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Periodistas | Alzaron la voz
Este 7 de noviembre se celebra un nuevo Día del Periodista Deportivo en Argentina. En conmemoración de este, nuestro día, repasamos un extracto del libro “Miralas Gambetear”, en donde tuvimos el placer de tener las palabras de dos periodistas referentes: Ayelén Pujol y Ana Dalmasso.
“El fútbol nunca más es sin nosotras.
Por el amor, gracias.”
Ángela Lerena en su cuenta de Twitter. Publicado el 24 de septiembre de 2019, durante la cobertura que realizó para el Superclásico que disputaron Boca y River en la Bombonera por la primera fecha del Torneo de Primera División 2019, el primero profesional en la historia del fútbol femenino argentino.
¿Qué lugar ocupan las mujeres en los medios de comunicación? ¿Qué lugar ocupan las mujeres en el periodismo deportivo? ¿Y en el periodismo “futbolero”?
Esas preguntas nos hacíamos en nuestro libro Miralas Gambetear – Las mujeres cambian la historia del fútbol con golazos a los prejuicios de género. Las volvemos a retomar en este 7 de noviembre, que se celebra un nuevo Día del Periodista Deportivo en nuestro país.
Es un día para honrar la profesión de quienes se dedican a informar sobre todas las noticias deportivas a nivel mundial.
En el resto del mundo, la fecha para conmemorar a los periodistas deportivos es el 2 de junio, ya que ese día, pero de 1924 se creó la Asociación Internacional de la Prensa Deportiva fundada en París durante los Juegos Olímpicos.
Sin embargo, en Argentina la fecha elegida es este 7 de noviembre, que coincide también con el Día del Canillita, considerados como la principal fuente de información antes de la llegada del internet. La decisión de unir varias fechas fue durante un Congreso Nacional de Periodistas en mayo de 1938. Esta fecha conmemora el día que murió, en 1910, el dramaturgo y periodista, Florencio Sánchez, quien plasmó en su obra “Canilla” el oficio de repartir diarios.
Volviendo a las preguntas del inicio, claramente los medios también jerarquizan la mirada y la opinión masculina por sobre la femenina. El periodismo deportivo no queda afuera de eso, sobre todo el periodismo “futbolero”.
Históricamente en conversaciones familiares, entre amigos, en las canchas, en los medios de comunicación, y en distintos ámbitos, las mujeres fueron negadas a opinar sobre fútbol porque “no saben”, “no entienden nada”, y muchas frases muy escuchadas. “Lo que me sucedió fue el chiste fácil, la frasecita con sorna, con la que convivís y por eso la tenemos tan naturalizada”, expresó Viviana Vila en una nota publicada en Tiempo Argentino. Vila se convirtió en la primera mujer en ser comentarista de un Mundial de fútbol, recién en Rusia 2018.
El futbol pertenecía a los hombres… adentro de las canchas, en los bancos con los buzos de DTs, en las tribunas, vestidos de negro impartiendo justicia, en los escritorios tomando decisiones en los clubes, en los programas de televisión y radio, en los relatos y comentarios de los partidos, en las redacciones… y la lista puede seguir.
Pero, como escribió Ángela Lerena, una de las periodistas deportivas más prestigiosas del país, “el fútbol nunca más es sin nosotras”. Lerena es una de las voces más importantes en el periodismo deportivo y también militante de los derechos de las mujeres en el fútbol y en todos los ámbitos. La historia le dio también el lugar que merecía al convertirse en la primera mujer en comentar partidos de la Selección Argentina masculina en televisión.
A continuación, compartimos fragmentos de dos de los textos que tuvimos el placer de que sean parte de nuestro libro. Ayelén Pujo y Ana Dalmasso, dos referentes del periodismo deportivo, se pusieron la camiseta de Miralas Gambetear, los botines, y salieron a la cancha:
Un caño al patriarcado
* Por Ayelén Pujol
El mundo del fútbol es un planeta que está cambiando. El “Topo Gigio” de las jugadoras en la Copa América 2018 en reclamo por mejores condiciones y la protesta después de que la presentación de la camiseta estuviera a cargo de una modelo y no de una futbolista marcaron un punto de quiebre. Así como un conjunto de pases pueden cambiar un partido de fútbol, a partir de estos dos hechos se generó una red. Con el movimiento feminista en las calles y las futbolistas en las canchas, ese tejido, esa articulación se transformó en una sociedad: una dupla delantera que empezó a buscar goles con el arco entre ceja y ceja.
Cuando el fútbol se metió en la agenda del movimiento feminista y las futbolistas empezaron a tomar conciencia política de lo que representa ser mujer y jugar al fútbol en nuestra sociedad, las transformaciones se dieron con mayor velocidad. En este proceso el emblema es y sigue siendo Macarena Sánchez, que, atravesada por esta conciencia política y de género, irrumpe y alza la voz para denunciar que su club de entonces, la UAI Urquiza, la estaba usando. Para reclamar ser considerada trabajadora
Los twitazos de Maca se hicieron acción y las acciones de las futbolistas se convirtieron en un grito colectivo. En enero la delantera fue abandonada por la UAI y tres meses después Claudio Tapia, el presidente de la AFA, anunció la nueva Liga de fútbol femenino profesional.
Aunque no configure una firma de contratos para todas las integrantes de los equipos, el salto fue inmenso: en septiembre, con el inicio del campeonato, las futbolistas fueron consideradas como trabajadoras por primera vez en nuestro país.
Se trata de una lucha de clases que incluye una discusión sobre los derechos laborales. A mí me gusta ubicarlo -la historia lo dirá- a la altura de grandes derechos conquistados, como por ejemplo, el del derecho al voto, pues esta consideración implica también una cuestión muy fuerte que tiene que ver con la identidad. Creo que estamos en un momento en donde las mujeres futbolistas pueden asumir esa identidad, y decir: “Soy jugadora de fútbol”. Y eso implica también una dimensión de futuro muy fuerte porque las niñas pueden ver a esas jugadoras, referenciarse con ellas.
Algo es claro: nadie puede querer ser algo que no ve. Y a ellas, ahora sí las ven. Habrá niñas que se deseen futbolistas y asuman esa identidad con libertad.
Esto, al mismo tiempo, constituye una reparación histórica enorme para todas las mujeres que estuvieron invisibilizadas.
La historia del fútbol está escrita y protagonizada por varones. Conocemos a los grandes equipos, los ídolos, los héroes, las hazañas, las picardías; sin embargo, en esa historia más que centenaria no aparecían mujeres. En esta construcción, las mujeres también comenzaron a escribir su propia historia en el fútbol y se sabe que la historia del fútbol femenino tiene más de un siglo en Argentina.
Entonces todo esto que sucede es el reconocimiento a un grupo de mujeres que fueron protagonistas y que, por el patriarcado, quedaron ocultas en la historia del deporte más popular del planeta.
Hay algunas que aún no lo han podido ver porque ya no están pero hay un montón de otras que sí, y me parece que todo esto es también sanador y reparador para todas ellas, por eso lo considero una reparación histórica inmensa.
Esta lucha incluye a todas las mujeres, lesbianas, putos, travas, trans y no binaries que aman al fútbol. A las árbitras, dirigentas, directoras técnicas y a las hinchas.
Esta transformación incluye también el derrumbe de un montón de mitos, y esos mitos atraviesan todas las concepciones que existían: que el fútbol femenino era aburrido, que ellas no saben jugar, que no entienden nada de fútbol.
Hay directoras técnicas y con mucha capacidad: hubo un congreso en Santa Fe que reunió a más de 70 de todo el país. Hay muchas árbitras también con capacidades, formadas, estudiando a la par de los hombres, derribando el mito de que en el fútbol los únicos portadores del conocimiento son los varones. Nunca una arbitra dirigió un partido de primera división, nunca fue árbitra principal, nunca la Selección Argentina tuvo una entrenadora mujer, nunca la Asociación del Fútbol Argentino tuvo una mujer como dirigenta. Sin embargo, hay también algunos casos, como Mabel Salinas en Huracán, una trabajadora de hace muchos años, que pelea por los derechos de las mujeres en el fútbol. También hay hinchas que se empiezan a organizar, en lo clubes empiezan a existir las agrupaciones: Huracán Feminista, San Lorenzo Feminista, por ejemplo. Hay secretarías de género en las estructuras de los clubes, tal el caso de Estudiantes de La Plata y tantos otros.
Nos empezamos a organizar en todas las posiciones de rodean al fútbol para decir: “Acá estamos”; dispuestas a pelear por ese derecho genuino que tiene que ver con el derecho humano al acceso al juego.
En este contexto, el periodismo deportivo viene un poco más atrás. Si repasamos las redacciones o los programas de televisión de deportes advertimos que están ocupados en su mayoría por varones, y las mujeres que están cumplen con una exigencia estética que excluye a un montón que, al mismo tiempo como sucede en otros ámbitos, también están capacitadas y son portadoras de conocimiento.
Es imprescindible que se generen más lugares, es necesario que haya un periodismo deportivo con perspectiva de género para cubrir el fútbol femenino y el deporte en general. Está demostrado que la mirada patriarcal atravesó el periodismo y eso se puede ver en diferentes notas de todos los tiempos.
Es interesante pensar las lógicas del fútbol hegemónico, que es el fútbol masculino tal como lo conocemos, para deconstruir o construir algo más sano. Qué tipo de masculinidad exige, qué sucede cuando un futbolista varón no cumple con esos estereotipos para ser considerados “macho”, qué pasa cuando alguien se lesiona seguido, cuando alguien muestra una sensibilidad, qué pasa con las canciones de cancha homofóbicas, transfóbicas, qué pasa con la discriminación, con la violencia que reina en ese fútbol…
Es tiempo de que paremos la pelota y tratemos de romper con la cultura del aguante, preguntarnos por qué somos partícipes de ese modo de concebir el fútbol; preguntarnos si realmente eso es pasión. Y también, en ese sentido, mirar un poco lo que sucede en el fútbol femenino. Hay una canción de cancha del cancionero que generalmente se emplea cuando juega el fútbol femenino que dice: “El futbol va a ser de todes o no va a ser”.
Hay lógicas nuevas en esta disciplina que se imponen y que tienen que ser atendidas, analizadas, miradas y respetadas.
En el horizonte que se presenta hay una lista de innumerables derechos que aún quedan por conquistar para acercarnos a la igualdad. Los contratos del fútbol femenino no son para todas las jugadoras, lo cual quiere decir que algunas no tienen contrato de trabajo. Hay una mirada que tiene que apuntar al proceso de formación para poder tener también las mismas posibilidades que los varones: divisiones inferiores, escuelas formativas, un torneo federal que incluya al resto del país que no se centre solo en Buenos Aires, y la lista sigue.
Ahora empieza a existir la TV, que nos invita a pensar en acceder a ver esos partidos más democráticamente y que no sea sólo un fútbol pago. Necesitamos más lugares en las direcciones técnicas, más lugares en las dirigencias de los clubes.
Hay un plafón importante y si el movimiento feminista es el espacio político que ha ganado las calles con mayor potencia en los últimos tiempos, si es el movimiento político que mayor esperanza genera, creo que esto se debe trasladar al fútbol.
Este camino andamos. Las mujeres son las que están elaborando las mejores jugadas para hacerle un caño al patriarcado.
* Periodista Deportiva y Trabajadora Social. En 2019 publicó su libro titulado “¡Qué Jugadoras! – Un siglo de fútbol femenino en Argentina” y en 2020 su libro «Barriletas Cósmicas».
Por más periodistas con perspectiva de género
* Por Ana Dalmasso
La práctica del fútbol por mujeres no es nueva sino que viene desde mediados del siglo pasado. La característica principal de esos primeros equipos era la composición barrial, con jugadoras criadas en potreros, sin botines y jugando a la par de los varones. Ellas eran las “marimachos” para el resto, para los que las veían de afuera. Dentro de la cancha eran iguales y se lo ganaban en cada gambeta. Pero con el tiempo, el fútbol femenino cordobés se caracterizó por la inconsistencia. Los espacios se abrían y se cerraban todo el tiempo. Y así fue hasta 2012 cuando se instauró la obligatoriedad en la Liga Cordobesa. Los clubes armaban equipos que al año siguiente se desarmaban. No había un torneo oficial y las chicas migraban de club en club.
Los campeonatos informales de fútbol 7 y 5 se fueron llenando de jugadoras, principalmente alimentados por las estudiantes universitarias. Cada vez eran más populares y por las noches las canchas se llenaban a la par tanto por mujeres como por hombres. Ellas fueron quienes alimentaron el primer torneo femenino de la Liga Cordobesa. A pesar de ese gran paso hacia el desarrollo de la disciplina, eso nunca vino acompañado por políticas. Fueron las mismas jugadoras y entrenadoras quienes a lo largo de los siete años que duró mantuvieron vivo el deseo. Algunos clubes apoyaron firmemente la disciplina, brindando condiciones de trabajo, lugares de entrenamiento, cuerpos técnicos pagos y todo lo necesario para que sus jugadoras se sintieran respaldadas.
Hubo otros que, porque no quisieron o no pudieron, fueron alejando a las mujeres de la práctica. Eran ellas mismas las que debían proveerse de los elementos, pagar lugares fuera del club para entrenar y afrontar los gastos de los partidos. Además, la infraestructura nunca estuvo a la altura de lo que se precisaba. Hay que hacer la salvedad de la difícil situación económica que viven muchas instituciones y por eso la falta de apoyo de la Liga Cordobesa o el Estado dejaron un vacío enorme. Allí, a fines de 2018, se cerró el ciclo obligatorio y se abrió un período que todavía está a prueba. A principios de ese año, un pedido de un grupo de jugadoras llegó al diario La Voz Del Interior. Querían ser tratadas con igualdad, pidiendo ternas arbitrales (sólo las dirigía uno), un torneo independiente y jugar 45 minutos. A la LCF no le gustó nada este reclamo público y respondieron quitando a fines de ese año la obligatoriedad para los clubes. Un tercio de los equipos se bajó y por la suma de dos nuevos llegaron a ser 29.
Lo que desde los puestos de mando ven como una complicación o una carga, hoy en día está mostrando sus frutos. Las selecciones juveniles miran a Córdoba y jugadoras que son un producto genuino de nuestra liga se destacan con la celeste y blanca. El crecimiento de las escuelas para niñas también colabora para que hoy no sea extraño que las pequeñas les pidan a sus padres jugar al fútbol y tengan un espacio rodeado de pares. Hacia ahí tiene que estar orientada la lucha. Es muy difícil cambiar las decisiones que hoy se toman detrás de un escritorio sin ninguna perspectiva de género, pero si se puede trabajar para que las que vienen tengan un contexto de mayor inclusión. Esas jóvenes llegan con una realidad diferente, tomando como algo “normal” jugar al fútbol. Tienen una liga competitiva que todos los sábados les da competencia y saben que tienen proyección de ir a la selección o a Europa.
Los espacios principales donde hay que trabajar son esas escuelas de fútbol y los colegios. Practicar deportes en la primaria es fundamental y no dividirlo entre actividades de nenas y de varones. En el Ministerio de Educación hay una bajada de línea para que sean mixtos, para que hasta cierta edad todos jueguen a lo mismo. Es un camino largo pero es el primer paso que hay que dar para igualar las oportunidades.
El principal desafío estar en que las mujeres seamos tomadas en serio. Tanto por los que entrenan, miran o toman decisiones, como los que difunden, es decir, los medios de comunicación. Las redes sociales y la facilidad de acceso a internet facilitaron la existencia de muchísimos periodistas que cubren desde hace años el fútbol femenino. Vienen haciendo un acompañamiento invalorable para que se conozca lo que pasa en esos clubes. Las mismas instituciones están tratando casi como iguales desde lo comunicativo a ambos equipos. Se difunde la información, fotografías y videos de cada partido, entrenamiento o entrevistas. Eso es un paso gigante para lograr visibilidad. El hincha tiene que hacerse hincha y apoyar tanto a varones como mujeres. Las jugadoras deben ganar ese sentido de pertenencia y hacerse cargo del lugar que ocupan. La nueva Liga Profesional abre una puerta hacia ese conocimiento, a través de las transmisiones. Pero aún en los medios hacen falta periodistas con perspectiva de género. En relatos, comentarios o análisis se carece de esa visión que se pide en este contexto. Sigue siendo una deuda que esperemos sea saldada. Más mujeres deben sumarse y participar en ese crecimiento.
* Periodista y Comunicadora Social. Actualmente escribe en Mundo D, la sección de deportes de La Voz del Interior.
* Extraído de Miralas Gambetear – Las mujeres cambian la historia del fútbol con golazos a los prejuicios de género
Redacción Al Toque
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