Columnistas
China, Huawei y el podio global
Por Leonardo Gasseuy *
En marzo de 1987, Ren Zhengfei recibió un producto terminado de su oficina de diseño en Shenzen. Sin disimular su satisfacción, solo dijo “es un logro magnífico”. Sus colaboradores, testigos de la aprobación, preguntaron cuál sería el nombre para el producto o como bautizarían la marca. Zhengfei repitió, automáticamente, “es un logro magnífico”. El pequeño conmutador inteligente que nacía adoptaría como nombre: logro magnifico, que traducido al chino se dice Huawei. Ninguno de los presentes imaginó la trascendencia de esos productos en la guerra comercio-ideológica entre China y Estados Unidos. Una anécdota insignificante (o no tanto) que marca la agenda del mundo.
Cuando el 9 de noviembre de 1989 caía el muro de Berlín, no solo se desmembraba el bloque soviético y terminaba la guerra fría, si no que se elaboraba la plataforma de un mundo que tendría a los Estados Unidos como su dominador absoluto. Desde ahí, ni las entidades supranacionales (en su mayoría comandadas por cuadros norteamericanos) ni ningún país, pudo equilibrarese poder, de manipular, y extorsionar a través de fuerza y la usura, hasta que apareció China enrostrando poder económico, geopolítico y militar.
Nomenclar a Huawei como un enemigo es una insignificancia, y solo un ejemplo valorativo, que no hace más que demostrar que Estados Unidos hizo, hace y hará cualquier cosa para que cuando llegue 2035 no sea desplazado como superpotencia por China, como la mayoría de los analistas prevé. Desde 1978, los chinos con Deng Xiapoing, crearon la apertura del mercado, con un socialismo de características chinas. Desde hace décadas crecen a un promedio del 6.7 % anual.
Huawei, siguiendo el trazo geopolítico del momento comercial del mundo, acaba de estrenar su centro de juegos oficial Game Center. Se trata de una plataforma de distribución de juegos móviles similar a Google Play Games, que ya se puede descargar desde la tienda de aplicaciones de la compañía. Al voraz bloqueo de 2019, los chinos contratacan, Huawei sigue buscando la forma de no depender en absoluto de Google y sus servicios móviles. Es el ejemplo de la nueva guerra, aun cargado de vicios. Los chinos dan pelea con las mismas recetas. Lo que antes eran misiles, espionajes y conspiración, hoy es innovación, idea y desarrollo.
La llegada de Trump al gobierno en 2017 fue uno de los puntos que aceleraron esa relación de desconfianza y tirantez, que terminó de galvanizar una disputa de ruptura. Crearon un mundo con otros actores, con empresas transnacionales, banca global y crimen organizado al servicio del terrorismo, que sumado a la pandemia de Covid19 y el cambio climático, exponen el rol de los estados y hacen más complejo el mundo.
Indudablemente el globo se polarizará entre norteamericanos y chinos, que se desangrarán por el liderazgo de la cuarta revolución industrial. Sus empresas se están convirtiendo en un actor de punta en 5G: la inteligencia artificial, la internet cuántica y la automatización. Como en su momento fueron los satélites y la carrera espacial, la tecnología será el disparador de manipulación y dominio.
En octubre de 2016, en el salón principal de ACS (Actividades de Construcción y Servicio), en Madrid, la mega corporación debatía el futuro de Urbaser, la empresa encargada de la recolección de los residuos en casi toda España, que era uno de los brazos del conglomerado. Se discutía si venderla o refuncionarla. La visión bidireccional del líder – no se ajustaba solamente a su negocio principal – tenía otra cosa en mente y lo decidió en un sentido, que pocos de sus cercanos entendieron. Florentino Perez pensó en forma proporcional en la empresa y el Real Madrid.
Cuando transfirió los activos de su negocio a CNTY Tianying sabía que sumaba otras cosas. Posaba su mirada en un negocio global y ahí nació el Mundial de Clubes China 2021 (desplazando a Japón y el apoyo del Banco Softbank) con 24 participantes de 6 confederaciones. Convenció a la FIFA y miró a Beijing. Una movida ágil y arriesgada, dado que paradójicamente ningún mundial de Selecciones se presenta para China en el horizonte próximo
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La visión futurista de Florentino y su Real Madrid cristalizó, talvez sin pensarlo, la materialización concreta de la Nueva Ruta de la Seda, “Belt and Road”, que es la iniciativa que lleva adelante el gobierno chino. Tiene todas las características de una marca comercial, que pretende alcanzar los más recónditos espacios globales. Con Florentino y su idea nacía la línea férrea Madrid-Yiwu, que recorre 13.052 kilómetros, y pasa por Francia, Alemania, Polonia, Bielorrusia, Rusia y Kazajistán.
La ruta de la seda China ha desplegado el más ambicioso programa de cooperación e inversión, que abarca desde la investigación científica, agrícola e industrial, pasando por el comercio físico y electrónico, que por el momento “coloniza” 66 países. Lógicamente en esa variable está el deporte que no queda ajeno a ese monstruo que absorbe y asfixia.
China jugó un solo mundial de futbol en su historia. Lo hizo en Corea Japón 2002. No pasó la primera rueda. Perdió con Costa Rica, Turquía y Brasil, sin poder convertir un gol. Ante ese fracaso, optaron por un plan estructural. Diagramaron la expansión de su liga y escolarizaron la gestión de aprendizaje y desarrollo.
Se espera que de las cinco mil escuelas que tienen en este momento en su programa al fútbol, pasen a 50 mil en el 2025. El número de canchas también se incrementará a 70 mil en el 2022 y dejará muy atrás las 11 mil de la actualidad. A nivel global el Evergrande (club de una corporación inmobiliaria de Guangzou) firmó hace años un convenio con el Real Madrid del mismo Florentino, una escuela conjunta que es la mejor de Asia. El Evergrande fue campeón ocho veces en los últimos nueve años en la Superliga China. Tiene 100 empleados merengues y su entrenador es Fabio Cannavaro, que llegó con los genes del Santiago Bernabeu.
En noviembre de este año, cuando se ratifique o cambie el habitante de la Casa Blanca, seguramente se definirán los pasos del mundo bipolarizado de estas potencias. Gane o pierda las elecciones con Joe Biden, Trump ha fracasado. China lo aplastó en el marco de expansión, negocios globales, en número y calidad militar. Arreglaron sus problemas internos, como la polución ambiental y el contenido social para los 450 millones de jubilados que tendrá en 2050. Se discutirá por siempre su responsabilidad con el Covid 19, pero nunca habrá respuestas.
China, con todas las planificaciones gubernamentales, aspira ganar el Mundial de Fútbol de 2046. Vista su historia política y de vida no sería descabellado creerlo. Modificaron su cultura genéticamente productiva de fabricar mucho volumen y escasa calidad. Hoy reinan en la inteligencia artificial, la robótica y 5G. Lograron que los gigantes globales, que antes los subestimaban, también consideren que los inventos de Huawei sean “logros magnificos”. Una paradoja que ese hormiguero de pobres agricultores lidere la cuarta revolución industrial con supremacía tecnológica.
Ellos, con inteligencia, consideran que el secreto es saber cambiar, que aferrarse a lo viejo solo conduce a la nostalgia y a la violencia. ¿Cuál es el secreto de los comunistas chinos?: miran hacia adelante y, entienden, que aunque nunca puedan guiar el viento siempre podrán cambiar la dirección de las velas.
* Leonardo Gasseuy vive en San Francisco, Córdoba. Es empresario. Apasionado del deporte, la geopolítica y la historia.
Gráfico: Al Toque
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