El mundo regional pierde a uno de sus grandes baluartes
Edgardo Titarelli, apasionado por el balompié, partió hacia arriba a los 72 años. Los que peinan canas lo recordarán como jugador o formador, otros por su etapa de árbitro e indudablemente todo este ámbito lo tendrá en la memoria como el reconocido periodista deportivo de FM Libre, que hizo desde las bases un nuevo medio de comunicación. Despedimos a un todoterreno, colega y amigo.
Decir Edgardo Titarelli es asimilarlo
inmediatamente con el fútbol regional. Su gran labor periodística lo catapultó
al más alto de los reconocimientos. Trabajador incansable, viajero de largas
horas, con cientos de partidos a sus espaldas y fiel ladero de la radio.
“Tita” pasó por todos lados. En su juventud fue
jugador, un problema de salud lo obligó a dejar y de a poquito se le despertó
el “bichito” de la dirección técnica. Con un ADN único Titarelli afrontó ese
nuevo desafío en su vida y le agregó el matiz de formador, no sólo dirigía,
sino que también aconsejaba y en más de una oportunidad actuó de padre, tío,
abuelo y amigo.
Entremedio apareció en otra función: Fue árbitro de fútbol, actividad que empezó a hacerlo reconocido.
Tita en su etapa de árbitro.
El salto definitivo lo dio con una pasión que se despertó de grande. Y que lo hizo gigante. A principios del 2000 fundó Magazzine Deportivo, un programa radial que nació humildemente en FM Libre. De a poco el logo “rojo y amarillo” empezó a pisar fuerte, diferentes voces regionales pasaron por sus micrófonos y llegó el momento de cruzar límites.
En 20 años Magazzine logró asentarse en la región,
salió a diferentes puntos del país acompañando kilómetro a kilómetro las
campañas de Estudiantes, Atenas y algún que otro liguero en sus sueños de
ascenso. Ahí iba “Tita”, que mantuvo su centro de creación en la ciudad y se
hacía de amistades por Argentina toda.
Reconocido por todos y todas, amado por los más cercanos. Hacedor de un acento único, con caminata lenta hacia el estadio y contador de cientos de anécdotas. Este 3 de diciembre el periodismo deportivo y todo el ámbito regional pierden a uno de sus baluartes. Edgardo Titarelli, “Tita”. Hasta pronto, amigo.
A continuación, compartimos un extracto de una nota realizada por la revista Estadios del Imperio en julio de 2016
Jugador, técnico, dirigente, árbitro
y periodista ¿cuál de todas estas facetas disfrutó más u cuál le regaló las
mejores satisfacciones?
– Todas. Yo al fútbol lo vivo con el alma. El
periodismo me dio la oportunidad de conocer lo que me faltaba del país. Conozco
un 80 % de la Argentina y he tomado contacto con todo tipo de gente. Pude sacar
la parte buena y mala de cada individuo.
Imagino que lo de jugador fue
desde la cuna y lo de D.T. por continuidad lógica al retiro de jugador ¿el
resto cómo se fue dando?
– Jugar me encantaba. Lamentablemente por un
problema de salud y luego el fallecimiento de mi padre con solo 47 años me
complicó demasiado.
La verdad que era apenas un jugador discreto pero
con un sacrificio enorme. Quizás podría haber jugado aquí y no más que eso.
Como todo medio pelo jugué en los cuatro puestos de
atrás, aunque para central me faltaba altura. Tenía una virtud: le pegaba con
las dos y también me defendía como volante por izquierda.
Jugué los relámpagos desde los 14 años; corría y
metía como loco.
Lo de D.T. se fue dando como quien no quiere la
cosa. Cuando me operé del riñón no podía hacer ejercicio físico y trabajé junto
a mi amigo Juan Carlos Ríos. Después sí, con los más chicos en el club.
¿Y cuando llevaba chicos a probar
a Buenos Aires?
Trabajé a partir del ‘85 en adelante y durante varios años recorrí un 70 % de los predios y canchas de primera división. Fue algo especial, encontrarte y dialogar con jugadores profesionales del momento y los que ya eran técnicos en inferiores. Parar en la pensión de algunos clubes, tener la suerte de llevar cinco chicos a una prueba en River y quedaron cuatro. A Banfield seis y quedan cinco, entre los que le tocó a mi hijo. Después en Morón otros cuatro y todos quedaron. También en Santa Fe, Rosario, Córdoba y en principio quedaron muchos, después como es el fútbol, el que más alto llegó fue Hugo Campagnaro.
Titarelli fue quien llevó a Morón al ex defensor de la Selección Argentina Hugo Campagnaro (sentado).
Imaginate lo que fue para mí ver un mundial y que en la Selección Argentina estuviese
un pibe al que elegimos con mi hermano Jorge en un relámpago de chicos jugado
en Achiras Sin que se le pregunte agrega: “Las satisfacción de ver jugar a Tato(su
hijo) con la camiseta de clubes profesionales:
Banfield, Colegiales, Morón, Platense, es algo muy especial, después lamentablemente,
por esas cosas del fútbol y la vida no
se quiso quedar, pero le sirvió de mucho en su carrera aquí.
¿Cómo era el Titarelli
árbitro?
Muy corredor, igual que de jugador. En mi primer partido, Arsenal – Atenas
en 5ta fui en bici, me corrí todo y recuerdo que después no podía subir por la
9 de Julio.
Pitaba en la oreja, tenía mucha velocidad y trataba de tener mano dura,
sino te pasaban por encima. Había tipos muy bravos. Recuerdo que debuté en
Adelia María de línea, cancha de alambre de un hilo. Te insultaban todo el
tiempo y lograban asustarte. Cuando volví me dije a mí mismo: “si te asustás dejá
de ser árbitro, el que no se las aguanta no sirve”.
¿Algo que le haya quedado
pendiente o que tenga la ilusión de hacer?
Siempre te quedan cosas que te gustarían hacer pero
ya a esta edad solo aspiro a mantenerme y mejorar todos los días en esto que
tanto esfuerzo me costó. Nos ganamos un
lugar en esta carrera del periodismo a pesar que arrancamos con un Fiat
600. Hoy creo que avanzamos varios modelos ¿no?
Mi anhelo sería que mi hijo ponga todo y el día que
me retire quede él a cargo. Conoce mucho de fútbol y tiene el aparato en
funcionamiento, distinto a mí que arranque menos 10, transmitiendo con un
equipo de esos que utilizan los remisses. Ahora cuenta con buenos equipos y podría
aprovecharlo. Claro que será una decisión de él por sí o no. Yo con eso me doy
por hecho.
En el periodismo encontré gente maravillosa con
quien se puede compartir mucho y bien. Con otros no pasó lo mismo, pero es algo
normal en todos los ámbitos.
Casi como un pedido al
cronista antes que se apague el grabador, se apura a agregar: “Algo que me gustaría
destacar es el apoyo de mi familia que siempre me bancó para poder estar en
todo. Mirá que siempre además trabaje en 2 o 3
lugares en simultáneo.
El querido “Tita” dejó el alma en la cancha.
Micrófono en mano y un par de auriculares, pero con la misma pasión que cuando
lucía su pilcha de defensor aguerrido o haciendo sonar ese silbato que le
permitía sentirse vivo mientras corría detrás de una pelota.
Siempre con total dignidad. Jugador, árbitro, entrenador y periodista. Efectivamente, solo le faltó ser aguatero…Hasta siempre, “Tita”.