Fútbol
Las jugadoritas empujan para cambiar ese mundo
Ayelén Pujol
Periodista.
El video es de hace seis años y muestra a Juana Cángaro, de 12 años, parada frente a un micrófono de ESPN. La entrevistan porque en Mercedes, su ciudad, le prohibieron competir en la Liga con sus compañeros de equipo. El argumento estuvo en el reglamento: Juana era nena y ahí sólo se hacía referencia a los varones. “Me pasó de sentir algo de discriminación por ser mujer -cuenta Juana su historia-. Todos creen que el fútbol es algo de varones y no es así -sigue y llora-. Cualquier deporte es para mujeres y para varones, hay que respetar la decisión de cada uno”. Sus lágrimas emocionan al volver a ver y escuchar la escena, en la semana en la que en Argentina se conmemora el Día de las Futbolistas y en un año en el que la misma Juana firmó su contrato como futbolista profesional de River y debutó en la Primera División.
El 21 de agosto fue la fecha elegida y votada por Legislaturas y el propio Congreso de la Nación para homenajear a las jugadoras de fútbol del país. Ni la mamá de Juana, Mercedes Rothermel, había nacido en 1971 cuando una Selección Argentina de mujeres le ganó 4 a 1 a Inglaterra en el estadio Azteca, en un Mundial no reconocido por la FIFA. Una gesta invisibilizada durante medio siglo que tuvo a las propias protagonistas peleando por la declaración de la ley. Las Pioneras ganaron aquella vez y volvieron a triunfar cuando se declaró el día y hasta la AFA lo reconoció como tal.
¿Y si la abuela de Juana hubiera visto a esas ídolas? ¿Y si la mamá de Juana hubiera jugado porque ser futbolista era un horizonte posible? ¿Y si los reglamentos se hubieran escrito pensando que el deporte podía ser practicado por cualquier identidad?
“Al principio mi mamá no me dejaba y después empezó a aflojar”, cuenta Cángaro en la misma nota. De niña, fue una campaña. Con el impulso de su familia y la comunidad de Mercedes #DejenJugarAJuana fue viral. Hasta el municipio aprobó un decreto en el que declaró de Interés municipal su participación en los torneos oficiales de la Liga Mercedina de Fútbol”. Pero los dirigentes -todos varones- sostuvieron su no.
Categoría 2006, Juana se fue a River. Compitió en Sub 14, Sub 16, Sub 19. Representó a la Selección Argentina juvenil en distintas oportunidades. Fue campeona. Hizo goles con las dos camisetas. Creció. Tuvo un club donde poder desarrollarse en eso que soñaba ser. Hoy, el fútbol es su trabajo.
Presente pero sobre todo futuro, su historia marca una realidad: después de más de un siglo -si tomamos como punto de partida el primer partido del que hay registros, en 1913- vivimos el fin de las machonas, las marimacho, las varoneras. Esas agresiones que les decían a las Pioneras y a todas las que querían jugar al fútbol.
En una entrevista más actual, una Juana ya adolescente reflexionó sobre por qué intentaron sacarla de la cancha: “Creo que el problema es generacional. La gente grande tiene ideas que son viejas. Las nuevas generaciones ya no tienen esos prejuicios y están transformando la realidad”.
Entre Mercedes y Tres Lomas, en el oeste de la provincia de Buenos Aires, hay 412 kilómetros de distancia. Juana no conoce a Argi Achaval Tamame, que tiene 9 años, pero la mamá de Argi había oído de familias que hacían campañas para que a sus hijas las dejaran jugar.
Recurrió a una porque a Argi le pasó lo mismo que a Juana el año pasado, en la Liga deportiva y cultural de su ciudad, un lugar más chico (Tres Lomas tiene 10 mil habitantes y Mercedes más de 70 mil).
Y rompió la estructura. La Liga cambió su reglamento. Escribió líneas nuevas, lo votaron los clubes. El fútbol mixto fue oficializado para chicas y chicos de séptima y octava división (hasta los 11 años).
Debería ser simple. En la Convención Internacional de Derechos del Niño y Niña aparece su derecho a no ser discriminades y a poder disfrutar del deporte como una actividad lúdica y recreativa.
Betty García, una de las protagonistas de aquella epopeya contra Inglaterra, contó una vez que cuando las chicas que se cruza y que la admiran porque ahora la reconocen le preguntan cuál cree que es su legado, responde: “Les dejo el fútbol”.
Las Juanas y las Argis no lo saben pero escriben la historia en canchas de fútbol. Lo hacen en un contexto que sigue siendo desigual para las futbolistas, con profesionales y otras que no lo son integrando equipos de Primera división. O con dirigentes denunciados por malos tratos, como en Ferro, donde la francesa Eponine Howarth envió telegramas porque nunca firmó el contrato de trabajo que le habían prometido.
Cuando la jugadora de 27 años llegó fue presentada con bombos y platillos. “Más tarde me dijeron que en realidad no firmaría ningún contrato, que no me pagarían, y unos días antes del cierre de la ventana de transferencias, en marzo, me cambiaron las condiciones laborales dejándome sin salario pero exigiéndome como jugadora profesional”, escribió en sus redes.
Desde abajo, las jugadoritas empujan para cambiar ese mundo. “Si mi mamá cambió su modo de pensar, todos pueden hacerlo”, dice Juana Cángaro. Las pibas nos enseñan a ser mejores.
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