“Emigrar para seguir creciendo: la nueva realidad del fútbol femenino”
El éxodo de muchas de las figuras argentinas al exterior fue una de las consecuencias de la pandemia, pero ya era una realidad antes del parate por el Covid-19. Las futbolistas se van, principalmente, en busca de mejores condiciones económicas y competitivas. Al respecto, compartimos una nota de Ayelén Pujol para Página 12: “Las razones de las partidas, el papel de los clubes argentinos y la aparición de los representantes.”
El éxodo de muchas de las grandes figuras del fútbol semiprofesional argentino al exterior fue una de las consecuencias de la pandemia. Lo analizábamos en el informe especial del rompecabezas del fútbol femenino en AFA y también en el informe sobre la gran presencia argentina en España, uno de los destinos más habituales en las elecciones de las futbolistas de nuestro país. Sin embargo, aunque lo marcamos como una consecuencia del parate deportivo por el Covid-19, es una realidad que se viene gesteando desde antes. La pandemia, acaso, lo acentuó.
Al respecto
del éxodo de futbolistas argentinas al exterior, compartimos una nota de la
periodista Ayelén Pujol para Página 12.
Emigrar para seguir creciendo: la nueva realidad del fútbol femenino
Por Ayelén Pujol
El español Chavi Pascual, representante de Dalila Ippolito, la jugadora que se sumó a la Juventus de Italia, cuenta que cada vez que habla con argentinas que están en clubes europeos escucha una frase que se repite: “Por suerte acá me puedo dedicar sólo a jugar al fútbol”, le dicen, con alivio. Los traspasos son una novedad que sorprende en el fútbol femenino del país. En el marco del crecimiento de la disciplina, muchas decidieron emigrar. España, Noruega e Italia fueron los destinos elegidos. Y entre los factores aparece, claro, la posibilidad de que el fútbol sea el único trabajo.
La partida
implica navegar un mundo con nuevas reglas. Con el Mundial de Francia 2019 como trampolín, los
representantes empezaron a interesarse. Para mudarse al exterior, además, las
jugadoras necesitan de ellos: son quienes generan los contactos y resuelven lo
administrativo. Acá, además, les
alivian las tensiones, si existen, con sus clubes.
La arquera
Vanina Correa, la delantera Mariana Larroquette e Ippólito son las únicas que
partieron a una Primera división. Espanyol, el Lyn noruego y Juventus fueron sus destinos. Sus
clubes aquí, San Lorenzo (Correa) y UAI Urquiza (Larroquette e Ippólito) no
cobraron esos pases.
En el fútbol
femenino casi no hay transferencias: si son profesionales y
terminan sus vínculos, pueden irse. Por eso algunos clubes abren los ojos y empiezan a
pensar en extender los vínculos para poder obtener una ganancia a futuro.
“Hoy el fútbol
femenino no es un negocio”, cuenta Juan Ignacio Moreno, representante de Larroquette.
Moreno trabaja con Claudio “Piojo” López, ex delantero de Racing, Valencia y la
Selección Argentina, entre otros: representaban a varones y empezaron
a trabajar con jugadoras. En su staff aparecen Catalina Primo -pasó de
Talleres de Córdoba a UAI, jugó en la Sub 20 y es nacida en Río Tercero, como
el Piojo López- , Noelia Rodríguez -juega de lateral por izquierda en Talleres-, Florencia
Barraza -defensora
central de Talleres, también sub 20- y Belén Taborda -cordobesa,
ex Talleres que se sumó a UAI-.
Para Moreno la
disciplina tiene un proceso iniciado y avanza la tendencia a “convertirse en un
negocio”. “Hay que ser transparente para que al femenino no le pase
lo mismo que con al masculino. Ojalá que no suceda esa especie de prostitución del
deporte que vemos: un mundo en el que hay futbolistas a quienes
dejan tirados en puntos remotos del mapa con la única búsqueda de hacerlos
dinero”, reflexiona.
Por
Larroquette tuvieron ofertas de Estados Unidos, Holanda, Italia y el Lyn de
Noruega. Le dijeron sí a la última. La vidriera y el nivel de un
país nórdico inclinó la balanza. La delantera de la Selección que jugó el Mundial de
Francia, goleadora del campeonato local, partió a un país que le ofrecía
comodidades: un salario superior al de otros países (más de 2 mil
euros mensuales, mientras que en la segunda división española cobran entre mil
y 1500 euros), un departamento cómodo para ella sola y personas que
la ayudan con el idioma. En noviembre,
Larroquette deberá decidir si renueva con el Lyn o parte a otro equipo europeo. A
su representante ya le dejó claro su objetivo: adonde vaya, quiere jugar en
Primera.
En este
contexto, la mayoría partió a la segunda división española. Milagros Menéndez
pasó de Racing al Granada; la arquera Solana Pereyra de UAI al Tacuarense;
Adriana Sachs y Belén Spening de UAI y Racing, respectivamente, al Collerense;
y Sofía Schell de UAI al Córdoba. Ir a una segunda división es más
conveniente que quedarse en el país. En cambio, la arquera Gabriela Garton optó por el Essendon
Royals de Australia.
En el fútbol
femenino todavía no están regulados los derechos formativos. Además, una
futbolista amateur (es decir, sin contrato) que pase a otro equipo que la
contrate como profesional se lleva el pase en su poder. Spening,
por caso, era amateur en Racing. El club le pagaba un viático y le facilitaba un lugar
donde vivir. Cuando decidió partir, en Racing no dijeron nada: no
pudieron. Desde entonces
empezaron a firmar contratos de mayor duración.
Y utilizaron
el mismo recurso para sumar una futbolista. Aldana Narvaez llegó
sin pago mediante desde Social Lux: era amateur en el club rosarino y en
Avellaneda firmó su contrato como profesional. Si hubiera llegado como amateur para continuar como
amateur, habría necesitado el pase libre.
Hay una
cuestión indiscutible: son pocos los clubes que invirtieron en las
protagonistas por las que ahora quieren sacar tajada en las transferencias. “En España no
hay límite de jugadoras extranjeras y eso es un beneficio -dice la periodista
española Mamén Hidalgo-. La idea de la Federación es poner el cupo
el año que viene”.
Hidalgo,
autora del libro Compartiendo la gloria, sobre historias de futbolistas de su país, agrega que en
los últimos años, con el crecimiento del torneo, los clubes “en
lugar de buscar jugadoras en la cantera -que ha empezado a crecer ahora-
miraron extranjeras”. “Se miraba específicamente a Latinoamérica, no sé si es
cultural o porque es algo habitual del fútbol de varones. Se las
trae para crear esas figuras que a lo mejor no podían conseguir en Europa”, dice.
También desde
España, Carlota Planas, integrante de la agencia de representación UNIK Sports
-que trabaja sólo con jugadoras y que tiene a Estefanía Banini en el staff-
cree que a las argentinas las buscan porque son jugadoras muy técnicas. “La
mayoría empezó con Futsal y tácticamente, aunque a algunas les cuesta un poco
más, suplen esa falta con la técnica. Son muy jugonas y tienen esa garra. Esa marcha más que
distingue a las latinoamericanas”.
La ecuación
que hacen allá incluye lo económico: si se trata de incorporar
futbolistas que no tienen el renombre de Banini, los salarios son bajos. Para los clubes,
entonces, si la futbolista rinde puede transformarse en una inversión: “Incorporan
talento y sangre nueva a un precio que, si lo tuvieran que buscar en España,
les saldría más caro”, dice Planas.
UNIK Sports observa a jugadoras argentinas, pero sólo a integrantes de
Selección mayor o Sub 20.
El arribo de
los representantes es casi una invasión al fútbol femenino del país. En
la selección Sub 17 que se prepara para el Sudamericano, por caso, ya más de
cinco jugadoras tienen uno.
Mientras tanto, hace unas semanas el Chelsea inglés dio la sorpresa: pagó 337 mil euros por la delantera danesa Pernille Harder, el pase más caro de la historia del fútbol femenino. El diario The Guardian marcó la diferencia: es una cifra muy baja si se la compara con los valores que se manejan en el fútbol masculino: 658 veces menor que el pase récord de Neymar del Barcelona al PSG.
Lucía
Ravazzoli, representante de la jugadora de Racing Luciana Bacci, es
feminista y se propone reconfigurar también la figura del representante. Además, como
jugadora amateur, propone generar un fútbol feminista que “piense un cambio
integral de la estructura deportiva patriarcal”. En este sentido, considera
que, más allá del crecimiento del mercado, es importante generar
conciencia de clase y de género en las protagonistas del juego.
Jugar en el
exterior es para muchas, además, la posibilidad de acercarse a una convocatoria
en la Selección. “Irse a jugar afuera es empezar a crecer en todo
sentido. En lo
económico, porque lo que cobrás te rinde más que lo que cobrás acá; en lo personal,
porque viajar te abre mucho la cabeza; y en lo futbolístico, porque elevás el
nivel y te dedicás sólo al fútbol”, dice Moreno. Es lo mismo que eligen ellas: tratar
de vivir del juego que las hace felices.