Femenino

Entrar a la cancha de la mano de tus ídolas

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Se cumplen 10 años de fútbol femenino en la Liga Regional de Río Cuarto.
El puntapié inicial fue en el 2014 y hay mucha historia por repasar. Pasaron torneos, equipos, jugadoras durante estos 10 años. Hay un montón de estadísticas, de datos curiosos que merecen, y tendrán, su lugar. Pero esta sección buscará ir a las imágenes.
Vamos a elegir 10 fotos. No por importancia de los momentos que se hayan registrado, si no por su belleza, por el impacto de la imagen como imagen, y los mundos que se abren cuando uno las observa. Y a partir de esas fotos surgirán 10 textos. Puede ser un ejercicio de escritura, puede ser un capricho, puede ser un modo de hablar de ciertas cosas, puede haber realidad, puede haber ficción, puede haber imaginación.
Puede haber lo que queramos que haya.

VIII | Entrar a la cancha de la mano de tus ídolas

– ¿No hay botines negros? -pregunta Mili, jugadora de infanto juveniles, a la vendedora mientras está comprando junto a su mamá en la zapatería más famosa de la ciudad de Río Cuarto-.
– Con los hermosos colores que hay, ¿estás segura que los queres negros? -retruca la madre-.
– No, perdón, pero no hay negros en 36 -sentencia la vendedora-.
– Bueno Mili, no hay negros, pero si queres comprate esos azules con naranja, aunque sean un poco más caros.
– No. No quiero esos. Los quiero negros, solo negros como los usa Vane.

El diálogo lo escuchó Franco Evaristi y me lo compartió. Mili se refiere a los botines de Vanesa Madruga, capitana y goleadora de la Primera División de su club, Atenas. Mili quiere ser como Madruga, Josefina como Rocío Arcostanzo, Tina como Carolina Pascuini -tres de las máximas goleadoras de la Liga Regional en su historia-. Las niñas que ahora juegan al fútbol en las inferiores de los clubes tienen sus propias ídolas cercanas. Quieren usar sus botines, copiar sus gestos, jugar como ellas, entrar con ellas a la cancha, como lo hace Pía de la mano de Rocío Díaz, capitana de Banda Norte, y detrás las demás “lobitas” junto a otras jugadoras de la Primera del “verde” en el Parque Sarmiento.

Eso es parte ahora de un gran cambio, de un desarrollo. “Mostraría esto de que por primera vez la niña que juega tiene su referente en el fútbol femenino. Porque cuando yo empecé quería ser como Saviola, pero ahora la nena que juega encuentra referentes en la primera del club al cual pertenece”, me dijo Dianela Aguirre en una charla cuando le comenté de estas columnas.

Si pienso en mis ídolos de la infancia lo primero que se me viene a la cabeza es Enzo Francescoli. No lo había visto jugar, pero como fanática del Club Atlético River Plate me sabía su historia y conocía al elegante uruguayo que levantó la Copa Libertadores en 1996, cuando yo tenía dos años. En el año 2007, si mal no recuerdo, viajamos con la Selección Sub 14 de la ACRAHSC -Asociación de Hockey del Sur de Córdoba- al Campeonato de Selecciones de la categoría a Buenos Aires. Jugábamos algunos partidos en el Club Ciudad de Buenos Aires y en el CeNARD, todo muy cercano al Monumental. Entre mis compañeras estaban Juli Loser y Vicky Gallo, otras dos fanáticas del “millo”, y pedimos un día que nos dejen bajar rápido para ir al menos a la tienda del estadio. Recuerdo que me compré una foto de Francescoli que fue a parar a mi repisa, al lado de mi cama, una taza y una pelota chiquita. Todo de River, obvio.

Y como referentes más cercanos se me viene a la cabeza Javier Feresin o algún otro jugador que veía los domingos en la cancha alentando al Club Sportivo y Cultural Herlitzka de Las Vertientes. Soñaba con poder entrar al Estadio “Mauro Herlitzka” vestida de jugadora, hacer un gol como el Javier, correr por toda la cancha dejando la vida como el Toto Loser, dedicarle el gol a mi viejo haciendo los choris en la cantina, a mi vieja y mis abuelos en el lugar de siempre atrás del arco, darle una alegría al pueblo. Tengo 30 años y aún no cumplí el sueño de jugar un partido de fútbol en esa cancha. Es una espina re grande que tengo.

Cuando era chica pensaba que a mi viejo le hubiese encantado tener un hijo varón para poder verlo jugar en el Mauro Herlitzka, pero el Dany y la Norita tuvieron tres mujeres. En ese momento no pensaba “ojalá Herlitzka tuviese fútbol femenino”. Hoy los dos, mi viejo y yo, seguimos teniendo tatuado en el alma al club de nuestras vidas, pero el sueño lo cumplimos en el Estadio Parque Sarmiento, que aloja al fútbol masculino y al fútbol femenino del club. Mi viejo está en la tribuna y filma casi todas las jugadas, la Norita también firme seguro con más gritos que el Dany. Y ahora los goles cuando voy al alambrado se los dedico a mi sobrino Feli, como el domingo pasado que estaba en la cancha con la Tata y la Mimi.

La historia de estos diez años de fútbol femenino hizo que algunos sueños se cumplan, como el mío, aunque haya sido muchos años después de haberlos soñado.

Pero ahora Mili, Josefina, Tina, Pía y tantas más pueden ir cumpliendo sus sueños al mismo tiempo que van aprendiendo a jugar a la pelota, y pueden incluso animarse a soñar más grande como jugadoras de fútbol.

Pueden entrar a la cancha en la que sueñan jugar de la mano de sus ídolas. Y, más temprano que tarde, jugarán en ese césped.

Por Delfina Vettore

10 AÑOS EN 10 FOTOS

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