera de la ATP. Después le tuve que decir que no, faltaban tres torneos y por un punto y medio no había sido n° 1. Me quería matar. El tema está en que si Vilas caía en la volteada y ni siquiera había sido n° 2, sino que había llegado nada más, por ejemplo, al n° 4. Podía pasar. Él llevaba el reclamo adelante sin fuentes, pero con la prepotencia de que le dieran el n° 1 porque lo fue. Y tenía razón. Hubo como un colapso, es una corporación mundial, y que un tipo desde un cuartito con una computadora consiga hacerlo trastabillar es mucho. Netflix a eso le interesó, pensé que querían hacer una película sobre Vilas, pero me dijeron que era secundario, querían mi historia, aunque la ATP me haya dicho que no. Quisieron contar la historia de que, con un escarbadientes, me atreví a luchar contra una corporación y cómo me enfrento aun con el no para seguir adelante. Eso es lo que estoy haciendo ahora. No voy por la épica, es por el amor propio de Guillermo Vilas. Necesito, como él necesita, como los argentinos que les interesa el tenis, que le sea reconocido.

Escuchá la nota completa con Eduardo Puppo en Spotify

Fotos: El Gráfico / BA Tennis / Acreditado
Redacción Al Toque

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